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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Con el crudo al cuello

Los Presupuestos Generales del Estado para 2005 que avanzó ayer el vicepresidente Solbes aparecen condicionados por varios factores políticos y económicos de cierta envergadura. El proyecto debe ser pactado con los socios externos del Gobierno (IU, Esquerra Republicana), que exhiben reivindicaciones precisas sobre la financiación autonómica y la tributación. La restricción económica más inmediata es el precio del petróleo, que ya se ha situado en los 45 dólares por barril y compromete los objetivos de inflación y crecimiento de la economía española para el año próximo. Aunque el encarecimiento del crudo todavía está lejos del umbral de un shock como el de 1973, lo cierto es que puede recortar medio punto el crecimiento del PIB, estimado en un 3%. Otras dos limitaciones explican la composición de las cuentas públicas: la obligación del equilibrio presupuestario asumida por el Gobierno y, como imperativo mayor, la obligación, casi la urgencia, de cambiar el modelo de crecimiento económico para aumentar la productividad y prescindir de la construcción como motor casi exclusivo.

Precisamente la necesidad de cambiar de modelo explica el énfasis puesto por el Ministerio de Economía en aumentar el gasto en Educación (7,9%), infraestructuras (9,2%) e investigación, desarrollo e innovación (25,4%). Son los crecimientos más importantes después de la obligada apuesta social (pensiones y desempleo suben el 9,5%) y vivienda, cuyo gasto crece el 32,5% como consecuencia de la nueva política de corrección del mercado. Nadie espere que ese cambio en el patrón de crecimiento se aprecie en un solo ejercicio presupuestario. Las inversiones públicas en capital tecnológico y humano maduran con lentitud y dan resultados a medio plazo.

Por el lado de la recaudación las limitaciones también son evidentes. Era necesario deflactar la tarifa del IRPF para evitar que la inflación acabara por anular las reducciones del impuesto sobre la renta aprobadas por los gobiernos de Aznar. Pero ese ajuste obligaba a aumentar la recaudación por otro lado de forma que no se ponga en riesgo la estabilidad presupuestaria. Los impuestos sobre el alcohol y el tabaco subirán para cuadrar las cuentas.

El primer presupuesto de Rodríguez Zapatero parece, por su orden de prioridades, un esfuerzo moderado para cambiar el tambaleante modelo de crecimiento económico del PP. Su éxito depende ahora de una negociación política incierta y de que las comunidades autónomas, que gestionan la mitad del gasto público en España, caminen en la misma dirección.

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