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Entrevista:RYSZARD KAPUSCINSKI | Premio de Comunicación y Humanidades | PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2003

"La política me es ajena"

Ryszard Kapuscinski (Pinsk, 1932), de 71 años, recibirá mañana el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2003. El que fuera el gran reportero del Tercer Mundo en los años sesenta y setenta del siglo pasado es ahora un escritor. Necesita tiempo, mucho tiempo. Todo el material acumulado a lo largo de 40 años verá la luz en nuevos libros. No le interesa el Primer Mundo, el mundo desarrollado. Ni tampoco la Europa del Este. "Cuando empecé como reportero me tocó cubrir un acontecimiento que no tenía precedentes: el surgimiento del Tercer Mundo. Supe que un hecho como éste no se repetiría en el futuro", dijo ayer en una entrevista con EL PAÍS. "Cuando hablamos del siglo XX hablamos del nazismo, del comunismo o del holocausto, pero a veces olvidamos que durante ese periodo se independizó toda la humanidad. Nada parecido he visto en el mundo desarrollado".

"He viajado demasiado en comparación con lo que he escrito. Siento que tengo muchas cosas que contar"
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Pregunta. ¿Cómo es la jornada del escritor Kapuscinski en Varsovia?

Respuesta. Me levanto muy temprano, entre las cinco y las seis de la mañana. Éstas son las mejores horas para escribir. Tengo actividades de carácter académico, lo que me impide escribir todos los días. Y dedico mucho tiempo a la lectura. Lo que escribo requiere mucha elaboración. Si quieres presentar nuevos ángulos de una realidad tienes que trabajar duro...

P. Ya no es reportero, sino escritor.

R. Sí. Estoy tratando de concentrarme en los libros. He viajado demasiado a lo largo de mi vida en comparación con lo que he escrito. Siento que tengo muchas cosas que contar.

P. ¿Por ejemplo?

R. Ahora estoy escribiendo un libro que se llamará Viajes con Herodoto. Empieza con mis primeras experiencias fuera de Europa, como India o China. Cuando eres corresponsal sientes la gran presión de los acontecimientos. No tuve tiempo para escribir. Pero acumulé bastante material que ahora verá la luz en forma de libros.

P. ¿Cómo le va con Internet?

R. No utilizo Internet, no uso e-mails.

P. ¿No le resulta útil como fuente de documentación?

R. No, no es lo que yo necesito. Yo no busco pura información. Me interesan las ideas, el pensamiento o las reflexiones. Y si me hace falta un dato lo veo en la enciclopedia o en el diccionario. Mi escritura intenta incorporar la reflexión, filosófica o en un planteamiento cercano a la antropología cultural. Internet es una dispersión para mí. No me aporta valor añadido.

P. Estos días se ha publicado en España su libro Un día más con vida, donde narra la independencia de Angola y la guerra civil en dicho país africano. Hay escenas que recuerdan a John Reed. ¿Le recuerda a usted?

R. Sí, claro.

P. Evocan al Reed corresponsal de guerra, el que escribe, por ejemplo, México insurgente.

R. Claro. Fue un gran reportero. Uno de los más grandes, un verdadero pionero. Une al reportaje clásico la visión personal. Él y otros, como Curzio Malaparte, sentían que el reportaje puede sobrevivir solamente si busca instrumentos en la literatura, en la novela. Se trata de mirar la realidad y transmitirla de una manera muy personal. Escribimos sobre acontecimientos reales y sobre personajes de carne y hueso. La idea me vino en África. Me di cuenta de que enviaba noticias muy pobres a mi agencia, sobre todo en relación con lo que yo mismo estaba viendo. Exigían 600 palabras, frases esquemáticas. En aquella época, los años sesenta y setenta, la televisión no tenía el peso de hoy. Reflexioné sobre esto. La noticia pura y dura encorsetaba la realidad. Había que usar nuevas formas, nuevos métodos, y estos ya existían en la literatura. Hoy aquellos cables y mensajes que yo envié a Varsovia se han quedado obsoletos. Mis libros perduran y se siguen publicando, como es el caso de Un día más con vida. Es falso, pues, que el reportaje sea un género de corta duración.

P. Cuando empezó a trabajar como corresponsal, en los años sesenta y setenta, eran los tiempos de la Guerra Fría. ¿Lo que pasa ahora en el mundo le recuerda en cierto modo a aquella época?

R. En los últimos años, sí. En los primeros noventa del siglo pasado el mundo vivió el mejor periodo desde la Segunda Guerra Mundial. Fue el fin de la Guerra Fría. Se abrió la esperanza de un mundo sin guerras ni conflictos. Yo confié mucho en esa nueva fase. Tenía cierto optimismo, reservado quizá, pero la verdad es que eso terminó mal. Lo que está pasando ahora en Irak confirma que estamos viviendo otra vez una etapa de tensión, de desconfianza, de conflictos. Y esto me pone muy triste. Sí, la tensión de hoy, los conflictos, me evocan a la Guerra Fría. Esta tendencia de guerra preventiva que se está desarrollando en la política mundial es muy peligrosa.

P. ¿Qué porcentaje de esta tendencia, como la llama usted, se deriva de los atentados contra las Torres Gemelas del 11 S?

R. Esos atentados aceleraron la tendencia. Pero el concepto no es nuevo. Comenzó a gestarse poco después de terminada la Guerra Fría: Somalia, Liberia, Afganistán, Irak son sus ejemplos.

P. El filósofo André Glucksmann defendió esta semana en París el derecho a la injerencia "humanitaria" en un país, por encima de la soberanía. ¿Usted está en contra?

R: Soy muy crítico con este planteamiento. Cuando lees estas opiniones pienso que corresponden a gente que no conoce el mundo. Esta gente vive en París, pero no sabe nada. Yo me he pasado 50 años en el Tercer Mundo. No he apoyado los bombardeos en la ex Yugoslavia y tampoco la guerra de Irak. No puede ser la respuesta. ¿Sabe cuál es el drama de hoy? Que no existe ningún planteamiento serio de política internacional.

P. ¿No es una paradoja que usted haya sido premiado aquí en España, y que al mismo tiempo su país y España hayan enviado tropas a Irak, y que las tropas dependen allí de un general polaco?

R. (Risas) Sufro mucho cuando hay este tipo de conflictos y guerras. La política me es ajena. No me gusta.

P. ¿Y América Latina? ¿Nunca pensó escribir sobre su paso por allí?

R. Sí, lo haré. Yo estuve allí a finales de 1967. Empecé en el Chile de Eduardo Frei Montalbán. Viví el triunfo de Salvador Allende y el asesinato de Schneider. Recuerdo que Allende nos invitó a mí y a otros dos colegas a su casa de la calle Guardia Vieja, en Santiago, una casa modesta y muy bonita. Después viví la campaña de la derecha chilena contra Allende, y me destinaron en Brasil cuatro meses antes del golpe del 11 de septiembre de 1973. Sí, después de Herodoto escribiré sobre América Latina.

Ryszard Kapuscinski, ayer en Oviedo.
Ryszard Kapuscinski, ayer en Oviedo.PACO PAREDES

Charlatanería

Prácticamente no lee periódicos. Ni, dice, novelas. Para escribir el libro Viajes con Herodoto ha identificado 142 libros de gran interés. Pero no ha podido leer ni la mitad. Para el siguiente, que narrará sus peripecias en América Latina, tiene previsto consultar 250 títulos. Ryszard Kapuscinski estima que los corresponsales de guerra ya no son lo que eran. ¿Los corresponsales empotrados o encamados en Irak? No creo que fuera posible allí una cobertura periodística independiente, fiel. Hasta donde yo sé, la libertad de movimiento era muy limitada", explica.

El ahora escritor no critica a los medios de comunicación en general. "El mundo de los medios es muy grande y diverso, algunos son buenos y otros son malos, no hay que generalizar". Lo peor cree que es la tendencia de los periodistas a tratar de conocer y opinar sobre todo. "Estoy en contra de esto. La especialización es fundamental. Es la salvación para esta profesión".

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