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Reportaje:

Un activista de 87 años

Volodia Teitelboim, amigo de Allende y Neruda, publica la biografía del poeta chileno

Leontxo García

La política es su esposa, y la literatura, su amante. El chileno Volodia Teitelboim, que a los 87 años atiende a ambas con asombrosa vitalidad, sufrió exilio y cárcel antes de que el golpe de Pinochet y la muerte de su amigo Salvador Allende le incitasen a ser la voz de la izquierda chilena desde Radio Moscú durante tres lustros. Entonces escribió la biografía de otro amigo, Pablo Neruda, reeditada ahora en España, Neruda, La biografía, por Ediciones Merán.

Los 40 años de amistad entre Teitelboim y Neruda permiten que el primero no sólo glose la trayectoria literaria del autor de Canto general, sino que dedique buena parte del libro a sus apasionantes aventuras políticas, que a menudo vivieron juntos. Destacado miembro del partido comunista, Neruda fue propuesto en 1970 como candidato a la presidencia de Chile, pero renunció a favor de Allende. Mucho antes, en 1936, fue cónsul en Madrid, y, tras la caída de la República, fletó el Winnipeg, un barco atiborrado de refugiados españoles en Francia, con los que el Gobierno de París se encontraba muy incómodo, que el poeta logró que llegara a Chile. "Es la más noble misión que he ejercido en mi vida", dijo después el premio Nobel de Literatura de 1971, que también fue nombrado embajador en París, en 1970.

Como Neruda, Teitelboim también tiene una biografía apasionante -la citada editorial la publicará el año próximo en España- e incluye al menos un intento de asesinato.Su nombre estaba en la primera lista de la muerte que el Gobierno de Pinochet entregó a los agentes de la DINA (policía secreta) que mataron en 1976 a Orlando Letelier, ministro de Salvador Allende. Pero los asesinos se demoraron 48 horas porque alguien les avisó de que estaban fichados por la policía mexicana y necesitaban pasaportes falsos; cuando llegaron a México, "los pájaros ya habían volado", recuerda Teitelboim.

Sin embargo, Teilteboim reniega de los sentimientos vengativos: "No tengo rencores personales, pero no se puede perdonar a Pinochet, porque eso implicaría la impunidad de quien generó la peor tragedia de la historia de Chile, y terminó por la vía del golpe de Estado y la tortura con una revolución sin sangre".

El odio de Pinochet a este político y escritor hiperactivo tiene su origen en otra casualidad: el día que murió Allende, 11 de septiembre de 1973, durante el bombardeo de los golpistas al Palacio de la Moneda, Teitelboim debía regresar a Chile tras una gira por Europa en representación de Allende, pero tuvo que permanecer en Moscú porque el aeropuerto de Santiago estaba cerrado. Esa misma noche nació Escucha Chile, el programa de Radio Moscú que Teitelboim mantuvo durante quince años para alentar al pueblo chileno y resistir frente al Gobierno militar.

Privado de la nacionalidad chilena, no era la primera vez que le consideraban un traidor a su país: pasó cinco años (1947-1952) en el campo de concentración de Piragua durante el mandato de González Videla, que ilegalizó el partido comunista. Pero su empeño en una larga e intensa vida le valieron un premio tardío, aunque no por ello menos gratificante, el Nacional de Literatura en 2002, a los 86 años.

A estas alturas pocos dudan de que lo merecía. Aunque define a la literatura como una amante que tuvo casi abandonada mientras se dedicó a la política, luego la resarció con creces: su obra incluye novelas, crónicas, biografías, memorias y ensayos, y ha escrito diez libros en los últimos nueve años, trabajando diez horas diarias con disciplina espartana. Ediciones Merán también publicó este año Los dos Borges, un laureado ensayo biográfico de Teitelboim sobre el escritor argentino. Y, observando su lucidez y vitalidad, no sería extraño que aún produzca más. "No concibo una reunión hermosa si no hay mujeres", asegura, y añade con un brillo de malicia en los ojos: "No estoy jubilado en nada".

Teitelboim ve ahora a Chile tan polarizado como antes y señala su temor frente a la derecha más extrema. "Pinochet es hoy una ruina humana, pero el pinochetismo es aún muy fuerte. Controla la mitad del Congreso, el poder económico y más del 90% de los medios de comunicación. Consagra en la letra de su Constitución la hegemonia de las Fuerzas Armadas como garante y custodio de la institucionalidad del país". A diferencia de Argentina, donde ha sido anulada la ley de amnistía de crímenes contra la humanidad, el escritor subraya que en Chile se deja en manos de los jueces aplicarla o desecharla. El anuncio de la formación de un nuevo partido pinochetista tendría el objetivo de sustituir el lema "Nunca más" por el "De nuevo si las circustancias lo exigen".

Neruda y Allende, sentados, detrás Volodia Teitelboim.
Neruda y Allende, sentados, detrás Volodia Teitelboim.

Hormonal

Volodia Teitelboim, que se define como un "comunista hormonal", tiene ideas claras sobre la existencia y destrucción de la antigua URSS. "La enfermedad de Lenin y su muerte, en 1924, fue una desgracia, porque permitió los horrores de Stalin. Después fue una sociedad muy paternalista, donde todas las iniciativas partían de arriba a abajo. Eso explica que se derrumbase como un castillo de naipes. Pero las ideas básicas del socialismo siguen vigentes. Lo que falló fue la democracia". No le sorpende que millones de rusos añoren la época soviética. "Conozco héroes de guerra que han vendido sus medallas para comprarse un par de zapatos. El país está minadopor mafias que en nada envidian a las de Chicago de los años treinta".

El político y escritor centra también sus críticas en Estados Unidos, y califica la hegemonía estadounidense como la de los bárbaros del siglo XXI.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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