El público contagia su entusiasmo a las propuestas literarias
Rosa Montero presenta su reciente novela y Magris lee un fragmento de su nuevo libro
Aunque sean llamativas sobre todo las largas colas que se producen allí donde Mario Vargas Llosa interviene, lo cierto es que el público que visita la feria no desperdicia ocasión para saber de sus escritores favoritos. El domingo coincidían, en los salones próximos al Auditorio Juan Rulfo, tres actos: la presentación de la última novela de Rosa Montero, la lectura de fragmentos del nuevo libro de Claudio Magris y la entrega del Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Ediciones SM. Todos estuvieron llenos.
Juan Farias recibe el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Ediciones SM
Frente a otras ferias, lo que destaca sobre todo de la de Guadalajara es la implicación de la gente. Y más durante el fin de semana. Claro que se hacen negocios y que se proponen jornadas especializadas sobre distintos problemas del sector editorial. Pero lo que resulta más estimulante es el interés con que los visitantes siguen las intervenciones de los escritores que admiran. Luego están las fiestas, como la de la noche del domingo, donde Santillana reunió a autores, editores y gente de la profesión para celebrar lo que de verdad importa: la vida de los libros, el entusiasmo por la lectura.
Allí, Arturo Pérez Reverte subrayaba lo que más le fascina de una feria de la que ya es asiduo desde hace varios años: la gente joven. "Levantas la vista desde el estrado y la mayoría de los que están allí no llegan a los treinta, y devoran cuanto se dice". Lo confirmó de nuevo ayer, durante la rueda de prensa que convocó, en la que lo acribillaron -literalmente- a preguntas sobre su intensa relación con México.
Rosa Montero trajo aquí su Historia del rey transparente (Alfaguara). Habló del oficio de escribir (cómo surge la idea de un libro, cómo se va armando, cómo los personajes se rebelan y cobran autonomía, cómo se puede enloquecer hasta encontrar la palabra exacta) y se leyeron fragmentos del libro. Volvió a subrayar que se trata de su novela más compleja y ambiciosa, que no pertenece exactamente al género histórico aunque se desarrolle en el siglo XII, y que de lo que se trata al escribir es de "buscar el sentido de la existencia, de iluminar la oscuridad del corazón humano".
En una sala contigua, el escritor italiano Claudio Magris adelantaba las claves de A ciegas, su nuevo libro (que publicará Anagrama), que surge de la historia real de un grupo de comunistas italianos que llega a la Yugoslavia de Tito para ayudar a construir el socialismo, pero de la cual son deportados y confinados en unas islas en la frontera con Italia. Como suele ser habitual en Magris, el mar forma parte del paisaje de la novela, y la historia es la de quienes se embarcan en luchar por causas perdidas. Mientras el autor del Danubio hablaba, Juan Farias recibía muy cerca, en otra sala, el Premio Iberoamericano de Literatura Juvenil e Infantil en reconocimiento a toda su trayectoria.
La noche del domingo se cerró con la entrega de otro de los galardones importantes de la Feria, el Reconocimiento al Mérito Editorial, que recibió Morgan Entrekin (Nashville, Tennessee, 1955), uno de los grandes de la edición independiente. Claudio López de Lamadrid, de Random House Mondadori, y Jorge Herralde, de Anagrama, trazaron las líneas maestras de su trayectoria. Empezó como editor en Delacorte Press, donde se ocupó de Kurt Vonnegut (entre otros); luego colaboró con Simon & Schuster, donde publicó a Richard Ford o Bret Easton Ellis, uno de sus grandes descubrimientos; fundó su propia editorial, Atlantic Monthly Press, en 1984, convirtiéndose en uno de los maestros de la edición independiente con un catálogo con autores como Raymond Carver o Patricia Highsmith; en 1993, su sello se fusionó con Grove Press (que tenía a autores como Beckett, Burroughs o Pinter) dando lugar a Grove / Atlantic, un auténtico referente de calidad en el mundo editorial.
Se habló del rigor de su trabajo, se destacó su gran olfato (fue el descubridor de Cold Mountain, de Richard Frazer), se explicó su obsesivo afán por los detalles y se celebró su innegable, y al parecer inagotable, capacidad para pasarlo bien. Herralde lo definió como "el más noctámbulo" de los editores y destacó su "espíritu indomable". López de Lamadrid recordó que fue uno de los protagonistas de los grandes excesos de los ochenta, cuando en la noche neoyorquina coincidían estrellas de rock, actores de Hollywood, modelos y autores y editores. Él era uno de los más activos y es de los pocos que aparecen con nombre propio en las memorias de Bret Easton Ellis, o que inspiraron a alguno de los personajes de la novela Bright lights, big city, de Jay McInerney. Lo llamaron el "playboy de la edición", pero más allá de las anécdotas lo relevante de su labor está ahí, en su catálogo. Del que basta citar a algunos de los autores en lengua española que publica para saber de su relevancia: Octavio Paz, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges o Javier Marías, entre otros.
Babelia
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