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Reportaje:REFERÉNDUM EUROPEO | El cierre de campaña

El 'sí' a la Constitución repunta en los sondeos

Zapatero y Schröder cierran la campaña francesa con encendidos llamamientos a favor del tratado

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, fue la estrella indiscutible del último mitin del Partido Socialista francés por el al tratado constitucional europeo. Zapatero y el canciller alemán, Gerhard Schröder, protagonizaron ayer sendos mítines en Francia -el primero, en Lille, y el segundo, en Toulouse- en ayuda de sus correligionarios franceses, que el domingo se juegan algo más que la victoria del o del no en el referéndum: el futuro del propio Partido Socialista, que se ha partido por la mitad en este debate. El cierre de campaña coincide con un repunte del sí, que en las últimas encuestas alcanza el 49% de la intención de voto, frente al 51% del no. El optimismo rebrota entre los defensores del tratado, que no dan la batalla por perdida.

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El mitin de Lille tuvo un aire optimista, en contraste con el tono sombrío que los últimos días utilizaban los partidarios de la Constitución europea. Y es que un rayo de esperanza pareció abrirse ayer, último día de la campaña. La llamada desesperada del presidente Jacques Chirac, el jueves, parece haber surtido efecto. Ayer, los militantes socialistas se hacían eco de la bajada del no en los últimos sondeos que llegaban como un bálsamo revitalizante para las agotadas huestes del de izquierdas. La encuesta de CSA para Tribune de Genève, realizada el jueves y el viernes, daba cuenta de una bajada de tres puntos al no, dejándolo en un 52%. Y un último sondeo de este mismo diario suizo, realizado el viernes, ofrecía un nuevo descenso del voto encontra, que alcanzaría un 51%, con el pisándole los talones. Exactamente el mismo resultado ofrecía la encuesta de TNS-Sofres, hecha pública anoche.

En ese clima de optimismo, Zapatero, convertido en auténtico icono del socialismo europeo, encandiló a una audiencia joven y entregada que llenaba el pabellón Zenith de Lille. Echó mano primero de lo mejor de su balance como gobernante socialista, desde el aumento de las pensiones hasta las medidas por la igualdad de las mujeres, para acto seguido utilizar un discurso europeísta de corte tradicional, destacando las bondades del modelo europeo, comparándolo con el resto del mundo, especialmente con EE UU. "Europa es paz, unión, solidaridad", sentenció, "Europa no puede avanzar sin Francia. Los españoles queremos que Francia vote sí, los europeos queremos que Francia vote sí", añadió. "El es optimista, el no es un laberinto, el no es triste, el no es pesimista, y yo, con los pesimistas no me voy el fin de semana a ningún sitio", dijo levantando el entusiasmo de los presentes.

Progreso social

Abrió el acto la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, la hija de Jacques Delors y la mujer que como ministra impuso en Francia la semana laboral de 35 horas, ahora torpedeada por el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin. Aubry presentó a Zapatero como el hombre que en su investidura clamó por "un infinito deseo de paz y de progreso social".

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Acto seguido, el primer secretario del Partido Socialista, François Hollande, y Zapatero aparecieron juntos en el escenario. "Estamos a dos días de nuestra cita con Europa. Todo está abierto, que todo es posible y que tenemos que ganar", dijo Hollande. "Hay que poner la papeleta del en la urna", añadió, "y guardarse la papeleta del no en el bolsillo para utilizarlo en 2007 y decirle no a Chirac".

Dirigiéndose a Zapatero, Hollande le dijo: "Vuestra victoria en España nos dio un soplo a los socialistas franceses; retiraste las tropas españolas de Irak, respetaste tu promesa y tomaste una decisión, desbloquear la Constitución europea. Si hoy los franceses podemos votar la Constitución es gracias a la acción de Zapatero".

La llamada solemne de Chirac a la "responsabilidad" de los franceses ante un momento "histórico" podría haber tocado la tecla clave para convencer a este electorado que los sondeos muestran todavía indeciso e incluso a algunos a quienes el cuerpo les pide el no, pero que la razón y una buena dosis de conservadurismo atávico, ante las catástrofes que les vaticinan desde el poder, les inclinarían en el último momento hacia el sí. La llamada a "no equivocarse de pregunta" y la abierta alusión a un cambio de Gobierno también podrían influir en el cambio de intención de voto.

A esta ciudad del norte de Francia, que fuera el centro de la industria textil francesa y que ha sufrido una de las más duras reconversiones, también llegaron ayer las últimas declaraciones del jefe del no, el ex primer ministro socialista Laurent Fabius, reclamando ya el liderazgo y pidiendo que "el Partido Socialista se reúna en torno a la decisión de los votantes".

El PS se juega el alma en este envite. Mientras para el centro-derecha gobernante es una cuestión de nombres y luchas por el poder, en el PS, ya centenario, la posibilidad de una fractura ya no es sólo un mal sueño, sino una amenaza tangible. Fabius, el hombre que en su momento acabó con el programa común de la izquierda en los ochenta, imponiendo una disciplina monetarista a ultranza, intenta ahora capitalizar su disidencia arrastrando al PS hacia la izquierda para reeditar una alianza con comunistas, trostkistas, antiglobalizadores y demás grupos de extrema izquierda. El alcalde de París, el socialista Bertrand Delanöe, hizo unas declaraciones comparando el con la sorprendente victoria del Liverpool en la Liga de Campeones después de ir perdiendo por tres a cero en la primera parte. Y puede ser cierto. En las filas del no se empieza a detectar cierta relajación. Algunos, como el propio Fabius, ya vendían la piel del oso antes de haberla cazado proponiéndose para "reagrupar", no sólo el partido, sino la izquierda e incluso Francia.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (izquierda), y el líder socialista francés, François Hollande, durante el mitin de Lille.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (izquierda), y el líder socialista francés, François Hollande, durante el mitin de Lille.REUTERS

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