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Reportaje:

La paradoja de Barcelona

El estilo de vida mediterráneo podría prevenir la evolución de la arterosclerosis al infarto

Las coronarias de los españoles menores de 35 años ya tienen placas de colesterol, pero felizmente son seguras y, de momento, no hay riesgo de que se suelten y causen un infarto. Este dictamen, realizado por cuatro grupos de forenses de Barcelona tras practicar la autopsia de 65 niños y jóvenes de 12 a 35 años fallecidos por accidente, pasa por ser el primer trabajo de peritaje del estado de las coronarias de la juventud española. Los hallazgos forenses pueden considerarse, en cierto modo, tranquilizadores, pero no han sido los esperados, y plantean nuevas dudas y preocupaciones.

En España y otros países mediterráneos los factores de riesgo cardiovascular (el colesterol elevado en sangre, la hipertensión, el tabaquismo, etcétera) son similares a los de EE UU y otros países desarrollados, pero las tasas de infartos y de mortalidad coronaria siguen estando entre las más bajas del mundo. Esto es lo que se llama, a raíz del descubrimiento del fenómeno en Francia, "la paradoja francesa", una especie de seguro cardiovascular al que se atribuye que franceses y españoles tengan entre dos y tres veces menos infartos que los estadounidenses.

Para explicar esta paradoja, hay dos teorías. La primera sugiere que los países mediterráneos van retrasados y que, con el tiempo, el aumento del colesterol acabará causando más infartos y muertes. La segunda cree en el estilo de vida mediterráneo como factor preventivo de la aterosclerosis y el infarto. Si ésta fuera la cierta, los forenses de Barcelona habrían encontrado coronarias sanas y libres de placas de colesterol en los jóvenes.

Pero no. En la muestra estudiada, la tercera parte de los varones jóvenes (17 de 50) tiene ya placas de colesterol (en las 15 niñas y mujeres jóvenes no había placas). El número de placas encontrado es similar al de poblaciones con tasas de enfermedad coronaria mucho más altas que la de Barcelona. La buena noticia del estudio es que "a pesar de que la mayoría de los jóvenes de más edad tienen placas de ateroma, éstas son fibrosas y estables, y tal como están no hay por ahora riesgo de trombosis e infarto", resume Emilio Ros, director de la Unidad de Lípidos del Hospital Clínico de Barcelona y coordinador científico de este estudio, que aparece en el último número del British Medical Journal (BMJ).

Si estos datos de autopsia se corroboran en estudios con población mayor de 35 años y a mayor escala, la paradoja francesa -o si se quiere, la paradoja de Barcelona- podría explicarse con la existencia de factores que impiden no ya la aparición de la aterosclerosis, sino su progresión a estadios que conducen al infarto. Pero también podría ser, apunta Ros, "que la paradoja esté tocando a su fin y pronto veamos un aumento de las tasas de infarto y de la mortalidad asociada

[un tercio de los infartados muere antes de llegar al hospital y un 10% del resto, en el primer mes]

Hay indicios que hacen más verosímil la primera opción. A su favor está el dato, apuntado en el estudio, de que "la morbilidad y mortalidad por infarto son bajas en España, pero la angina de pecho es igual de frecuente que en los países occidentales con mayores tasas de enfermedad coronaria". La diferencia es clave, pues mientras el desprendimiento de placas conduce al infarto, si no se desprenden sólo aparece el dolor de la angina.

¿Por qué unas placas permanecen estables y otras evolucionan hasta desprenderse? En 1992, el investigador francés Serge Renaud, criado entre los viñedos bordeleses, publicó en The Lancet un trabajo titulado "El vino, el alcohol, las plaquetas y la paradoja francesa en la enfermedad coronaria", en el que indicaba que el vino es una de las claves. El vino ha subido, desde entonces, a los altares de prevención cardiovascular. Pero el estilo de vida mediterráneo es mucho más. Lo que aporta el estudio de Ros es: "Nuestro estilo de vida no nos protege de la aterosclerosis; en todo caso, de su progresión". Y para demostrarlo, añade, hay que realizar antes mucha investigación sobre "los factores estabilizantes de la placa".

Una pareja come en la terraza de un restaurante del Puerto Olímpico de Barcelona.
Una pareja come en la terraza de un restaurante del Puerto Olímpico de Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

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