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EL FÓRUM UNIVERSAL DE LAS CULTURAS DE BARCELONA

Del recinto cerrado a la implicación de toda la ciudad

Nunca Barcelona había conocido un precedente en materia de exposiciones como el que está propiciando el Fòrum 2004. Que instituciones tan variadas como el Museo de Arte de Cataluña, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y el Museo de la Ciencia, cada una desde su propia especificidad, decidan sumar esfuerzos para ahondar en uno o varios de los ejes temáticos del encuentro -la paz, la sostenibilidad, el diálogo entre culturas- evidencia el compromiso de toda la ciudad con el Fòrum. Pero para llegar hasta ahí ha habido que recorrer un tortuoso camino político.

El primer consejero delegado que tuvo el Fòrum 2004, el ingeniero Jaume Sodupe, nombrado en 1999, no era partidario de implicar a toda la ciudad en las celebraciones. Su máxima preocupación se centraba en cómo llevar hasta el recinto del Besòs los cinco millones de visitantes previstos para equilibrar el presupuesto. En su opinión, una excesiva dispersión de la oferta haría inalcanzable ese objetivo, por lo que planteaba montar tres magnas exposiciones con un coste global algo superior al que ahora permite financiar 24.

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Una avalancha de exposiciones por la paz y la diversidad

El contraste de pareceres entre la apertura a la ciudad y la focalización en el área Fòrum desencadenó una áspera batalla entre el consejo asesor, integrado por diversos actores de la cultura barcelonesa, y el consejero delegado, quien acabó por perder la confianza del alcalde de Barcelona y dimitió en julio de 2001. A esa dimisión sucedió un periodo turbulento que conoció una nueva dimisión, la del director general del Teatro del Liceo, Josep Caminal, nombrado sucesor de Sodupe, y la dirección interina de Ferran Mascarell, concejal de Cultura del consistorio socialista, al que la Generalitat de Cataluña se negó a reconocer como consejero delegado definitivo. El nombramiento para ese cargo, en abril de 2002, de Jaume Pagès, ex rector de la Universidad Politécnica de Barcelona, ha propiciado una etapa de estabilidad en la que ha habido que trabajar a toda máquina para recuperar el tiempo perdido entre indecisiones políticas.

Con la estabilidad ha llegado también el dinero. Las recientes incorporaciones de La Caixa y Gallina Blanca al plantel de empresas asociadas ha permitido superar ampliamente los 63 millones de euros de patrocinio previstos en el presupuesto, una cifra que hace un año nadie hubiera pensado que se llegara a alcanzar. A esta cantidad se suman 180 millones que ponen a partes iguales el Gobierno central, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona. Ahora, la cúpula del Fòrum sólo espera una cosa: que el evento no se transforme en arma arrojadiza durante la campaña autonómica, como ya ocurrió con las municipales de mayo pasado.

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