Israel mata con un misil al líder de Hamás y pone en pie de guerra a los palestinos
El Gobierno israelí decidió el domingo, con sólo dos votos en contra, eliminar al jeque Yassin
El jeque Ahmed Yassin, de 67 años, líder espiritual y miembro fundador del partido fundamentalista islámico Hamás -Movimiento de la Resistencia Islámica-, murió ayer asesinado en Gaza por tres misiles israelíes lanzados desde helicópteros de combate Apache. Su muerte ha sacudido los territorios de Cisjordania y Gaza, puesto en pie de guerra a las milicias armadas palestinas y conmocionado al presidente Yasir Arafat, que en privado ha comentado a sus allegados el temor a ser "el próximo de la lista". La muerte sorprendió al jeque Yassin antes del alba. Inválido desde niño, acababa de salir en su silla de ruedas de la mezquita situada cerca de su casa, donde, como todas las mañanas, acudió a rezar la primera oración del día.
El ministro de Defensa israelí trazó un plan de guerra total contra los radicales palestinos
Un guardaespaldas, en traje de combate, con el fusil al hombro, empujaba en medio de las sombras de la madrugada el carrito de ruedas en el que permanecía sentado el anciano parapléjico. Detrás del santón caminaba agrupado un pequeño cortejo compuesto por una veintena de fieles, entre los que se encontraban dos de sus hijos y un yerno. El estruendo de un cazabombardero F-16 apagó el aleteo de dos helicópteros de combate que se situaron encima de sus cabezas. Antes de que notaran su presencia dispararon tres misiles.
El cuerpo diminuto del jeque voló descuartizado por los aires, al tiempo que el echarpe oscuro, con el que solía cubrirse los hombros, quedaba colgando, como si fuera una bandera en lo alto de un muro, en el que meses atrás alguien había escrito con pintura azul y en árabe: "Yassin felicita a todo el pueblo palestino unas felices fiestas del sacrificio". Los restos de la silla de ruedas quedaron retorcidos en medio de la calle, muy cerca de donde yacían los cuerpos de otros ocho muertos, tres de ellos guardaespaldas y el resto, vecinos. Otras 18 personas, entre ellas los dos hijos del dirigente fundamentalista, resultaron también heridos.
El barrio de Sabra, en el corazón de Gaza, escuchó desde la cama, entre sueños, el estruendo de los misiles. El ruido despertó a los vecinos, que precavidos prefirieron permanecer en sus casas. Sólo minutos más tarde, cuando se apagó el aleteo de los helicópteros y se escuchaba el silencio, abrieron las puertas y se encontraron con los restos de la matanza. Un sentimiento de indignación recorrió los territorios palestinos, desde Gaza a Cisjordania. Todos recordaban que el pasado mes de septiembre Yassin había salvado milagrosamente la vida de un atentado similar, que sólo logro herirle en la mano.
La muerte del jeque Yassin había sido decidida el domingo por el Gobierno israelí, en una reunión presidida por el primer ministro, Ariel Sharon, y en la que el ministro de Defensa, Saul Mofaz, trazó las líneas generales de una guerra total contra los movimientos radicales palestinos, empezando por Hamás y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, vinculadas al partido gubernamental de Al Fatah. Sólo dos ministros del partido laico Shinui (Abraham Poraz, responsable de Interior, y Josef Lapid, vicepresidente y encargado de Justicia) votaron en contra. La operación fue dirigida personalmente por Sharon, según dijo ayer un portavoz militar israelí.
"El Estado de Israel ha abatido esta mañana al primer asesino y terrorista palestino. La quintaesencia de la ideología de este hombre era el asesinato y la muerte de judíos, donde sea, y la destrucción del Estado de Israel", aseguraba horas más tarde el primer ministro, Ariel Sharon. El dirigente israelí justificaba la operación reclamando el derecho a la autodefensa de Israel y felicitó al Ministerio de Defensa, al tiempo que aseguraba que la "guerra contra el terrorismo no se ha acabado y proseguirá en todo lugar".
Siete horas más tarde, en el cementerio de los mártires del barrio del jeque Raduan, al otro lado de la ciudad de Gaza, eran enterrados los restos del jeque Ahmed Yassin y los de las otras ocho víctimas. Una masa enfervorizada ocupó las calles del centro de la capital, que quedaron colapsadas. Se calcula que en los funerales participaron más de 200.000 personas.
Arafat, que ayer recibió en Ramala a una delegacion española compuesta por la ex diputada Anna Balletbó, presidenta de la Fundacion Olof Palme, y por Diana Garrigosa, esposa del presidente de la Generalitat catalana, Pasqual Maragall, transmitió los temores de ser el próximo de la lista. Pero al mismo tiempo manifestó su indignación por el atentado.
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