Mujeres en aprietos
Intermón denuncia que la presión sobre los proveedores extranjeros de ropa asfixia a las empleadas
La ropa o la fruta o las flores que compramos esconden una cadena de producción al fondo de la cual hay mujeres obligadas a trabajar sin derechos. Intermón Oxfam presentó ayer dos informes internacionales (Moda que aprieta y Más por menos) que denuncian ese modelo de negocio e indican que los cuatro principales grupos textiles españoles tienen aún mucho que corregir en cuanto a derechos de sus trabajadoras en el extranjero.
Entre un 60% y un 90% de mujeres trabajan en el origen de la producción textil, en recogida de fruta o en floricultura. Lo hacen sin derechos, con horas extras raramente pagadas; si se averigua que pertenecen a un sindicato, las despiden. Las grandes marcas y supermercados de los países ricos (entre ellos España) imponen a sus proveedores unos plazos de entrega que convierten la vida de esas mujeres en un infierno.
Marruecos -donde producen Cortefiel, Inditex (Zara), Mango e Induyco (Corte Inglés)- suministra, siempre según el informe, ejemplos así: una fábrica textil de Tánger vendía hace tres años por 3,3 euros un pantalón a las grandes firmas españolas; hoy sólo cobra 2 euros. Las trabajadoras tienen jornadas de entre 12 y 16 horas en temporada alta, porque desde España se les piden plazos de entrega de menos de 6 días en aras de los cambios de escaparate.
"Esto tiene que acabar", dice Ignasi Carreras, director general de Intermón Oxfam. "Las presiones en la cadena generan precariedad y abusos de todo tipo". Las periodistas Isabel Sansebastián, Concha García Campoy y Nativel Preciado (que participaron en la presentación de los informes porque las mujeres directamente afectadas no pudieron acudir, ya que habrían perdido su trabajo) citaron casos como el de 40 mujeres de Sri Lanka cuya empresa sólo les da dos tarjetas, con lo cual durante el trabajo no pueden detenerse ni para ir al lavabo o comer.
Intermón Oxfam aboga por fomentar en las empresas la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), es decir el cuidado de las repercusiones en materia ambiental, social y laboral. "Contactamos con esos cuatro grandes grupos españoles porque si impulsaran la RSC sería decisivo", dice Paloma Escudero, encargada de la campaña Comercio con Justicia (www.comercioconjusticia.com). "Inditex, Cortefiel y Mango han dado ya los primeros pasos, y se sientan a la llamada Mesa Cuadrada con sindicatos y ONG. No hay constancia de que Induyco-Corte Inglés tenga un código de conducta públicamente asumido para sus cadenas. El sector clama para que Induyco haga una declaración en tal sentido, y lo esperamos en breve".
Según Carreras, el poco hincapié de las empresas en RSC se debe a que "no saben lo que pasa al fondo de la cadena: de sus proveedores sólo conocen la información del gerente, pero no hablan con las trabajadoras; nosotros podemos mostrarles la realidad. Induyco afirma que su política de derechos humanos es muy buena, y sin duda lo es para el personal contratado directamente, pero convendría que examinaran lo que ocurre fuera, entre sus proveedores".
Intermón Oxfam propone a las empresas, que integren la ética en sus planes comerciales; a los proveedores, que garanticen trabajos dignos y libertad asociativa; a los accionistas, que promuevan en las compañías el respeto a los derechos humanos y laborales; a los consumidores, que reflexionen, que presionen a las compañías y que compren más en las tiendas de comercio justo. "De cara a las próximas elecciones, queremos que los partidos incluyan en sus programas el fomento de la RSC y que la contratación pública beneficie a las empresas que la practiquen", dice Carreras. "Hay que lograr que en España haya un sello especial de RSC, como existe en otros países. Y que las empresas que cotizan en bolsa y fondos de inversión sean absolutamente transparentes en cuanto a sus cadenas de producción".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.