España aboga por mantener el texto, sea cual sea el resultado en Francia
El Gobierno español defenderá en la noche del domingo -una vez conocidos los resultados del referéndum francés y sean cuales sean éstos-, el mantenimiento del proceso de ratificación de la Constitución europea. El Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero considera que esta consulta es sólo un paso, aunque especialmente importante, en la siempre difícil construcción de Europa.
El Gabinete prepara desde hace días su reacción a los resultados del referéndum de Francia, una consulta que le afecta directamente. Y no sólo por el compromiso personal del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que se ha implicado en la campaña del sí, sino por su apuesta de política exterior, con Francia como uno de los motores de Europa y el tratado constitucional como el eje de la construcción europea.
En el caso improbable, si se tienen en cuenta los últimos sondeos, de que el veredicto de los franceses sea positivo, cabe esperar la celebración más o menos discreta del milagro de Lille, localidad francesa donde se celebró ayer el mitin socialista de cierre de campaña en el que intervino Zapatero, y del éxito de una política exterior que avanza pese a tirios y troyanos.
Si triunfa el temido no, Zapatero tendrá que batirse en dos frentes: el de la negociación del presupuesto de la UE para el periodo 2006-2013, donde España se juega más de 12.000 millones de euros, que la situación política europea hace cada vez más inalcanzables, y el del debate interno con el PP, que presumiblemente ridiculizará la opción franco-alemana del presidente y su entusiasmo por una Constitución que naufraga.
Fuentes gubernamentales aseguran que, a pocas horas del referéndum francés, sigue sin despuntar ningún plan B. No han llegado indicios de que alguien proponga alguna reunión de emergencia entre los Veinticinco, y lo único que circula es una tendencia extendida a desdramatizar unos acontecimientos que podrían llegar a afectar negativamente a la cotización del euro.
De ahí el mensaje ya preparado de que, en el peor de los casos, el no francés habría sido simplemente un tropiezo en un proceso de integración continental que, al cabo de medio siglo, es irreversible. Con un ojo en la oposición interna, el Gobierno sacará, además, pecho por lo hecho, proclamando que, debido a su éxito económico y a su condición de adalid constitucional, España se ha convertido en un referente básico para toda Europa. Tampoco hay una gran confianza entre los asesores del presidente de que estos mensajes estén llamados a durar mucho, ya que si la hipótesis del no se confirmara también en Holanda, que vota el martes en referéndum, la música de estas reacciones tendría que ser modulada hacia un tono menor, más propio de un funeral.
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