Bush avisa a Siria e Irán y pide reformas democráticas en Egipto y Arabia Saudí
El presidente de EE UU abre el polémico debate sobre la privatización del Estado de bienestar
Un George W. Bush optimista y seguro de sí mismo ofreció en su discurso sobre el estado de la Unión algunos detalles de su plan de privatización parcial de las pensiones, que, en su opinión, "van hacia la bancarrota", y pidió discutir una reforma que tiene a los demócratas en contra -y a muchos republicanos inquietos- y que va a ser el caballo de batalla político del año en EE UU. Bush reiteró su apuesta por la libertad y la lucha contra la tiranía con el envío de claros mensajes de aviso a Irán y Siria, pero también con la petición de reformas en Arabia Saudí y Egipto, y la promesa de ayudar a israelíes y palestinos.
Tras las elecciones en Irak, que se abre una nueva fase, dijo Bush: "Aumentaremos nuestros esfuerzos para ayudar a preparar unas fuerzas iraquíes de seguridad cada vez más capaces". EE UU "no se impondrá un calendario artificial para salir de Irak, porque eso estimularía a los terroristas", añadió el presidente, que homenajeó después a los soldados y recordó a los muertos en la persona del marine Byron Norwood. Bush prometió compromiso político y ayuda económica a israelíes y palestinos porque "el objetivo de dos Estados democráticos viviendo juntos y en paz está al alcance de la mano".
Los buenos de la noche fueron iraquíes, afganos, palestinos y ucranios. Los malos, Siria -"que permite que en su territorio y en partes de Líbano actúen los terroristas"- e Irán, "el principal Estado patrocinador del terror, que quiere tener armas nucleares mientras priva a su gente de la libertad". A los iraníes, este mensaje: "Cuando defendéis vuestra libertad, América está con vosotros". Y a aliados incómodos pero básicos, un toque de atención: "Arabia Saudí puede demostrar su liderazgo ampliando el papel de su gente en la toma de decisiones". Y Egipto, "que abrió la vía de la paz en Oriente Próximo, puede ahora mostrar el camino de la democracia".
La lucha contra el terrorismo -que ocupó mucho menor espacio que en los dos anteriores discursos sobre el estado de la Unión- seguirá, pero "a largo plazo, la paz que queremos sólo se puede conseguir eliminando las condiciones que alimentan el radicalismo y las ideologías del asesinato", con lo que hay que evitar que "regiones enteras del mundo vivan en la desesperación y crezcan en odio", porque "serán los campos de reclutamiento del terror". ¿La solución? Lo que ya adelantó Bush en su toma de posesión: "La única fuerza suficientemente poderosa como para acabar con la tiranía y el terror y sustituir el odio por la esperanza es la fuerza de la libertad". EE UU "no tiene derecho, ni deseo ni intención, de imponer su forma de gobierno a nadie (...). Nuestro objetivo es construir y mantener una comunidad de naciones libres e independientes, con Gobiernos que respondan a sus ciudadanos y reflejen sus propias culturas".
Lo más esperado de la noche era la iniciativa de privatización parcial de las pensiones. El sistema "fue uno de los grandes éxitos del siglo XX", dijo Bush, pero, si no hay cambios, "se dirige hacia la bancarrota" [el sistema seguirá ingresando más de lo que gasta hasta 2018, y tiene reservas para cubrir los beneficios hasta 2042; según la Oficina Presupuestaria del Congreso, las pensiones son solventes hasta 2052]. El presidente planteó la reforma como una obligación generacional con los que ahora son jóvenes y que serán jubilados dentro de decenas de años y expuso algunas líneas: los cambios no afectarían a los que ahora tienen 55 años o ya están disfrutando de sus pensiones; al resto, se les ofrecería la posibilidad de desviar el 4% de sus aportaciones a la seguridad social hacia cuentas personales que podrían invertir en los mercados de valores. El plan entraría en vigor a partir de 2009.
¿Se reducirán beneficios? ¿Aumentará la edad mínima de jubilación? ¿Quién y cómo pagará la merma en la recaudación? Éstas y otras son preguntas sin respuesta. "Son ideas que están sobre la mesa", dijo Bush, que sabe que esta reforma es mucho más profunda y política de lo que parece -acercar a los jóvenes al mercado de valores- y que también es consciente de que no saldrá adelante sin los demócratas, que tienen minoría de bloqueo en el Senado y que ayer cargaron contra el plan y aseguraron que no tendrían fisuras en su oposición. El presidente -que además prometió un presupuesto para 2006 con fuertes recortes de gasto, batalla que se abrirá el lunes- ya no vuelve a pasar por las urnas, pero los congresistas sí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.