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CRISIS EN BOLIVIA

Bolivia pide apoyo a la OEA pero rechaza cualquier intervención extranjera en el país

El ministro de Exteriores de Venezuela niega que su país ayude con dinero a los manifestantes

La crisis de Bolivia no sorprendió a la asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) reunida en Fort Lauderdale, porque nadie era ajeno a la situación en el país andino. Juan Ignacio Siles, ministro boliviano de Exteriores, informó de la renuncia de Carlos Mesa y pidió apoyo "para quien constitucionalmente asuma la presidencia del país", pero subrayó que las soluciones corresponden sólo a los bolivianos. El secretario general, José Miguel Insulza, expresó la disposición de la OEA a colaborar en la solución de la crisis.

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Siles pidió a los reunidos "seguir con atención el estricto cumplimiento del orden democrático por parte de todos los actores políticos y sociales, para que las resoluciones se enmarquen en el buen entendimiento entre los bolivianos". La semana pasada Siles anticipó que "las dificultades del país serán resueltas por los bolivianos". Mucho más duró fue Evo Morales, líder del Movimiento al Socialismo (MAS) y protagonista de las protestas que desembocaron en la salida forzosa del ex presidente Sánchez de Lozada, hace 20 meses: "Ni EE UU ni la OEA tienen autoridad moral para interferir en la situación de mi país". La presencia de Insulza en La Paz "sería un insulto para Bolivia", añadió Morales, que ha propuesto que Bolivia se retire de la OEA.

Insulza pidió tranquilidad para abordar la crisis, aunque añadió: "No es posible pensar que la OEA no haga nada". A los periodistas les reiteró que "nadie desde fuera debe intervenir", pero que cualquier misión de la OEA "nunca tiene por objeto intervenir, sino mediar, ver cómo podemos ayudar". En el borrador previsto para su aprobación se lamenta la agudización de la crisis y se pide a los actores políticos bolivianos que resuelvan la situación "pacíficamente y con respeto a los derechos humanos y la Constitución". La OEA se pone a disposición de lo que necesiten "las autoridades legítimas de Bolivia para facilitar el diálogo y superar las crisis al tiempo que se garantizan las instituciones democráticas".

El responsable de América Latina en el departamento de Estado, Roger Noriega, dijo a la agencia France Press que "el perfil del presidente Chávez en los acontecimientos de Bolivia es obvio". Alí Rodríguez, ministro venezolano de Exteriores, respondió: "Si tiene pruebas, que las presente", y le acusó de "echar leña al fuego". ¿Financia el régimen de Chávez al MAS? "No, categóricamente; no, indignadamente", dijo Rodríguez.

La crisis coincidió con el frustrante debate de encontrar opciones viables para reforzar la democracia en el hemisferio. La propuesta de EE UU -presentada tarde y mal, y sucesivamente matizada- de poner en pie un mecanismo de seguimiento de la aplicación de la Carta Democrática y de abrir la OEA a los organismos de la sociedad civil sonó a un buen número de países como un caballo de Troya para la "injerencia en asuntos internos".

Independencia y soberanía

Los países abundaron en declaraciones generales de apoyo a la democracia y pocas ganas de experimentos. "Cualquier opción", dijo la uruguaya Belela Herrera, "debe basarse en la personalidad, independencia y soberanía de los países". Fuera de lo habitual, el embajador peruano Alberto Borea dijo que la experiencia del autoritarismo de Fujimori debería abrir los ojos a los demás países: "Lamentablemente, hemos sufrido la actitud claudicante de esta organización. Lo que los peruanos pasamos no queremos que lo sufra ninguna otra nación, se llame como se llame su proceso o se disfrace como se disfrace". "¿Por qué hablamos tan bien de Insulza y le damos luego tan pocas atribuciones?", se preguntó Borea, que pidió a los países no mirar hacia otro lado cuando la democracia está en peligro en alguno de ellos, "como se hizo en los años setenta con las dictaduras, entonces de derechas", y abogó porque en América no haya tanta distancia "entre lo que se dice y lo que se hace". "Mi miedo", explicó luego a EL PAÍS, "es que a la OEA le ocurra como Penélope con su manto: que lo que teje de día lo deshace de noche".

Una solución de compromiso liderada por Chile y apoyada por Brasil, Perú y Colombia, entre otros, echó agua a la propuesta de Estados Unidos hasta disolver los aspectos más intragables para la mayoría. Según el proyecto, la asistencia de la OEA en caso de crisis se haría sólo a solicitud del país interesado.

Eso mismo es lo que ya dice, casi palabra por palabra, el artículo 17 de la Carta Democrática. Lo más osado del compromiso era la propuesta de encomendar al Consejo Permanente "un seguimiento" de la aplicación de la Carta, e incluso eso encontraba resistencias.

El ministro de Exteriores de Bolivia, Juan Ignacio Siles, en la asamblea de la OEA en Fort Lauderdale.
El ministro de Exteriores de Bolivia, Juan Ignacio Siles, en la asamblea de la OEA en Fort Lauderdale.REUTERS

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