Los combates por el control de Faluya se cobran cerca de 300 muertos
Un oficial de EE UU compara la batalla con la lucha por la toma de una ciudad en Vietnam
"Dense la vuelta. Los muyahidin van a atacar al convoy. Esperen media hora y la carretera quedará libre". El convoy es una larga hilera de vehículos militares estadounidenses que lleva refuerzos a Faluya, y quien avisa es un iraquí que acaba de recibir la advertencia para evitar bajas civiles. Antes de que haya tiempo para retroceder, caen los primeros obuses de mortero. El ataque de ayer en Abu Gharib, entre Bagdad y Faluya, es una más de las acciones insurgentes. Un portavoz médico de Faluya, una ciudad de cerca de medio millón de habitantes a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, indicó ayer que cerca de 300 iraquíes habían muerto en los últimos días.
Desde la noche anterior, la consigna de la resistencia es cortar todas las rutas de suministros a las fuerzas de la coalición. Su comandante en jefe, el general norteamericano Ricardo Sánchez, se mantiene firme. "Las operaciones militares van a continuar hasta la derrota de los rebeldes", manifestó ayer en una conferencia de prensa en Bagdad. El general de EE UU admitió que sus tropas habían perdido el control de las ciudades de Nayaf y de Kut, al margen de Faluya, donde se libran duros combates desde hace días entre unidades estadounidenses y los insurgentes. La oposición armada a las tropas ocupantes tiene desde el fin de semana dos frentes. A los irreductibles rebeldes del llamado triángulo suní se les ha sumado la eclosión de una intifada chií.
El general de EE UU Ricardo Sánchez admite que los rebeldes controlan Nayaf y Kut
Los 200 militares españoles destinados en la base Al Andalus de Nayaf permanecían el jueves acuartelados por razones de seguridad.
Como resultado de las revueltas chií y suní, los militares estadounidenses (unos 135.000) y del resto de la Coalición (unos 26.500) se enfrentan a los combates más intensos desde la caída de Bagdad, el 9 de abril de 2003. Dos marines morían el jueves en Faluya, lo que eleva el total de militares de EE UU muertos desde que comenzó la guerra a 444. En total, 35 soldados, entre ellos un salvadoreño y un ucranio, han muerto desde el domingo. Las víctimas iraquíes se acercan al medio millar.
"Las operaciones militares en terreno urbano constituyen el tipo de combate más duro", admitió el jueves el teniente coronel Brennan Byrne a los periodistas empotrados con los marines que sitian Faluya, una ciudad de cerca de medio millón de habitantes. "Es como Hue en Vietnam", añadió en referencia a la gran batalla librada por las tropas norteamericanas contra los comunistas de ese país en 1968 en la antigua capital imperial. Aunque a los políticos estadounidenses no les haya gustado su comparación, los marines saben de lo que hablan porque participaron en los combates que llevaron a la derrota del Ejército de Sadam Husein.
"Los habitantes de Faluya tendrán que elegir entre apoyar a los rebeldes o a nuestras tropas y atenerse a las consecuencias", advirtió por su parte el general Sánchez. Ya parecen haber elegido. Según Byrne, la resistencia de los insurgentes en Faluya es mayor que la que ofreció la temida Guardia Republicana del dictador. El director del hospital general, Rafi Hayat, dijo el jueves que había unos 280 muertos y 400 heridos. Los altavoces de las mezquitas pedían a la gente que llevara los cadáveres al estadio municipal porque los cementerios quedan fuera del cerco militar.
Accesos sellados
"Tenemos Faluya sitiada", comunicó Sánchez. No hacía falta. Desde el lunes los siete accesos a la ciudad están sellados y las dos carreteras que acceden a ella desde Bagdad, cortadas. Los viajeros en ruta hacia o desde la frontera jordana tienen que arriesgarse por caminos secundarios expuestos a accidentes, asaltos de bandidos o el recelo de los insurgentes que acuden a la petición de apoyo de los rebeldes.
"La resistencia ha pedido que vengan refuerzos de otros lugares y que ataquen a los americanos por la espalda", explica un joven, que asegura que están llegando combatientes desde Tikrit, Baquba y Kirkuk. Imposible de comprobar porque los muyahidin, como aquí llaman con respeto a los enmascarados que atacan a las tropas extranjeras, siguen la táctica de atacar y huir. "No sé cómo esperan que lo hagan porque aquí no hay dónde esconderse y además los muyahidin sólo tienen morteros y lanzagranadas", apunta el muchacho sin esconder sus simpatías. Los morteros siguen cayendo y desde el convoy estadounidense se responde con armas automáticas.
Sánchez negó que sus tropas impidan el acceso a Faluya de la ayuda humanitaria, pero Nadia Dumani, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja, dijo el jueves que la tonelada y media de medicamentos y material enviada el día anterior no pudo entrar en la ciudad o alcanzar el principal hospital. "Se acercaron dos camiones desde dentro para recoger el envío y lo distribuyeron entre varias clínicas improvisadas", explicó. Un médico citado por la BBC dijo que ante la imposibilidad de alcanzar el hospital, en la orilla occidental del Éufrates bajo control estadounidense, su personal atiende a los heridos en el centro de la ciudad.
En el otro frente, el chií, Sánchez reconoció que el Ejército del Mahdi, la milicia del clérigo radical Múqtada al Sáder, controla el centro de las ciudades de Nayaf y Kut, incluidas las comisarías y edificios públicos, en tanto que las tropas de la Coalición se mantienen en sus bases de las afueras de esos núcleos urbanos. Preguntado si va a enviar a sus soldados a luchar contra los milicianos, el general dijo que hará "todo lo que sea necesario para derrotar a las fuerzas de Múqtada al Sáder, donde quiera que estén en el campo de batalla". El jefe de las fuerzas de la Coalición insistió en que van a perseguirles "con energía" hasta que su líder no sea una amenaza. De momento, un bombardeo desde helicópteros destruyó el jueves sus oficinas en el barrio de Ciudad Sáder. Sánchez anunció su intención de "reconquistar Kut de forma inminente".
Pero casi a la misma hora llegaban noticias de que en Kerbala los hombres de Múqtada se habían hecho con las comisarías durante la madrugada y habían lanzado un ultimátum a las tropas de la Coalición, soldados polacos y búlgaros, para que se retiraran de la ciudad. Informaciones, desmentidas por el mando polaco, hablan de que éste estaría tratando de llegar a un acuerdo ante la celebración el próximo domingo del Arbaín, la principal fiesta religiosa chií. Se espera que ese día se den cita en Kerbala cinco millones de personas.
"Pido a todos los iraquíes que cooperen con las autoridades legítimas para frustrar los planes de quienes desean trastornar esta festividad sagrada", solicitaba el jueves en un comunicado el administrador civil estadounidense para Irak, Paul Bremer, preocupado por la dificultad de garantizar la seguridad ante una concentración de esa envergadura.
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