El desfile colectivo de jóvenes en Gaudí trae savia nueva al panorama de la moda

La Pasarela Gaudí concluye con la euforia aportada por los jóvenes creadores. El vigués Cristóbal Vidal cosechó la más cerrada ovación de la jornada con sus valientes y atrevidas propuestas basadas en la falda masculina. Por otra parte, el Circuit se desplaza por distintos espacios de la ciudad convocando a una marea de jóvenes ávidos por encontrar en la novedad sus propias referencias de la moda que vendrá. Las tendencias son parte de un mundo globalizado en el que se hablan muchas lenguas a la vez, como grafismos, colores rabiosos y grandes volúmenes.

La Barcelona Fashion Week finalizó anoche con dos muestras destinadas a sentenciar tendencias, el desfile Colectivo Jóvenes Diseñadores y el PasaFad de ModaFad. Las propuestas de ambos colectivos coinciden el resaltar el valor del color en la ropa que saldrá a la calle la próxima temporada primavera-verano 2004. Aumenta el volumen de las prendas por el efecto de superposiciones o costuras muy elaboradas, y por la aplicación de bordados, estampados y motivos sobre tejidos técnicos o convencionales.

El Circuit, por su parte, firma nuevas tendencias para las próximas temporadas. Los desfiles de Gabriel Torres y la segunda línea de Josep Font, en el Teatre Grec, subieron la nota en cuanto a tendencias y puesta en escena con un marco que ayudó bastante. Torres desfiló por los jardines colocándose ex votos en las camisas; mezclando a la vez lo masculino y femenino, joven y viejo, nuevo y usado, con verdadero acierto y elegancia ritual, sin perder la originalidad del creativo rebelde. El diseñador rompe la rigidez del traje chaqueta, siempre blanco, con faldas y blusas de costuras inacabadas, concediendo gran importancia a la falda pareo. En su colección predomina el blanco.

Josep Font presentó su segunda línea alrededor del escenario del Grec, añadiendo color a sus propuestas más jóvenes y fomentando el protagonismo de los tocados, verdaderamente espectaculares. Siendo el punto el material más usado, Font utiliza los tejidos como expresión estética y así mezcla rayas con estampados, lisos con enormes bordados o aplicaciones procedentes del mundo de la costura: pedazos de tejido, cremalleras, puntillas, lazos o botones, con el resultado evidente de una colección, en efecto, muy teatral.

Riesgo

El desfile Colectivo Espacio Gaudí Diseñadores ha dejado un buen sabor de boca y un optimismo basado en la savia nueva y el riesgo consciente de los que probablemente sean nombres reconocibles en la moda de un futuro no tan lejano. Fueron 11 nuevos creadores a los que debemos seguirles la pista paso por paso, especialmente a los tres últimos: Anke Schölder, Txell Miras y Cristóbal Vidal. La primera ha demostrado una enorme imaginación en la elaboración de tejidos complejos a base de contrastar sobre la superficie-base elementos más sutiles, con lo que dibuja una suerte de flores y formas. Luego, con esa especie de tapiz, crea la prenda. El resultado no es sólo barroco y artesano, sino muy hermoso y delicado. La segunda creadora, Txell Miras, dio una sorprendente manifestación de novedad constructiva y verticalidad estilística, aparentemente liberada de las presiones del mercado, pero dando un peso serio a su estrecha colección basada en el negro y la contención.

El vigués Cristóbal Vidal arrancó la más cerrada ovación del público con su colección masculina, donde imperó lo que es ya su filosofía de la indumentaria varonil: la falda masculina, apoyado por un excelente trabajo de sastrería en chaquetas y otros elementos a los que somete a constante y severa deconstrucción. Vidal tiene un estilo personal, y se basa en la elegancia. No hay en su trabajo amaneramientos ni ambigüedades: sus chicos van con falda, pero son decididamente viriles.

También tiene aciertos la colección surfera de Jesús Cortés, inspirada por Jamaica y sus cadencias solares.

Al hablar de un balance de tendencias de acuerdo a lo visto en Gaudí y a lo que deja ver en su recta final Circuit, hay que referirse a las mezclas y al color dentro de un ambiente ya globalizado. Se concede un importante papel protagonista al color y al blanco y el negro sigue dando de sí, con un aumento de tono en los colores hasta ofrecer un panorama mucho más optimista que la realidad misma. El blanco y el negro son, de momento, intocables, juntos o por separado, vuelven a dar mareos ópticos, siguiendo las directrices del pop-art. Según pronósticos con referencias de lo que hay en el panorama internacional, la orgía cromática promete mucho, y por lo visto el negro también formará pareja con el rojo.

Las líneas, básicas y accesorias, de trazado de las prendas, se rebelan y dibujan geometrías de nueva lógica sobre el cuerpo, las asimetrías siguen su camino, casi siempre en diagonal, y las transparencias, mucho más serenas, muestran interiores tatuados o tejidos de contraste. Se aprecia también un considerable aumento de volumen con efectos de costura a través del drapeado, los volantes y los fruncidos; las superposiciones mezclan prendas diferenciando largos o densidades, y también se yuxtaponen grandes bolsillos, llamados acaso a sustituir a los bolsos de mano. Las referencias multiculturales están al día, con la invocación a la naturaleza y la reivindicación ecologista, la resurrección del arte pop (décadas de los sesenta y setenta) y a la estética que ofreció el glam-rock en los ochenta, junto a la conexión que ofrece la música actual, especialmente el techno y el house.