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CONFERENCIA INTERNACIONAL EN NUEVA YORK

Aznar propone un debate sobre los efectos y no sobre las causas del terrorismo

El presidente español discrepa de otros líderes mundiales en un foro auspiciado por la ONU

El presidente del Gobierno español, José María Aznar, ofreció ayer un discurso de tal firmeza en una reunión internacional sobre terrorismo, organizada por Noruega en Nueva York, que llegó a menospreciar el análisis de las causas del fenómeno a pesar de que el encuentro había sido convocado bajo el lema de "Una conferencia sobre las raíces del mal". "Más que las causas, lo que ha de interesarnos del terrorismo son sus efectos", aleccionó Aznar a los reunidos. Su intervención chocó con las demandas de un mundo más igualitario y libre formuladas por otros líderes.

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Muchos oradores de tendencias políticas muy distintas, como el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, el presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, el primer ministro canadiense, Jean-Francois Chrétien, o el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aun profesando el mismo principio sentado por Aznar de que ningún ideal ni situación objetiva de injusticia puede servir de coartada al terrorismo, sostuvieron que no basta la acción militar y que es necesario resolver los conflictos enquistados y las desigualdades sociales que alimentan el apoyo a las estrategias terroristas.

Nada de esto tuvo cabida en el discurso del presidente español, que jugó un papel destacado en el encuentro, pues abrió el turno de palabra de los líderes después de que sendos representantes de ¡Basta Ya! y Víctimas del Terrorismo protagonizaran un debate previo en el que sólo intervinieron otros dos damnificados: un balinés y un jefe de bomberos neoyorquino.

Una simple referencia al objetivo de "reforzar el diálogo entre culturas, religiones y civilizaciones" fue la única medida no represiva que el presidente del Gobierno consideró en su breve catálogo de ideas para articular una respuesta al desafío que supone el terrorismo. Otras fueron la formulación de "una nueva cultura estratégica" y el refuerzo de "la cooperación y la cohesión internacional".

Aznar se extendió, en cambio, en la idea de que "es necesario desmitificar la idea misma de causa" del terrorismo, porque "las motivaciones declaradas por los terroristas, sean estas sociales, étnicas, religiosas o de otro tipo, pretenden trasladar la atención desde la ignominia del acto a la nobleza de la causa".

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"Quien asesina en nombre de una patria, un Dios o un modelo de organización económica y social no es un patriota, ni un cliente, ni un idealista. Es un asesino", añadió, antes de recomendar: "No hablemos de causas, sino más bien del caldo de cultivo en el que el terrorismo crece y aspira a legitimarse. El fanatismo religioso, el odio racial, el nacionalismo étnico son el alimento del terror, que, en todos los casos, tienen una característica común esencial: la exclusión, la eliminación física, cultural y moral de los demás".

Otro fue el tono de la intervención de Annan, quien, tras dejar sentado que "con el mal no se puede llegar a ningún compromiso" y que "ninguna meta puede dar a nadie el derecho de matar a civiles inocentes", recordó que "paradójicamente, los grupos terroristas pueden resultar apoyados cuando, en respuesta a sus ultrajes, los gobiernos cruzan la línea y cometen ellos mismos ultrajes, se trate de operaciones de limpieza étnica, de bombardeos indiscriminados de ciudades, de torturas a prisioneros, de asesinatos selectivos, o de aceptar las muertes de civiles inocentes como daños colaterales". También dijo el secretario general de la ONU que "nos engañaríamos si pensáramos que la fuerza militar por sí sola puede derrotar al terrorismo", y aseguró: "El terrorismo sólo será derrotado si trabajamos para resolver las disputas políticas y los conflictos enquistados que le generan apoyo".

"Prosperidad compartida"

Del mismo modo se manifestó Chirac, que, después de afirmar que "ningún pretexto puede legitimar el recurso al atentado terrorista", consideró, no obstante, que "el terrorismo constituye un revelador de los males de su tiempo, y es la expresión delirante de sufrimientos, frustraciones o injusticias". Mencionó expresamente el presidente francés en ese contexto la necesidad de resolver el conflicto de Oriente Próximo, y concluyó que, en un mundo "marcado por diferencia creciente entre ricos y pobres, por la desestabilización de las sociedades tradicionales y por la dificultad de las clases medias de los países en desarrollo para garantizarse un mínimo de estabilidad", resulta inevitable buscar "una prosperidad compartida" que prevenga "los sentimientos de injusticia y exclusión".

También Chrétien, el primer ministro canadiense, habló de "promover prosperidad, reducir la distancia entre los pobres y los ricos, promover la libertad", mientras que el dirigente brasileño Lula afirmaba que "el acto terrorista nace de la falta de libertad" y sostenía que "el problema no se resuelve elaborando listas internacionales de terroristas".

José María Aznar y su esposa, Ana Botella, pasean por Nueva York.
José María Aznar y su esposa, Ana Botella, pasean por Nueva York.EFE
Elie Wiesell, premio Nobel de la Paz (izquierda) junto a Kofi Annan y el primer ministro de Noruega, Kjell Magne Bondevik.
Elie Wiesell, premio Nobel de la Paz (izquierda) junto a Kofi Annan y el primer ministro de Noruega, Kjell Magne Bondevik.AP

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