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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Chávez se radicaliza

Hugo Chávez enlaza declaraciones, gestos y hechos que convergen en un preocupante alejamiento de los patrones democráticos y perfilan a la vez el alejamiento de Caracas de sus aliados tradicionales en un rumbo de colisión con Washington. Esta misma semana, el presidente venezolano ha suspendido un acuerdo de cooperación militar entre su país y EE UU vigente durante los últimos 35 años, y ha viajado de nuevo a La Habana para lapidar el atascado proyecto estadounidense de libre comercio latinoamericano y estrechar relaciones económicas con la dictadura castrista, una cooperación que tanto Chávez como Castro consideran el modelo alternativo.

El entendimiento entre Caracas y La Habana excede con mucho lo comercial. La ruptura del acuerdo militar con Washington, alegando actividades propagandísticas de los oficiales estadounidenses destacados en Venezuela, es sólo una muestra de una política de la que también forman parte la reestructuración de las Fuerzas Armadas venezolanas según el modelo cubano de considerar a EE UU la amenaza primordial y la compra de armamento en que Chávez está embarcado: rifles de asalto, helicópteros, aviones, fragatas... Decisiones todas ellas adoptadas por el presidente de un país que suministra a EE UU casi el 15% del petróleo que éste consume.

Venezuela se ha convertido en el problema principal de Washington en Latinoamérica, donde los acontecimientos en general pintan lo suficientemente mal para EE UU como para que Bush haya enviado en giras regionales sucesivas a sus ministros de Defensa y de Exteriores. Condoleezza Rice ha hecho de la cuestión venezolana una de las prioridades de su reciente entrevista con el moderado presidente brasileño. Sobre Lula, amigo personal de Chávez, recaería la misión de intentar persuadir a éste de que no siga avanzando por un camino que puede comprometer la estabilidad del subcontinente.

Las afinidades de Chávez y su política exterior serían menos inquietantes si no estuvieran acompañadas de un recorte de las libertades en Venezuela. La revisión del Código Penal en materia de prensa y la entrada en vigor de la ley mordaza (técnicamente, de Responsabilidad Social de Radio y Televisión) han tenido por efecto instaurar una descarada censura, denunciada por organizaciones internacionales y profesionales de la información, que agrava la discrecionalidad gubernamental para acallar la disidencia. Hugo Chávez ha acumulado, a través de sucesivas elecciones o consultas populares, más poder del que hubiera podido soñar. Este dominio sin contrapesos es lo que impulsa la alarmante deriva autoritaria del caudillo populista.

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