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La FAO pide más investigación en cultivos de países pobres

La biotecnología representa "una promesa" para la agricultura de los países en desarrollo, pero hasta ahora sólo un número limitado de países y de cultivos se benefician de ella, de acuerdo con el último informe sobre el estado mundial de la agricultura y alimentación de la FAO hecho público ayer (www.fao.org). Entre las cosechas que deberían recibir más investigación están la mandioca, las patatas, el arroz, el trigo y otras de subsistencia como el mijo o el sorgo, indica la Organización para la Agricultura y Alimentación de la ONU.

Para estos últimos, y otros más raros como el caupí (Vigna unguiculata, un tipo de frijol) o el tef (Eragrostis tef, un cereal africano), la FAO ha acuñado la expresión de "cultivos huérfanos". Como los medicamentos huérfanos se trata de recursos en los que la industria no invierte porque son de subsistencia y no representan un negocio.

Hasta ahora, la biotecnología -incluidos los transgénicos- se ha centrado en el maíz, la soja, el algodón y la colza, en los que la industria gasta más de 2.400 millones de euros al año. La FAO admite que gracias a ellos hay campesinos que reciben un ingreso extra, pero que "son pocos los países que se han beneficiado hasta ahora del uso de cultivos transgénicos" [el 99% está en

EE UU, China, Argentina, Suráfrica, Brasil y Canadá].

La FAO recuerda que hasta ahora su consumo no ha supuesto daño para la salud, pero insiste en que hay que estudiar caso a caso su uso, "como si fuera un medicamento", y vigilar su efecto en el medio ambiente.

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