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Reportaje:

Repsol lo sigue teniendo crudo

El Gobierno de Kirchner eleva hasta el 80% los impuestos a la exportación de petróleo

Alejandro Rebossio

El Gobierno de Argentina no quiere que los consumidores paguen más caros los combustibles, aunque la cotización del barril de crudo siga en torno a marcas históricas. Para ello ha aplicado una nueva subida de hasta el 80% en las retenciones (impuestos) a la exportación de petróleo crudo. Las petroleras reaccionaron con advertencias: el alza tributaria tal vez impida en el corto plazo incrementos en los combustibles, pero posiblemente desaliente la inversión y lleve a que en dos años este país petrolero deba comprar crudo más caro del exterior.

Los ingresos fiscales, de los que una octava parte provienen de los impuestos a todas las exportanciones, han crecido un 33% en julio pasado
Las compañías del sector rechazan las nuevas 'retenciones' y temen que el país andino necesite importar petróleo a partir de 2007

En un país con la mitad de la población en la pobreza y una inflación que el Gobierno busca controlar en un 7% anual, las retenciones a las exportaciones de todo tipo han servido al ministro de Economía, Roberto Lavagna, no sólo como un instrumento de recaudación de ingresos sino como método para evitar aumentos en los precios. Hasta hace escasas semanas, el derecho a la venta externa de crudo ascendía al 25%. El barril de petróleo cotizaba en ese entonces a 43,75 dólares en el mercado de Nueva York, que es el que rige los valores en América. Por efecto, de la retención, los productores como Repsol YPF, la brasileña Petrobras, la argentina Tecpetrol, la británica BP o la norteamericana Chevron Texaco exportaban el barril, después de impuestos, a 32,81 dólares. Por tanto, en el mercado interno se veían obligados a vender el crudo a este precio, con el consiguiente impacto en los valores de los combustibles.

Los costes de la gasolina y el gasóleo habían permanecido congelados desde enero de 2003 hasta mayo pasado por un pacto impulsado primero por el Gobierno de Eduardo Duhalde y después por el de Néstor Kirchner. Pero ese mes, cuando la cotización del petróleo superó la barrera de los 40 dólares, todas las petroleras comenzaron a elevar los precios en las gasolineras. Después de tres subidas, Lavagna optó por imponer retenciones móviles, que aumentan en la medida en que sube el precio del petróleo. El impuesto ascenderá al 25% cuando el crudo cotice a menos de 32 dólares y a partir de ese nivel subirá progresivamente hasta alcanzar el 45% en caso de que el barril supere los 45 dólares. Por ejemplo, la semana pasada el petróleo alcanzó en Nueva York los 44,69 dólares ante la creciente demanda mundial, las interrupciones en el suministro de Irak y las dudas sobre el futuro de Venezuela tras el referéndum revocatorio de Hugo Chávez. La retención en Argentina llegó entonces al 43%, lo que derivó en que los exportadores sólo recibieran 25,47 dólares por barril vendido.

Malestar petrolero

En Repsol YPF prefieren evitar comentarios sobre este aumento impositivo rechazado por todas las petroleras. Sólo el presidente de la filial local de Chevron Texaco, Richard Cohagan, expresó públicamente su malestar por el desaliento a la inversión que suponen las retenciones: "La producción de petróleo en el país cae un 6% por año. Si todo continúa como hasta ahora, la Argentina va a tener que importar petróleo en 2007". Cohagan opina que se puede avecinar una crisis como la del gas, cuyo precio permaneció congelado por más de dos años, y reclama "perspectivas y reglas claras" para atraer capitales en la exploración: "Dos tercios de la renta petrolera van al Estado. Es necesario proteger al consumidor, pero sin que esto signifique desproteger a la industria. Si el Gobierno quiere subvencionar, que lo haga en forma explícita, pero no distorsionando el mercado".

Una alta fuente del sector petrolero opina que ahora es tiempo de dialogar con el Ejecutivo para evitar nuevos "sablazos". También pone en duda los proyectos de inversión para el año próximo.

"En defensa del consumidor argentino se va a usar el instrumento técnico que son las retenciones a las exportaciones, para producir una separación de los precios internacionales de los precios internos", se defendió Lavagna al anunciar el aumento. No oculta que también persigue un afán recaudatorio: "La mayoría de los países del mundo se beneficia con estas subidas excepcionales del petróleo mediante sus empresas estatales. La Argentina no la tiene por decisiones que se tomaron en años anteriores [la privatización de YPF], pero lo hará [se beneficiará] con las retenciones".

Kirchner ataca a las petroleras: "Están en Argentina y tienen que trabajar. Que tengan rentabilidad, pero que dejen de especular y de hacernos zancadillas como las que pretendieron hacer en abril para ver si nos generaban una crisis energética". Y critica implícitamente a Repsol YPF: "Queremos que inviertan. Un grupo petrolero me decía: 'invertimos en 13 pozos el año pasado', cuando este grupo tiene la mitad de su rentabilidad en Argentina".

Los ingresos fiscales, de los que una octava parte provienen de los impuestos a todas las exportaciones, siguen creciendo: un 33% en julio pasado. La economía, según los pronósticos públicos y privados, crecerá este año entre un 6% y un 8%, más allá del efecto negativo que generan la interrupción del diálogo del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la puja con los acreedores por la demorada reestructuración de la deuda. Sin embargo, el consumo, uno de los motores de la recuperación argentina, ha sufrido un estancamiento en junio y julio.

Además, la cotización internacional de la soja, principal producto de exportación de Argentina, se ha derrumbado a partir del segundo trimestre del año. Fue así que el índice de materias primas exportadas por este país, que elabora su banco central, había subido un 8% desde enero hasta mayo, pero después ha retrocedido todo ese salto. La autoridad monetaria, no obstante, confía en que la demanda mundial elevará en los próximos meses los precios de exportaciones como el petróleo, el trigo y la carne vacuna.

Una gasolinera de Repsol YPF en Buenos Aires.
Una gasolinera de Repsol YPF en Buenos Aires.DANIEL DARRAS

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