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Reportaje:VIDEOJUEGOS Y VIOLENCIA SEXISTA

El 'best seller' de la polémica

El violento mundo de los pandilleros de 'Grand Theft Auto San Andreas' ha llegado a 500.000 hogares españoles

Patricia Gosálvez

El videojuego estrella de estas navidades es para mayores de 18 años. Grand Theft Auto San Andreas (GTA) narra el ascenso de un ex convicto negro en el mundo de las bandas callejeras de la Costa Oeste de Estados Unidos. El protagonista debe cumplir misiones que van desde jugar al baloncesto hasta robar y conducir un taxi o aniquilar bandas enemigas. En general, el crimen se castiga con la persecución policial, y se premia con botines o el aumento de la reputación. El título de la consola PlayStation 2, alabado unánimemente por la prensa especializada, proporciona unas 300 horas de juego en las que el jugador tiene gran libertad para interactuar en un entorno visualmente realista en el que se dan situaciones relacionadas con el crimen.

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Desde su lanzamiento el pasado 29 de octubre se han vendido aproximadamente medio millón de copias en España, facturando unos 33 millones de euros. "En cinco o seis semanas superaremos la recaudación de la película Titanic, el mayor evento de ocio en este país", indica Juan González, director de Take2, editores de GTA.

"Amnistía Internacional denuncia el fomento que [GTA] hace de la violencia contra las mujeres", explica Óscar Gutiérrez, autor del informe de AI Con la violencia contra las mujeres no se juega. Durante la presentación de dicho informe el pasado día 29, Gutiérrez ilustró el tipo de secuencias que GTA contiene con una partida que, aunque no es obligatoria para pasar el juego, la libertad del mismo permite: el personaje contrata a una prostituta cuyos servicios tienen lugar a escondidas en un coche; al terminar la agrede, la prostituta saca una pistola y lo mata. La secuencia podría haber terminado al revés, con el protagonista matando a la prostituta y recuperando su dinero. Para AI este tipo de contenidos, a pesar de su clasificación para mayores de 18, contravienen la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de 1984 y fomenta el desprecio por los derechos humanos.

"El jugador disfruta de la impunidad, pero ello no tiene nada que ver con sus sensaciones en el mundo real", explica Gonzo Suárez, creador de videojuegos. "GTA ofrece el reto de sobrevivir como un pandillero. Tiene más capacidad para emocionarte que una película, pero tu implicación no es mayor. El logro es ofrecerte esa experiencia sin tener que vivirla. El problema es que siempre opinan los que no juegan, y la gente se asusta ante los nuevos medios", explica Suárez, recordando la caza de brujas del macarthismo.

Existen dos posturas enfrentadas sobre los juegos para adultos. La industria y los usuarios consideran que se trata de obras de expresión artística, que no contienen más violencia que otros medios, y que controlar sus contenidos sería una forma de censura: "GTA no pretende transmitir ningún valor, ni es un producto educativo. Es una obra de creación para adultos que busca entretener y recrear el ambiente en el que se desarrolla la historia", dice la compañía editora. Sin embargo, para algunos expertos, como Enrique J. Díez, autor de un reciente estudio de la Universidad de León, el problema, independientemente de la edad, es el componente lúdico: "Es muy cuestionable que matar prostitutas sea un juego. Y mucho más que ello se considere una obra de arte".

Unos y otros están de acuerdo en que los menores no deberían tener acceso a GTA: San Andreas, en cuya carátula sólo aparece el aviso de contenidos violentos, a pesar de que también contiene lenguaje soez, referencias sexuales, discriminación y alusión a las drogas.

Dos imágenes del juego <i>Grand Theft Auto San Andreas.</i>
Dos imágenes del juego Grand Theft Auto San Andreas.TAKE2

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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