Mandatarios de todo el mundo conmemoran hoy en Moscú la derrota del nazismo
La celebración del Kremlin está marcada por una polémica entre Putin y los países bálticos
Con un despliegue de medidas de seguridad sin precedentes, Moscú se convierte hoy en centro de las conmemoraciones del 60º aniversario del fin de la II Guerra Mundial, a las que asisten más de 50 mandatarios de todo el mundo, algunos de los cuales llegaron con sentimientos divididos a la capital rusa. La "fiesta de la Victoria", tal como ha sido organizada por el Kremlin, ha sido precedida de una agria controversia entre Moscú y los Estados vecinos, especialmente los países del Báltico, sobre el papel de la URSS a raíz del pacto germano-soviético de 1939 y el orden geopolítico de la posguerra.
Los aniversarios de la II Guerra Mundial, conocida en Rusia como la Gran Guerra Patria, se celebraban habitualmente con emotivos paseos populares en la capital. Este año, sin embargo, la fiesta, por lo menos en Moscú, no pertenece a los ciudadanos de a pie, que por razones de seguridad han visto vetado su acceso al centro, sino al presidente, Vladímir Putin, y a sus invitados.
Las celebraciones de hoy ni siquiera están en función de los supervivientes de aquella contienda, en la que, según las cifras oficiales, perecieron casi 27 millones de soviéticos. Los septuagenarios y octogenarios, invitados a presenciar el desfile de la plaza Roja hoy a las diez de la mañana (dos horas menos en la España peninsular), han sido advertidos de que deben estar en las tribunas dos horas antes, y de que el acceso de metro más cercano se cierra a las 7.30.
En las principales calles de Moscú hay policías y soldados permanentemente apostados cada 50 metros. El Kremlin no ha olvidado que en fechas como la de hoy el terrorismo se ha cobrado un alto precio. En 2002, en Kaspisk, en el Cáucaso, un atentado en pleno desfile causó 42 muertos, entre ellos 12 niños, y dejó 135 heridos. El año pasado, en Grozni, la capital de Chechenia, una bomba colocada en el estadio donde se realizaba la exhibición militar acabó con la vida de Ajmad Kadírov, el líder checheno prorruso. En vísperas de las celebraciones, los servicios de seguridad rusos en Chechenia afirmaron haber exterminado a varios potenciales terroristas, entre ellos dos supuestas mujeres suicidas.
Revoluciones democráticas
Las revoluciones democráticas en el espacio ex soviético han puesto en crisis las relaciones entre Rusia y sus aliados en la Comunidad de Estados Independientes, que ayer se reunieron en una cumbre informal en Moscú.
Al filo de esta cumbre, el presidente de Ucrania, Víktor Yúshenko, firmó con su colega ruso un acuerdo de cooperación de 15 puntos, que incluye la creación de una comisión bilateral dirigida por ambos. La ausencia más notable ayer en la reunión de este club de 12 miembros, que el mismo Vladímir Putin ha considerado como un instrumento para un "divorcio civilizado", fue la del presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, que tampoco asistirá hoy al desfile en la plaza Roja.
Georgia, patria chica del dirigente Iósif Stalin y del soldado que alzó la bandera soviética en el Reichstag, protesta así por la negativa de Moscú de retirar sus tropas del territorio georgiano en el año 2008. Saakashvili actuará de anfitrión del presidente norteamericano, George W. Bush, quien viaja a Tbilisi después de su etapa rusa. Bush, que llegó a Moscú ayer por la tarde, se reunió a puerta cerrada con el presidente Vladímir Putin en Novo-Ogarevo, una residencia oficial en las afueras de la ciudad.
A pesar de las observaciones críticas sobre la democracia y la historia que ambos dirigentes cruzaron previamente a su cita, Putin y Bush se mostraron corteses. El primero agradeció a su invitado la decisión de acudir a Moscú y expresó su esperanza de que la envergadura de la cooperación ruso-norteamericana ayudará a resolver problemas internos. Bush, que la víspera había calificado de "ocupación" la presencia de la URSS en el Báltico, elogió al pueblo ruso, "que se entregó completamente a la lucha contra el fascismo y que logró la victoria".
Putin quiso compartir sus impresiones del viaje por Oriente Próximo y Bush agradeció a su interlocutor su contribución en esta región y su trabajo ante Irán. En el marco de los festejos moscovitas está prevista una reunión de representantes de los países del cuarteto sobre Oriente Próximo y es previsible que Moscú reitere ahí su iniciativa sobre una conferencia internacional.
Represión estalinista
El presidente norteamericano se reúne esta mañana con representantes de organizaciones cívicas y será así uno de los invitados que subrayan sus propias prioridades y matice su presencia en Moscú. Otro tanto hace el líder polaco, Alexandr Kwasniewski, que honrará la memoria de las víctimas de la represión estalinista. Es probable que también la presidenta letona, Varia Vike-Freiberg, la única líder del Báltico que ha acudido a Moscú, marque sus distancias.
La firma de un tratado entre Letonia y Rusia, que los representantes de la Unión Europea habían esperado presenciar como símbolo de la superación del pasado, no será posible, porque Letonia presentó a Rusia una declaración unilateral que en la práctica supone el mantenimiento de pretensiones territoriales a Rusia.
El ímpetu por rehabilitar a Stalin ha tenido resultados concretos en la ciudad de Mirni, en Siberia Oriental, donde una multitud enardecida inauguró ayer una estatua del dictador. El alcalde, Anatoli Popov, elogió a Stalin como el "gran hijo de Rusia" y dijo que éste "murió sin un rublo en el bolsillo, sin una cuenta bancaria, sin buenos muebles y sin propiedades inmobiliarias".
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