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La calle de la independencia

Los pequeñas editoriales independientes apuestan por Liber. Este año, un grupo de las de Madrid ha decidido participar activamente formando dentro de esta feria internacional del libro una Calle de la Bibliodiversidad donde, reunidas, puedan acoger a los profesionales que las visiten. De esta manera, confían en que lograrán ser útiles a los visitantes, crear un espacio propio capaz de competir con los llamativos stands de las editoriales grandes y, finalmente, echarse una mano los unos a los otros cuando sea preciso.

Para estos editores, acudir a una feria supone, además de un gasto relativamente fuerte, un esfuerzo personal que les exige estar en persona hora a hora y día a día dentro de los pocos metros cuadrados del stand atendiendo a los posibles compradores o a los profesionales del libro que, como los bibliotecarios o los profesores, acuden a obtener información sobre las publicaciones que les interesan. Son, pues, necesariamente celosos de su tiempo y de su esfuerzo, y por ello es tanto más interesante su apuesta colectiva a favor de esta feria.

Es sabido que en nuestro país existe un número importante de pequeñas y medianas editoriales independientes, más de cuatrocientas, que compiten entre sí y con las grandes para llevar a los lectores sus publicaciones. Son casas editoras normalmente especializadas en publicaciones de "valor añadido" relacionadas con las ciencias sociales, las humanidades, las ciencias y la tecnología, o con la literatura de vanguardia o las bellas ediciones, según se desprende del Informe de comercio interior del libro que anualmente publica la Federación de Gremios de Editores de España. En ellas, propiedad y dirección suelen confundirse y esa coincidencia se resuelve en un aire vocacional y personal que impregna todo el catálogo del editor. Numerosos autores y lectores encuentran en este colectivo editorial el adecuado cauce para la expresión plural o minoritaria de sus escritos.

Las nuevas tecnologías, que han hecho más ligera la industria editorial, y la irrupción de Internet y del comercio electrónico han contribuido a propiciar nuevos fenómenos editoriales como "la edición en casa" o "la edición sobre pedido", y han alentado a que colectivos tradicionalmente ausentes de la edición, como los jóvenes o las mujeres o, simplemente, los que sienten el gusto de la comunicación y del libro se animen a dar los primeros pasos como editores.

Micros, pequeñas, medianas, grandes y transnacionales de la edición forman el ecosistema del libro y son la expresión y garantía de la bibliodiversidad, esto es, de la variedad y pluralidad del libro. De la importancia que en toda el área del español cobra esta noción de ecosistema del libro da buena idea que Cerlalc, organismo regional de Unesco para los problemas del libro en América Latina, haya aprobado en su último consejo un programa específico de apoyo y, al mismo tiempo, recomiende a los poderes públicos del área el establecimiento de medidas tendentes a preservarlo.

Liber, como una maqueta del universo de la edición, recoge a escala estas mutaciones producto de los cambios del entorno del libro. Escaparate de la edición, como la quisieron sus iniciadores, un grupo de editores madrileños capitaneados por Francisco Pérez González, revela sus contradicciones y señala líneas de fuerza como esta bibliodiversidad que se apresta a unir esfuerzos aprovechando sus oportunidades.

Libres, por ejemplo, de los condicionamientos comerciales que a otros imponen las casas o distribuidoras propias pueden, en el reducido espacio de su stand, negociar sin trabas con los importadores o recibir a libreros, bibliotecarios o a los distribuidores locales. Sin duda, las estructuras comerciales de los editores independientes no tienen las capacidades de las de los grandes grupos, pero son, sin embargo, más flexibles y adaptables y, por lo mismo, más adecuadas a las posibilidades de la feria.

Así resulta que, contrariamente a lo que con malicia dicen algunos, lo mejor de Liber no es, como ocurre con ciertos regalos navideños, la envoltura: hay que rasgar las apariencias para descubrir bajo los discursos, las ruedas de prensa y las declaraciones de la autoridad gremial de turno una realidad llena de vida que se organiza y encuentra sus espacios.

Federico Ibáñez es director de Castalia.

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