Bush otorga a Condoleezza Rice el control de la posguerra y la reconstrucción de Irak
La decisión, motivada por las encuestas, resta poder al Departamento de Estado y al Pentágono
En una decisión que tiene las encuestas como telón de fondo, la Casa Blanca ha decidido restar poder al Departamento de Estado y, sobre todo, al Pentágono para asumir en ese edificio la supervisión de todas las tareas de reconstrucción de Afganistán e Irak. "El presidente sabe que quizá su reelección depende de esto", dice una fuente del edificio presidencial. La creación del Grupo de Estabilización de Irak, con sede en la Casa Blanca, se contempla también como un reconocimiento implícito de la descoordinación de la posguerra.
"El presidente sabe que quizá su reelección depende de esta decisión"
Según desveló el diario The New York Times, la creación del Grupo de Estabilización de Irak en la Casa Blanca se formalizó a través de un comunicado enviado a tres despachos: los del secretario de Estado, Colin Powell; el del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y el despacho del director de la CIA, George Tenet. Los tres destinatarios del informe se ven obligados a ceder poder en mayor o menor grado.
La nota venía firmada por Condoleezza Rice, consejera de Seguridad Nacional y principal asesora del presidente. Ella es también la persona elegida por George W. Bush para asumir la dirección del Grupo de Estabilización de Irak.
Por encima de todo, la creación de este nuevo cuerpo institucional pretende centrar en la Casa Blanca los esfuerzos de la reconstrucción y otorgar a la presidencia de EE UU el protagonismo absoluto en ese esfuerzo. La decisión se ha tomado justo cuando las encuestas muestran cómo los estadounidenses pierden aceleradamente la confianza en la capacidad política internacional de su presidente.
Según una fuente de la Casa Blanca citada por el Times, Bush "sabe que su legado y quizá su reelección dependen ahora mismo de esto". Además, la creación del organismo de supervisión "es la manera más clara de reconocer que [la reconstrucción de Irak] no está funcionando", dijo el alto cargo desde el anonimato.
Según la definición de Rice, el Grupo de Estabilización de Irak debe coordinar los esfuerzos en la lucha contra el terrorismo, desarrollar estructuras políticas e impulsar el desarrollo económico en Irak y en Afganistán. Hay otro cometido esencial en la decisión: centralizar la política de comunicación sobre Irak del Gobierno de EE UU.
En una breve rueda de prensa, el presidente George W. Bush pareció reconocer ayer que parte del esfuerzo que ahora recae sobre la Casa Blanca es puramente mediático. Según el presidente, el grupo "está dedicado a la coordinación de nuestros esfuerzos", pero después aseguró que la situación en Irak está mejorando y lamentó con tono de incomprensión que "a veces es difícil contarlo a través de los filtros". Bush se refería a la falta de coordinación de los mensajes de los distintos departamentos, pero también reconocía de esa manera que la opinión pública tiene una sensación cada vez más negativa sobre los trabajos de reconstrucción de Irak.
La reorganización se interpreta también como un voto de censura al Pentágono, que es la institución que más poder pierde con la nueva supervisión de la Casa Blanca. Aunque el líder civil nombrado por Estados Unidos, Paul Bremer, seguirá dependiendo del Departamento de Defensa, sus máximos colaboradores pasarán a depender del Grupo de Estabilización. La decisión también afecta al Departamento de Estado, que hasta ahora coordinaba los trabajos de las distintas agencias que participan en la reconstrucción.
No por casualidad, la creación del nuevo organismo coincide con los debates políticos sobre los 87.000 millones de dólares que Bush ha pedido al Capitolio para operaciones militares y reconstrucción civil de Irak. El nuevo Grupo de Estabilización es un blindaje contra las críticas sobre la falta de organización en la posguerra iraquí.
Por otra parte, Bush prometió ayer cooperación plena con el Departamento de Justicia en la investigación sobre supuestas filtraciones interesadas de información secreta en la Casa Blanca. Al menos 200 de los 2.000 empleados de la Casa Blanca han recibido la orden de entregar a los investigadores documentos, copias de correos y listados telefónicos.
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