Cuatro jóvenes narradores dialogan con el público y desvelan los secretos de sus estilos y sus manías
El domingo y la primavera se prestaban para la informalidad: mucho pantalón vaquero y camisetas de colores entre el público y un tono llano entre los expositores reinaron en el encuentro de jóvenes escritores organizado por Alianza Editorial, que cerró el primer fin de semana de la Feria del Libro.
Si bien la excusa convocante fue la juventud de los autores, Eduard Márquez (Barcelona, 1960), Ramón Reboiras (San Xulian de Laiño, Galicia, 1961), Pilar Adón (Madrid, 1971) y Juan Carlos Méndez (Barquisimeto, Venezuela, 1967) se desmarcaron rápidamente de la democracia cronológica para defender la singularidad de sus estilos.
¿Cómo es la rutina de un escritor? ¿Cuáles sus manías? "Silencio y gafas, en lugar de lentillas", resumió Adón, autora de Las hijas de Sara. "Vivir, emborracharme. Creo en la literatura impura", dijo categórico Reboiras, que en su última novela, Hazlo por mí, aborda la poética de una generación fascinada por los excesos. "Usarlo todo. Un escritor escribe todo el tiempo: mientras pasea, mientras lee. Hay mucha escritura invisible, porque una página es la suma de muchas experiencias", destacó Méndez, autor de Una tarde con campanas, que aborda el drama de los sin papeles en España.
Márquez se robó la noche. En tres oportunidades sus intervenciones despertaron aplausos espontáneos. "Hoy pateas una piedra y salen cinco escritores de debajo. Hemos frivolizado tanto las cosas que olvidamos que la primera obligación de un escritor es escribir bien y con pasión", dijo el autor de El silencio de los árboles. Anécdotas de sus tiempos de negro literario ("más de una vez he agregado diálogos a una novela porque el autor no sabía cómo escribirlos") y de corrector de estilo ("yo he corregido la obra ganadora de más de un premio literario, mientras el jurado hacía la pantomima de estar deliberando") ilustraron sus críticas a un mercado que impone "la miserable novedad anual" de los consagrados.
El lugar como espacio literario fue otro de los temas propuestos. "Yo busco la indeterminación como clave de la universalidad", sostuvo Adón. Márquez votó a favor: "Cultivo una poética de no tiempo y no lugar. Creo que eso intensifica el poder alegórico del texto". Méndez, en cambio, defendió "el arraigo múltiple": "Mis personajes y yo compartimos la necesidad de construirnos un espacio. Me gustan los sitios, las calles, las marcas de la ciudad y los incluyo en mis novelas". Para Reboiras, la historia marca sus espacios: "Mi última novela transcurre en una clínica; la anterior, en un sex shop. Son territorios patológicos, quizá, pero me interesaban como escenarios". ¿Vivir de la literatura? Sigue siendo "una ilusión" para la mayoría.
Babelia
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