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Reportaje:TRASPLANTES

Medio siglo de trasplantes

España constituye un referente mundial en donación y eficacia en la asignación de órganos

Cinco décadas de trasplantes han dado para mucho: la técnica quirúrgica que en los años sesenta abría grandes expectativas pero que aún daba resultados muy pobres se ha convertido hoy en una intervención prácticamente rutinaria en muchos países, dando una oportunidad a cientos de miles de enfermos, muchos de los cuales no hubieran podido seguir viviendo sin recibir un órgano donado.

En las últimas décadas, los cirujanos han aprendido a trasplantar casi todos los órganos vitales y muchas partes no vitales del cuerpo humano. Los avances en cirugía, anestesia y cuidados intensivos, y el descubrimiento de inmunosupresores eficaces contra el rechazo han ampliado la longevidad y la calidad de vida de los pacientes, y los cirujanos se atreven hoy incluso con los trasplantes a enfermos de diabetes o sida, que antes tenían las puertas cerradas de las listas de espera para recibir órganos.

"El problema es que hoy nos ahoga el propio éxito", señala el doctor Carles Margarit
La supervivencia de los pacientes en España es la misma que en los países más avanzados
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Los índices de supervivencia de los pacientes logrados en la actualidad eran impensables hace unos años. En España, por ejemplo, la supervivencia media de un paciente trasplantado de hígado o de corazón es del 85% al cabo de un año y del 54% después de una década.

Estos índices nada tienen que ver con los que consiguieron los pioneros de los trasplantes de órganos. La primera intervención considerada exitosa -con una supervivencia superior al año- fue la de un injerto de riñón de donante vivo. Fue el 23 de diciembre de 1954 en el que hoy es el Brigham and Women's Hospital de Boston (Estados Unidos), donde el doctor Joseph E. Murray trasplantó a un paciente un riñón de su hermano sano, gemelo univitelino (genéticamente idéntico), circunstancia que permitió salvar el gran escollo que constituía entonces el problema del rechazo. El enfermo sobrevivió ocho años.

A esta intervención le habían precedido otras, pero con resultados realmente cuestionables. El primer trasplante de corazón realizado en el mundo, por ejemplo, que causó gran conmoción en la opinión pública, lo dirigió el doctor Christian Barnard en Ciudad del Cabo (Suráfrica) en 1967. El paciente no sobrevivió más de tres semanas.

Tras la primera euforia de los trasplantes, y con un balance no muy halagador, se abrió un paréntesis caracterizado por un abandono generalizado de la técnica que se prolongó hasta principios de los años ochenta, cuando el descubrimiento de la ciclosporina -el inmunosupresor más eficaz contra el rechazo- abrió de nuevo las expectativas del injerto de órganos como un procedimiento quirúrgico eficaz y generalizable. Fue entonces cuando España, que había perdido el tren de los trasplantes durante el primer boom de la técnica, apretó el acelerador y ganó el tiempo perdido y llegó a situarse a la cabeza mundial en este tipo de intervenciones.

"El problema que tenemos ahora es que estamos ahogados por el propio éxito, ya que aumentan las indicaciones para el trasplante pero nos limita la falta de donaciones", señala el doctor Carles Margarit, quien junto a su colega Eduard Jaurrieta realizó en abril de 1984 en el Hospital de Bellvitge (Barcelona) el primer trasplante hepático de España. No era el primer injerto de órgano realizado en España: en el Hospital Clínico de Barcelona se hizo el primer trasplante renal en 1965, y en el mismo hospital, en 1983, el primero de páncreas. Y después se acometerían con éxito los de corazón (1984), pulmón (1990) e intestino (1999), entre otros.

"Aquella hazaña fue la culminación de un trabajo realizado fuera de España", recuerda Margarit, que estuvo preparándose durante un año en Estados Unidos antes de trasplantar el primer hígado en Bellvitge. El cirujano destaca con enorme satisfacción que 20 años después de aquella experiencia, España "es el país donde, proporcionalmente a su número de habitantes, se realizan más trasplantes hepáticos del mundo". En el 2003 se superó el millar de trasplantes de hígado con una tasa de supervivencia después de un año del 85%, y del 75% a los cinco años de la intervención. Las mismas tasas que se logran en los países más avanzados desde el punto de vista tecnológico.

Margarit explica que la razón de este éxito no hay que buscarla sólo en la tasa de donaciones de órganos española, la más elevada del mundo -el año pasado siguió aumentando situándose en 34,6 donaciones por millón de personas-, sino también en el modelo organizativo de extracción, asignación y trasplante de órganos, considerado de referencia para el resto de países del mundo.

Un modelo que arranca con la aprobación de la Ley sobre Extracción y Trasplantes, en octubre de 1979, y la creación de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), a propuesta del Grupo Parlamentario Socialista, que quería dar respuesta de esta forma a una creciente demanda social y científica. En esta ley se establecieron los criterios básicos del consentimiento de la donación altruista, del diagnóstico de muerte y de la necesidad de un sistema organizativo que hiciera posibles los trasplantes.

"Cada gran hospital posee un equipo coordinador de trasplantes que trabaja en red con el resto de centros. En cuanto se detecta un caso de muerte cerebral empieza una carrera vertiginosa para localizar de forma inmediata al receptor más idóneo a través de la ONT. Todo un engranaje se pone en marcha para que no se pierda ningún órgano por el camino", explica Margarit.

Aunque España se sitúa a la cabeza de la clasificación mundial de donaciones, todavía existe un 18% de familias que se niegan a donar órganos de su allegado fallecido. Se trata de una de las tasas más bajas del mundo -en Italia, por ejemplo, un 30% de las familias niegan la donación de órganos del fallecido, tasa que se eleva al 40% en países como Holanda o Estados Unidos-, pero la Organización Nacional de Trasplantes se ha propuesto rebajarla todavía más a través de campañas de sensibilización que apela a los ciudadanos a hacerse donantes "por un elemental principio de solidaridad".

Y es que la lista de personas que esperan un trasplante de órganos sigue engrosándose año a año. España ha empezado el nuevo año con 5.000 pacientes en espera de un nuevo órgano. Más de 4.000 necesitan un riñón; 700, un hígado; 145, un pulmón y 116, un corazón. Otras 79 personas esperan ser trasplantadas de páncreas y 6 aguardan un intestino.

De acuerdo con la ONT, año tras año aumentan las donaciones hechas por personas de edad avanzada, mientras los accidentes de tráfico disminuyen como causa de fallecimiento de los donantes.

Órganos de donantes vivos

El trasplante de órganos de donantes vivos, cuando es posible, constituye una alternativa ante la escasez crónica de órganos.

Los trasplantes hepáticos de donantes vivos se están realizando desde hace años y obtienen buenos resultados cuando éstos están emparentados con el receptor, circunstancia que disminuye el rechazo. En Estados Unidos, el número de riñones procedentes de donantes vivos ha superado al de cadáveres desde el año 2001. En España no se ha llegado a esta situación, pero el número de trasplantes renales de donantes vivos crece cada año. En 2004 se realizaron 61, frente a los 2.125 de donantes fallecidos. Aunque en un número más reducido, también se realizan en España cada vez más trasplantes hepáticos de donantes vivos. En este caso se injerta al receptor un pedazo de hígado del donante. Si en los años noventa no se practicaban más de dos intervenciones anuales de este tipo, a partir del año 2000 los trasplantes de un trozo de hígado de un donante vivo aumentaron hasta alcanzar los 40 en el año 2003, de acuerdo con los datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

En Estados Unidos, un equipo del Massachussets General Hospital de Boston está buscando otra salida a la falta de órganos: el xenotrasplante, de cerdo a humano, que podría intentarse en menos de una década, en opinión de los investigadores.

Aunque todavía en fase inicial e incierta, la investigación con células madre también abre nuevas expectativas para resolver el problema de la carencia de órganos. "Si se crean células del propio paciente capaces de generar insulina, ya no será necesario el trasplante de páncreas en pacientes diabéticos", señala Carles Margarit.

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