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Reportaje:INICIATIVAS SOCIALES

Pasaporte hacia el 'microéxito'

Los microcréditos para inmigrantes, parados y mujeres, se multiplican por 30 en cuatro años

María Gladys, de 53 años, era cantante en Colombia. Cuando llegó a España tuvo que fregar muchos suelos hasta conseguir sus papeles. Nunca renunció a su sueño: montar una academia de música.

Gracias a un microcrédito de La Caixa de 15.000 euros, su escuela Música, Arte y Sonido enseña a 40 alumnos desde hace un año en Aranjuez (Madrid). La organización que le avaló para conseguir su sueño fue la Federación de Mujeres Empresarias (www.femenp.net). En Internet anuncian su programa de microcréditos: "Con tu idea de negocio y un plan de empresa viable el éxito es inminente. Nosotras te ayudamos a que tu sueño se convierta en realidad".

La de María Gladys es una de las 2.275 microempresas (menos de 10 trabajadores) que se crearon en España en 2004 con la concesión de microcréditos. Desde 2000 estas ayudas han crecido de manera exponencial en España. De 1,1 millones de euros en 2001 han pasado a 32,7 millones invertidos en estas operaciones en 2004. La ONU declaró 2005 como el Año Internacional del Microcrédito y el objetivo es llegar a los 100 millones de familias beneficiadas por estos préstamos a escala reducida para montar pequeñas empresas. "Los inmigrantes, las mujeres... los que tenemos más dificultades para obtener un respeto en el mundo laboral tenemos una nueva oportunidad", asegura María Gladys.

El año pasado se crearon 6.812 puestos de trabajo para colectivos en riesgo de exclusión social
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Se consideran microcréditos los programas de concesión de pequeños préstamos a los más necesitados (con intereses de hasta un 6%) para que creen negocios que generen ingresos y así mejorar su nivel de vida, según definió una conferencia internacional en 1997.

Estos programas, que surgieron para combatir la pobreza en el Tercer Mundo, han desembarcado en los países desarrollados y se están convirtiendo en una potente herramienta contra el desempleo. Sobre todo en capas sociales con dificultades para acceder al mercado laboral. Cada microempresa creada generó una media de dos empleos nuevos el año pasado.

En total, gracias a estos programas se crearon 6.812 puestos de trabajo. "La dimensión social está en que personas en riesgo de exclusión social -mayores de 40 años, inmigrantes, jóvenes en situación de precariedad, mujeres, parados de larga duración, minorías étnicas, hogares monoparentales o reinsertados- se han convertido en empresarios y empleadores", explica Silvia Rico, responsable del foro de microfinanzas Nantik Lum. Las más beneficiadas, las mujeres, que en 2004 recibieron el 61% de los préstamos y les permitió mejorar su calidad de vida. Como María Gladys, que de empleada del hogar pasó a directora de academia.

Los negocios favoritos de los microempresarios se dedican a la hostelería, la alimentación o la construcción. El perfil se repite: alguien emprendedor, con una gran idea y un buen proyecto que garantice la rentabilidad del negocio. Las empresas deben generar suficientes ingresos para que los créditos puedan devolverse a las entidades bancarias. En caso de que la empresa fracase, al haberse financiado con el fondo social no hay gran problema. Aunque de momento, se han devuelto el 90% de los préstamos. "Al decidir qué proyecto se financia las cajas de ahorro miran que sea rentable, antes que su interés social", explica Rico.

Aunque los primeros programas de microcrédito en España los concedieron ONG, las entidades financieras, con sus obras sociales, han asumido ese papel. La Caixa es la que destina mayores recursos a la concesión de microcréditos sociales -870 microcréditos por 12,5 millones de euros-, aunque la pionera fue en 2001 la Fundación Un Sol Món de Caixa Catalunya. En 2003 el respaldo de la administración hacia estas iniciativas permitió el despegue de los microcréditos y en 2004 se superaron 32 millones concedidos. Y siguen creciendo. En 2005, la Caixa ha duplicado los recursos destinados al programa financiando 1.500 proyectos.

"¿Cómo se consigue un microcrédito?", se preguntó María Gladys la primera vez que oyó hablar de ellos. Lo primero, una buena idea. Lo segundo, ser una persona en riesgo de exclusión social. Y por último, buscar una entidad social como intermediario ante la entidad financiera. Estos mediadores asesoran al futuro microempresario para elaborar su proyecto y presentárselo a la caja de ahorros. En la academia de María Gladys fue la Federación Española de Mujeres Empresarias. Pero podría haber sido un organismo público, una fundación, una cámara de comercio, sindicatos, o el técnico de desarrollo de un Ayuntamiento o la administración regional.

Para las entidades financieras estos programas son un buen motor para fidelizar clientes. "A diferencia de las subvenciones o becas, a fondo perdido, con los microcréditos obtienen un reembolso, se vuelve a invertir en otros proyectos y se accede a clientes que no llegarían de otra manera", aclara Rico. Los microcréditos se importaron desde el Tercer Mundo, de mano de las ONG. Hoy son un nuevo motor de desarrollo de sectores desfavorecidos. Una oportunidad para salir del agujero y obtener, como Gladys, un pasaporte hacia el microéxito.

El banquero de los pobres

Al economista Muhammad Yunus (Bangladesh, 1940) le llaman el banquero de los pobres. Es el padre de la revolución de los microcréditos y recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Concibió este sistema tras conocer a una mujer que producía artesanías de bambú y que para obtener la materia prima necesitaba endeudarse con prestamistas locales. Yunus comprobó que la pobreza se perpetuaba por la imposibilidad de los pobres de acceder al sistema financiero y optó por hacer un préstamo personal equivalente en total a 30 euros a aquella y a otras 42 mujeres que querían iniciar actividades comerciales y artesanales. Todos los préstamos fueron devueltos a su vencimiento. En 1983 creó el Grameen Bank. En los últimos 20 años se estima que el Banco de los Pobres ha prestado más de 2.000 millones de euros a 3,5 millones de pobres. El banco, con más de 1.000 sucursales, está considerado como el pionero de las casi 7.000 organizaciones que promueven microcréditos.

Casi todos se conceden a mujeres. Dice Yunus que "cuando una mujer consigue rendimientos, los primeros beneficiados son sus hijos". Más del 95% de los créditos son devueltos.

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