Los huertos vuelven a la urbe

La música de un centro comercial o el despiste hacen que el cliente de un supermercado no tarde mucho tiempo en decidirse por un producto u otro y echarlo al carro de la compra. Analizar los componentes o cuestionarse cómo puede ser tan barato, muchas veces por debajo de su precio de coste, son algunas de las preguntas que todo cliente debería hacerse, según varias asociaciones de consumo responsable que ayer participaron en una mesa redonda organizada por el Foro Social de Málaga en el campus universitario de la ciudad.

"Cuando cogemos un bote de lentejas no nos preguntamos si vamos a consumir un producto transgénico [que ha sido alterado genéticamente] simplemente lo echamos al carro", comentaba Vicente Seguí, vicepresidente de la asociación malagueña de consumidores y productores La Breva al tiempo que aconsejaba pararse a pensar "por qué determinados productos nos sientan mal", o hacen que nos sintamos apagados y sin ganas de hacer nada.

La reflexión de Seguí hizo que unos de los participantes preguntara cómo se puede averiguar si uno producto no es del todo aconsejable o dónde adquirir alimentos libres de sospecha. Carola Reintjes, coordinadora Iniciativas de Economía Alternativa y Solidaria (Ideas) y miembro del Foro Social Mundial, explicó que Ideas trabaja en un observatorio que cuestiona la calidad técnica (ingredientes y composición) de los productos y el carácter social de las empresas que los comercializan. "Hasta la fecha [los consumidores de productos ecológicos] no hemos conseguido un gran mercado, así que tenemos que buscar pequeños nichos de mercado en los que surtirnos", añadió.

Para abastecer éstos negocios o para consumo propio en los últimos años han surgido una gran cantidad de huertos urbanos. "En Málaga hay mucha gente que planta tomates y cebollas en pequeñas parcelas y descubre su ciclo natural", aseguró Seguí.

José Manuel Alonso, miembro de la Red Andaluza de Consumo Responsable, estaba entusiasmado con la fusión de consumidores y productores en la asociación malagueña La Breva. "Es algo que nos interesa mucho porque son ellos mismos quienes se abastecen", comentaba. La división andaluza de la Red de Consumo Responsable se formó hace dos años y medio. Tratan de infundir un consumo racional y luchan porque no se despilfarre energía o se utilice el transporte colectivo. Para las navidades, un periodo en el que las listas de compras son interminables, aconsejan construir juguetes artesanos (con cajas, botones o telas) o simplemente reciclar el papel de los regalos y las tarjetas de felicitación.

Entre las llamadas de atención que más se escucharon en esta charla de dos horas, eran las llamadas de atención sobre los productos excesivamente baratos. "Algunos precios increíbles vienen de condiciones de trabajo indignas, de horarios y de salarios injustos, de la sobreexplotación y la contaminación del medioambiente", explicaron.

La teoría luchaba por mezclarse con la práctica en un foro que arrancaba su segunda jornada con lluvia y 2.000 nuevas inscripciones, según datos de los organizadores. El expositor de una tienda de Comercio Justo exhibía varias latas de Mecca-Cola, un refresco que tiene como objetivo destinar el 20% de sus beneficios a causas solidarias. Al mediodía, en la Puerta de la Facultad de Derecho, alrededor de 400 personas se arremolinaban en dos barras que vendían platos típicos de Colombia, Uruguay o Venezuela. Bebían en vasos de papel con el logotipo de Coca-Cola.