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EL DEBATE PARLAMENTARIO DEL 'PLAN IBARRETXE'

Ibarretxe afirma que seguirá adelante con su plan pese al rechazo del Congreso

Montesquieu y su división de poderes vivieron ayer un día raro. El Congreso de los Diputados rechazó tomar en consideración la propuesta del Parlamento vasco para reformar el Estatuto de Gernika, y lo hizo, como estaba anunciado, de forma aplastante: con los votos del PSOE, PP, CC, IU y Chunta Aragonesista (313 en total) frente a los de PNV, CiU, ERC, BNG, EA y NB (29). Hubo dos abstenciones, de IC-V, y se registraron seis ausencias: cinco diputados del PSOE y uno del PP. Lo raro fue que para defender la propuesta llegó hasta el Congreso Juan José Ibarretxe, que había sido elegido para representar al Parlamento de Euskadi pero fue saludado por casi todos los oradores como lehendakari, y él mismo se presentó como "representante de un pueblo pacífico y civilizado"; en definitiva era el presidente del Gobierno vasco el que aseguró en la tribuna que, pase lo que pase, seguirá adelante con su proyecto y que el camino emprendido "no tiene vuelta atrás y terminará en un momento determinado con una consulta democrática a la sociedad vasca", es decir, que volvió a anunciar lo que los demás llaman referéndum.

Zapatero sostiene que la relación entre España y Euskadi la decidirán todos los vascos y los españoles
Rajoy rechaza el proyecto por "ilegal" y asegura que el PP nunca traicionará la memoria de las víctimas de ETA
El 'lehendakari' declara que no hay "vuelta atrás" y que el proceso terminará "con una consulta democrática a los vascos"
Los portavoces de los partidos nacionalistas defendieron un nuevo modelo de Estado
Pérez Rubalcaba propuso que el diálogo vuelva a empezar en el País Vasco
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Su presencia visualizó, aun por encima de sus posibles deseos, que se hablaba del plan Ibarretxe y que él mismo venía a defenderlo en persona. Era el presidente del Ejecutivo el que llegaba, aunque con la representación del legislativo autónomo, para defender su propuesta ante el legislativo nacional.

La primera réplica se la dio el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que con formas suavísimas opuso una negativa radical a la pretensión del lehendakari. Le espetó: "Ninguno de nosotros, por sí solo, habla en nombre de todo un pueblo (...) La relación del País Vasco con España la decidirán todos los vascos, no la mitad, y todos los españoles".

En medio de un lenguaje muy suave en las formas, Zapatero llegó a formular una amenaza, o una advertencia, sin entrar en ningún tipo de detalles: "Al Gobierno le corresponde cumplir y hacer cumplir la legalidad, y así lo hará si fuese necesario".

El líder del PP, Mariano Rajoy, hizo un discurso muy contundente con apelaciones al Derecho, contraponiendo los de las personas a los mitos nacionalistas que se apoyan en vagorosos derechos de los pueblos; también apeló a la visceralidad, siempre en tono muy moderado y con largos recuerdos a las víctimas del terrorismo.

Las intervenciones de los portavoces nacionalistas -PNV, CiU, ERC, EA BNG y Nafarroa Bai- dejaron al descubierto que la jornada de ayer puede marcar un antes y un después, al margen del resultado concreto de la votación, en el debate sobre la forma de Estado. La presión dialéctica de todos ellos fue de gran intensidad pidiendo un cambio de modelo.

La jornada de ayer, en la que se vivieron momentos de gran altura, tuvo todo el aire de lo extraordinario: medidas de seguridad muy estrictas en torno al Congreso desde primeras horas de la mañana, decisión de la Junta de Portavoces para que, al margen de lo previsto por el Reglamento, Ibarretxe tuviese un turno de réplica, la presencia del lehendakari en un escaño junto al Grupo Popular y la evidencia de consignas muy serias a los diputados para que mantuviesen una actitud de respeto absoluto.

A Ibarretxe lo recibió en la verja del Congreso la vicepresidenta primera de la Cámara, Carme Chacón, y lo sentaron junto a algunos de los diputados populares que suelen destacarse por una cierta belicosidad verbal en los debates, pero hacía mucho tiempo que no podía seguirse un Pleno en el hemiciclo en medio de un silencio casi religioso. La idea era que cualquier intemperancia frente a Ibarretxe suponía tanto como una baza electoral para el nacionalismo. Sólo cuando el lehendakari hizo una referencia al acuerdo entre Zapatero y Rajoy se escuchó un murmullo y en su réplica pidió a los populares que mantuviesen la calma, tras una muy ligera protesta.

La intervención de Zapatero ya había evidenciado que el foso era insalvable, pese a que el presidente hizo apelaciones al futuro, aceptó que la votación cerraba el debate "pero no" lo resolvía y que ahora se asiste "a un nuevo comienzo, a un proyecto para Euskadi y para el resto de España". Zapatero había utilizado una idea-fuerza para arrancar su discurso: "si vivimos juntos, debemos decidir juntos".

Ibarretxe pulverizó la propuesta de concordia en su réplica: "Tenemos que poder decidir vivir juntos, la convivencia no se puede imponer. No hay cosa peor que alguien tenga que vivir contigo porque no le queda más remedio".

Zapatero volvió a la tribuna y empezó por decirle que el vivir juntos es una realidad evidente y que su condición de lehendakari arranca de la Constitución que libremente se han dado todos. Además le aseguró a Ibarretxe que intentar cambios de envergadura constitucional con el 51% de los votos acaba en fracaso. Se puede gobernar con ese porcentaje, dijo, pero no hacer cambios de normas trascendentales. Le invitó a buscar el 70%, el 80% o el 100% del acuerdo y le dio seguridades de que hay "juego limpio y voluntad de aumentar el autogobierno".

Gaspar Llamazares (IU) en su segunda intervención le aseguró al lehendakari que nunca había oído una apelación como la que había hecho a la decisión previa de "decidir vivir juntos". Y el portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, remachó una y otra vez la idea de que "ya vivimos juntos" que eso es una realidad y una evidencia incontestables. La suavidad extrema en las formas de la primera intervención de Zapatero eclipsó en parte la dureza del fondo y pudo esconder, en cierto modo, la radicalidad de las diferencias.

Si flotaba en el ambiente algún asomo de ambigüedad, Rubalcaba, en nombre del grupo socialista, se encargó de disiparlo. Rajoy llegó a decir que le había gustado más la intervención del portavoz socialista que la del presidente del Gobierno. Zapatero no había hecho mención al contenido del Estatuto, tampoco lo había mencionado Ibarretxe, pero Rubalcaba entró de lleno en la descalificación de la propuesta por anticonstitucional y por hacer tabla rasa del Estatuto de Gernika.

Rubalcaba defendió que "el proceso de diálogo vuelva a empezar en el País Vasco" y reprochó a Ibarretxe que los pasos dados para la aprobación de la reforma incluso conculcan las previsiones del propio Estatuto vasco.

Juan José Ibarretxe escucha desde uno de los escaños de la parte alta del hemiciclo, correspondiente a una diputada del PP, las intervenciones de los portavoces parlamentarios.
Juan José Ibarretxe escucha desde uno de los escaños de la parte alta del hemiciclo, correspondiente a una diputada del PP, las intervenciones de los portavoces parlamentarios.LUIS MAGÁN

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