Los vertidos urbanos que recibe el Guadaira pasarán el año que viene por una depuradora
Los empresarios y las administraciones quieren acabar con los residuos en 2006
Todo el agua procedente de vertidos urbanos que reciba el río Guadaira dentro de un año estará depurada. Los alcaldes de las seis localidades sevillanas que desaguan en el Guadaira se reunieron ayer con la Junta, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, la Fiscalía, la Guardia Civil, el CSIC y empresarios de la aceituna de mesa para poner en común las acciones que le corresponden a cada uno en la lucha contra la contaminación del río, causada en un 80% por los vertidos urbanos y en un 20% por los que llegan de las empresas dedicadas al aderezo de la aceituna de mesa.
El fin de los vertidos industriales tardará algo más, dos o tres años según manifestaron tras la reunión el alcalde de Alcalá, Antonio Gutiérrez Limones, y el delegado de la Junta en Sevilla, José del Valle.
La reunión de ayer marcará un "antes y un después" en la lucha contra la contaminación del Guadaira, según el alcalde de Alcalá, cuyo gobierno denunció hace dos años ante la Unión Europea a la Junta y a la CHG, dependiente del Gobierno central, por incumplir el Plan Coordinado de Recuperación del Guadaira, aprobado en el Parlamento de Andalucía en 1994.
Aquella denuncia señalaba también a los ayuntamientos de Morón de la Frontera, Mairena del Alcor, Arahal, Paradas y El Viso del Alcor, los cinco pueblos ribereños que aún no habían construido depuradoras para sus vertidos urbanos.
La Junta ha invertido 30 millones de euros en la red de depuradoras y colectores de la cuenca del Guadaira. Dos años más tarde, Morón y Arahal ya tienen acabadas las suyas, las de Mairena y el Viso estarán a principios de 2004 y la de Paradas entra ya en fase de licitación. Si cumplen los plazos que ayer acordaron, el río Guadaira se librará el año que viene de las aguas residuales sin depurar de más de 80.000 personas.
Intervenciones
Algo más retrasada va la lucha contra los vertidos industriales. La Guardia Civil de Sevilla ha realizado desde 1997 más de 1.000 intervenciones alrededor del río y sus afluentes para controlar los residuos provenientes del aderezo de la aceituna y evaluar su impacto medioambiental en la cuenca hidrográfica. En estas inspecciones se han detectado más de 100 infracciones penales y administrativas, por las que hasta el momento han sido imputados 12 empresarios. En el último mes, otros dos han sido puestos a disposición judicial en Arahal y Morón de la Frontera, el último el pasado martes.
La Fiscalía estuvo ayer representada en la reunión y se comprometió a seguir actuando con las pruebas que le presenten la Guardia Civil o los ayuntamientos. El de Alcalá, según anunció hace dos semanas su alcalde, se personará como acusación particular en todos los casos que estudie la Fiscalía, que hace unos días puso en marcha un operativo especial para realizar un amplio estudio toxicológico en el Guadaíra y sus afluentes.
Una vez que los análisis realizados por el Instituto de Toxicología sobre una determinada muestra de agua detectan residuos contaminantes, la Guardia Civil hace un seguimiento su origen, según el ciclo hidráulico de los vertidos de cada empresa. El operativo se mantendrá abierto un año y, según Gutiérrez Limones, se espera que sirva para "concienciar" a los empresarios que incumplen las normativas ambientales.
El delegado de la Junta ofreció ayudas para la construcción de balsas en las que verter las aguas procedentes del aderezo de la aceituna. Arahal ha construido tres que permiten recoger 150 millones de litros de agua al año y los empresarios y las administraciones estudian la posibilidad de extender esta medida a los demás pueblos ribereños.
José del Valle se mostró a favor de que cada empresario realice un diagnóstico de su proceso de aderezo y del ciclo hidráulico que siguen sus vertidos. El agua que se emplea para tratar la aceituna de mesa está tratada con sosa cáustica y sal, una mezcla que las depuradoras no pueden digerir.
Según el delegado, algunos emplean dos litros de agua por kilo de aceituna, mientras que otros llegan a usar hasta 12 o 13 litros. "Hay que armonizar las cifras para que las balsas puedan soportar las cargas y para darle al producto el rigor que requiere", afirmó del Valle.
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