El Gobierno de Zapatero salva el principal escollo de sus primeros Presupuestos
El debate de totalidad de los Presupuestos Generales del Estado es siempre un gran ejercicio depredador para el primer partido de la oposición. La novedad de ayer es que el líder del PP, Mariano Rajoy, no se adentró por la selva presupuestaria disparando a diestro y siniestro, no; seleccionó el blanco: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y trató de abatirlo, políticamente, claro, como gran trofeo.
Le atribuyó la responsabilidad de haber presentado unos Presupuestos que definió repetidamente como una muestra de "propaganda, manipulación y engaño".
Manipulación y engaño fueron los dos reproches que de forma machacona, percutiente, usó Rajoy para tratar de descalificar las cuentas que presentaba el PSOE. Fue más lejos al descalificar a Zapatero por haber afirmado que, por vez primera, "el gasto social absorbe más de la mitad del Presupuesto". "¿Qué necesidad había de decir tal tontería?", se preguntó Rajoy para recordar que no barría para casa porque en el último año del Gobierno de Felipe González ese gasto social ya fue del 51,8%.
Rajoy responsabiliza al jefe del Ejecutivo de presentar unas cuentas del Estado para la "manipulación y el engaño"
Solbes mantiene las previsiones pese a las incertidumbres económicas porque se elaboraron "con suma prudencia"
Rechazadas las cinco enmiendas a la totalidad con los votos de Izquierda Verde, PSOE, ERC, Coalición Canaria y Chunta
En la estrategia de atribuir a Zapatero la responsabilidad de los Presupuestos llegó, incluso, a disculpar, casi expresamente, al responsable más inmediato de los mismos, el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes.
El jueves pasado, siete minutos antes de que se cerrase el plazo para presentar enmiendas de devolución, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) presentó la suya. Segundos después de las ocho un funcionario del grupo corrió por los pasillos del Congreso para retirarla, pero ya era tarde y hubo que esperar al día siguiente.
Rajoy exprimió políticamente el esperpento vivido en aquellos siete minutos largos.
Subió a la tribuna y tras el saludo protocolario arrancó así: "Los Presupuestos Generales del Estado para el año 2005 se basan en tasas de crecimiento ficticias debido a la falta de realismo en las previsiones de crecimiento e inflación para el próximo ejercicio, representan una línea continuista en cuanto a las previsiones macroeconómicas y están cargados de contabilidad creativa".
Y entonces el líder del PP empezó a disparar la pirotecnia más espectacular que llevaba preparada. "Estas descalificaciones no son mías", dijo; son de la enmienda que ERC presentó minutos antes de las ocho de la tarde del jueves y trató de retirar casi inmediatamente después.
Rajoy jugó con aquellos "cinco minutos" de incertidumbre para preguntar qué pasó en tan breve lapso de tiempo para que la falta de realismo se convirtiese en "una previsión intocable por su exactitud y credibilidad, la contabilidad creativa en transparencia perfecta y la línea continuista en una revolución del modelo económico".
Sobre estos pilares dialécticos Rajoy construyó su acusación al Gobierno de Zapatero, al que calificó de enemigo de la estabilidad presupuestaria: todo ocurre, según él, por la falta de estabilidad del Ejecutivo, por la ausencia de pactos cerrados y, además, eso provoca, dijo, que los Presupuestos lleguen a la Cámara sin que se sepa qué contienen ni en qué les han afectado los cambios de última hora de aquella negociación a contrarreloj del jueves pasado.
Luego, Rajoy se centró en la idea de la propaganda y la mentira y fue desgranando capítulos concretos de los Presupuestos para recordar afirmaciones del presidente del Gobierno -no olvidó la diana ni un solo instante- y tratar de refutarlas negando aumentos de inversiones anunciados por Zapatero o estableciendo comparaciones de aumentos que resultan mínimas.
Rajoy recorrió varios apartados como el aumento de la presión fiscal, la deflactación de la tarifa del IRPF, la productividad -de la que dijo que ha obligado a Solbes a introducir el concepto como "tema estrella de Zapatero"-, la educación, con mención especial a las becas y al incremento prometido del 25% en investigación, o las inversiones en infraestructuras.
Optimismo de Solbes
Solbes no levanta la voz. No ya en su exposición inicial, sino ni siquiera en sus réplicas a lo largo de la jornada. Contesta con tono profesoral de maneras casi exquisitas, así que su primera intervención -de diez a once de la mañana con el hemiciclo casi al completo- se dedicó a defender el proyecto de Presupuestos con augurios francamente optimistas:
Los últimos datos de la economía española muestran que "mantiene e incluso acelera su ritmo de crecimiento", las previsiones económicas se pueden cumplir pese al encarecimiento del petróleo "porque fueron elaboradas con suma prudencia"; se trata de poner en marcha "un ambicioso programa de política económica" y el Gobierno contribuirá al aumento de la productividad, con reformas estructurales y el incremento de la dotación presupuestaria en I+D+I, en infraestructuras y en educación.
A Rajoy le atacó argumentando que no hay nada oculto en los Presupuestos y que lo que se ha pactado con distintos grupos es algo que podrá debatirse y votarse en las distintas enmiendas que habrán de tramitarse en las próximas semanas.
Frente a este comportamiento, que Solbes proponía como ejemplo de transparencia, el vicepresidente económico achacó al PP que en los Presupuestos del año pasado el Grupo Popular introdujo en el Senado 111 enmiendas que regresaron al Congreso sin posibilidad de tocarlas.
Por supuesto que Solbes no olvidó recordarle a Rajoy que el Gobierno socialista ha tenido que hacer frente a partidas que el PP no introdujo en los Presupuestos de este año 2004, como la deuda de Renfe y la de Televisión Española o los gastos ocasionados por la catástrofe del Prestige, y le acusó de tergiversar datos y hasta sus propias palabras en las réplicas y dúplicas que concedió el presidente del Congreso, Manuel Marín.
La sesión terminó al filo de las dos de la tarde. Cuando a las cuatro se reanudó y Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de CiU, subió a la tribuna, el espectáculo fue mejor para verlo que para contarlo: una sola diputada del PP en el hemiciclo, María Jesús Sainz, miembro de la Mesa; diez o doce diputados del PSOE, dos del PNV, cuatro del Grupo Mixto y los 9 de CiU para escuchar a su portavoz.
A las cuatro y siete minutos llegaron los diputados populares Vicente Martínez Pujalte y Gabriel Cisneros, y a partir de ahí un lentísimo goteo sin que en ningún momento de la tarde se sobrepasasen cuatro docenas mal contadas de diputados hasta que el portavoz del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba iniciase el parlamento final.
Durán se estrenaba como opositor de totalidad después de 12 años de que su grupo presentase una enmienda de devolución a los Presupuestos socialistas para 1993. CiU apoyó al PP durante ocho años seguidos.
Ayer, CiU explicó que como tiene "las manos libres" para apoyarlos, "sólo en función de su contenido", pues iba a decir no a estos Presupuestos. Le faltó un milímetro para decir explícitamente que, puesto que CiU no gobierna con los socialistas catalanes, se ve liberada de compromisos en Madrid y se opone ostensiblemente.
No era nuevo en la negativa, ni mucho menos, pero el PNV, que se inició en 1996 con el apoyo entusiasta de Xabier Arzalluz al Gobierno del PP, mantuvo ayer su postura de rechazo que ya ensayó con la mayoría absoluta de los populares en la legislatura pasada.Pedro Azpiazu tachó los Presupuestos de continuistas y desgranó una serie de agravios para Euskadi, con especial mención a la crisis en La Naval de Sestao (Vizcaya), del grupo Izar.
Apoyo a cambio del Estatut
Joan Puigcercós (ERC), que apoyaba los Presupuestos, aprovechó su intervención para descargar mandobles en las espaldas de CiU, a la que acusó de haber apoyado tanto a la izquierda como a la derecha, pero, sobre todo, no perdió la ocasión de recordar que su partido pretende la independencia de Cataluña de España y de poner encima de la tribuna que éstos son los primeros Presupuestos del Estado "a los que el independentismo catalán dará apoyo". Hizo un punto y seguido y añadió: "Y los últimos en la actual coyuntura", ya que se abrirá una distinta cuando llegue al Congreso la reforma del Estatuto de Cataluña, aprobado en el Parlamento autónomo. En definitiva: a la nueva realidad política que se avecina debe corresponderle una nueva estrategia. "La ecuación está servida", dijo Puigcercós. El pulso quedó claro.
Joan Herrera fue el portavoz de Izquierda Verde para decir que no le gustaba casi nada de estos Presupuestos pero que los apoyaban "por responsabilidad" y para "evitar una prórroga de los Presupuestos del PP". El compromiso de IU-IV es que estos que calificó Herrera como "presupuestos de transición" no sean la norma de la legislatura.
Paulino Rivero, portavoz de Coalición Canaria, mostró su apoyo porque encuentra datos claros de apoyo para las islas y dijo que confía en que "la buena música" de los socialistas se plasme en realidades. También apoyó José Antonio Labordeta, en nombre de la Cha, desde el Grupo Mixto.
Pérez Rubalcaba defendió los Presupuestos en nombre del Grupo Socialista y consiguió el aplauso repetido de sus escaños y una gran ovación final.
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