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Reportaje:

Embriones clónicos para rejuvenecer la sangre

La empresa estadounidense líder en el campo prepara trasplantes de médula ósea basados en la clonación humana

Javier Sampedro

Las líneas prioritarias para las futuras aplicaciones de la clonación terapéutica son las que persiguen generar células y tejidos que ya ahora, sin necesidad de ninguna nueva tecnolgía, se trasplantan a los pacientes. Un ejemplo son las células pancreáticas productoras de insulina (islotes), que se están obteniendo actualmente de cadáveres para implantarlas en los enfermos de diabetes. Y el mejor ejemplo es posiblemente la médula ósea, cuyo trasplante convencional es ya una rutina en muchos hospitales.

Convertir las células madre de embriones humanos en células de la médula ósea es el proyecto prioritario de la empresa líder en el campo, Advanced Cell Technology (ACT). Si esos embriones son un clon del paciente -una posibilidad abierta por los experimentos que científicos de la Universidad de Seúl anunciaron el jueves-, los investigadores esperan poder trasplantar células de la médula ósea al paciente sin causar ningún rechazo inmunológico.

La médula ósea es el tejido precursor de todas las células de la sangre, incluidas las células blancas (linfocitos) que constituyen el sistema inmune. Los investigadores de ACT están avanzando en la tarea de convertir las células madre embrionarias en ese tejido precursor del sistema inmune.

El vicepresidente científico de ACT, Robert Lanza, explica a EL PAÍS: "Hemos probado el proceso en vacas, que tienen un sistema inmune muy similar al humano, y el resultado es que las células de origen embrionario, una vez trasplantadas, son entre 10 y 100 veces más competitivas que las células madre adultas, como las que tiene la propia médula natural. Poniendo sólo unas pocas células embrionarias, 170 días después el 50% de las células precursoras del sistema inmune proceden del implante".

Células jóvenes

Lanza y su equipo habían partido de un embrión clónico de una vaca vieja (12 años), y fue a ese mismo animal al que le implantaron las células procedentes del embrión. Como el implante y el receptor son idénticos genéticamente, no hay el más mínimo rechazo inmunológico. "Las células implantadas no sólo son compatibles, sino que están rejuvenecidas por varios criterios", dice Lanza. "Por ejemplo, sus telómeros [extremos de los cromosomas, que van acortándose con la edad] son más largos que en el animal viejo que fue clonado".

Cuando esta técnica se pueda aplicar en humanos -lo que tardará aún varios años-, tendrá un buen número de aplicaciones, predicen los científicos. Por ejemplo, se sabe desde agosto de 2000 que los trasplantes de médula pueden hacer remitir al menos algunos casos de lupus, una enfermedad autoinmune.

En las enfermedades autoinmunes, las defensas del organismo actúan, por razones poco claras, contra las células del cuerpo. Las células de la médula procedentes de otra persona fueron trasplantadas a pacientes de lupus, y en ocho casos pudieron repoblar la médula del paciente y sustituir parte de su autodestructivo sistema inmune. Los ocho pacientes no experimentaron síntomas de su enfermedad durante al menos dos años. Otros grupos han obtenido mejoras similares con otras enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple y la artritis. Pero hay un problema muy grave en los tres casos: los pacientes deben ser tratados con unos medicamentos inmunosupresores muy agresivos para no rechazar el trasplante. Ahí es donde la clonación podría resultar útil. "Espero que, si las células de médula para trasplantar se obtienen por clonación, pueda eliminarse la necesidad de ese tratamiento inmunosupresor tan tóxico, y así aumentar mucho el número de pacientes que pueden beneficiarse del trasplante, y también el número de enfermedades que se pueden tratar de esa forma", dice Lanza. Hay más de 80 enfermedades autoinmunes en el ser humano. Algunas son muy comunes: junto al lupus, la escleroses múltiple y la artritis reumatoide, figura en un lugar muy destacado la diabetes juvenil (o diabetes de tipo I). La deficiencia de insulina que caracteriza a esta enfermedad se debe a que el sistema inmune reacciona por error contra las células pancreáticas que normalmente producen esa hormona.

Varios laboratorios, incluido el del científico español Bernat Soria y otro de la empresa Geron, de Menlo Park (California), están intentando convertir las células madre embrionarias humanas en célula pancreáticas productoras de insulina. La estrategia de ACT puede constituir una alternativa, o tal vez un complemento.

Las células de la médula ósea son de las más versátiles entre las células madre adultas. Además de su función normal, que es convertirse en células de la sangre para reemplazar a las que mueren todos los días, se sabe que pueden transformarse en células del músculo cardiaco -este fenómeno es la base de varios ensayos clínicos en curso para intentar reparar corazones infartados, uno de ellos en España- y varios otros tipos celulares.

Infiltración

"Lo interesante", dice el vicepresidente de ACT, "es que las células de origen embrionario no sólo son más versátiles, sino que tienen una alta capacidad para infiltrarse en otros tejidos. Estamos comprobando, en modelos animales, si, una vez implantadas en l médula ósea, pueden migrar hacia las articulaciones dañadas y reconstruirlas, por ejemplo. Si se inyectaran en un paciente que ha sufrido un infarto, su capacidad regeneradora sería muy superior a la de las células madre adultas que se están probando ahora. Esto ya lo hemos comprobado en ratones".

Muchos investigadores creyeron probable que la oveja Dolly padeciera una vejez prematura como consecuanccia del proceso de clonación (la principal evidencia es que sus telómeros eran cortos para su edad). Sin embargo, los científicos de ACT ya publicaron en la revista Science (abril de 2000) que, cuando las células de la médula ósea se obtienen por clonación, no sólo no envejecen, sino que rejuvenecen: sus telómeros se alargan.

"La clonación", dice Lanza, "tiene el potencial de producir células madre que no sólo son genéticamente idénticas al paciente, sino que están rejuvenecidas, y pueden tener capacidad para regenerar tejidos dañados".

La aplicación clínica, sin embargo, está todavía muy lejana.

Científicos de la Universidad de Seúl, durante un experimento de clonación de embriones humanos.
Científicos de la Universidad de Seúl, durante un experimento de clonación de embriones humanos.ASSOCIATED PRESS
Robert Lanza.
Robert Lanza.ASSOCIATED PRESS

Un anuncio prematuro

Fue Robert Lanza quien, en noviembre de 2001, organizá un escándalo monumental al anunciar la clonación del primer embrión humano. El experimento fue un primer intento alentador, pero constituyó más bien un fracaso. De los 41 embriones creados por los científicos de ACT mediante la técnica de la clonación de Dolly -tomar el genoma de una célula de una persona adulta e introducirlo en un óvulo privado de su propio genoma-, sólo uno logró alcanzar la fase de seis células, muy lejos aún del estado llamado blastocisto, que tiene unas 100 o 200 células, y que es el que puede usarse para extraer células madre. Y también para implantarlo en una mujer, pero ésa nunca ha sido la intención de Lanza.

El científico siempre ha sido un entusiasta defensor de las células madre embrionarias, en oposición a las adultas, que se obtienen de varios órganos y tienen cierta versatilidad para transformarse en diversos tejidos. Las células madre adultas son las preferidas por los sectores próximos a la Iglesia católica y a los cultos estadounidenses mayoritarios. "Las células madre obtenidas de tejidos adultos", ha dicho Lanza, "no tienen igual plasticidad que las embrionarias". "Es claro que las células madre adultas pueden convertirse en varios tipos de células, pero no sabemos en cuántos, ni si tendrán valor terapéutico".

Otro problema: "Aunque puedan diferenciarse en varios tejidos, no todas son lo mismo. Lograr que expresen un marcador para éste o aquel tipo celular no significa que puedan tratar enfermedades. Si se usaran las células madre adultas para generar células pancreáticas productoras de insulina, una ligera alteración en su capacidad de responder a la glucosa en sangre podría ser la diferencia entre la vida y la muerte para el paciente diabético".

La mayoría de los científicos no ven razón para renunciar a las células madre embrionarias porque las adultas resulten prometedoras. La opinión mayoritaria, expresada también por los Institutos Nacionales de la Salud estadounidenses y la Fundación Europea para la Ciencia, es que deben probarse ambas opciones en paralelo. Las células madre adultas ya están siendo probadas en varios ensayos clínicos.

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