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CUMBRE DE CANCÚN

Brasil advierte que la OMC será un organismo irrelevante si no hay acuerdo

Comienzan las negociaciones con la mirada puesta en los responsables de la Agricultura

Soledad Gallego-Díaz

Los cinco grupos de trabajo de la cumbre de Cancún comenzaron ayer sus negociaciones simultáneamente. En cinco salas distintas del gigantesco Centro de Convenciones, rodeados de dobles vallas metálicas y de un servicio de control asfixiante, se agruparon centenares de funcionarios, expertos y técnicos en "Agricultura", "acceso a mercados no agrícolas", "desarrollo", "los llamados temas de Singapur" y el grupo de "miscelánea" que, como su nombre indica, recoge lo que cabe en otras cajas. La clave, sin embargo, está en la Agricultura.

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Todo el mundo sabe que esta vez no se podrá llevar adelante ningún acuerdo si no se adelanta en el área de Agricultura y todo el mundo sigue con el rabillo del ojo los movimientos de los cuatro hombres, cuatro jefes de delegación, de los que depende ese avance. Si ellos no son capaces de tejer una mínima red, una salida al embrollo de los subsidios agrarios, la OMC corre un serio riesgo.

Uno de esos cuatro hombres, el ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, Celso Amorin, lo dijo ayer con bastante contundencia: "La OMC corre el riesgo de convertirse en un organismo irrelevante. El peligro de fragmentación está claramente aquí". Y Amorin, un negociador muy admirado en medios internacionales, sabe de lo que habla: como diplomático llegó a ser embajador en la OMC.

Amorin es uno de los protagonistas de Cancún. Junto a él, los dos negociadores más clásicos, los dos de los que siempre ha dependido el futuro de la OMC, el norteamericano Robert Zoellick, representante de Comercio de Estados Unidos y miembro del gabinete de George Bush; y el francés Pascal Lamy, comisario de comercio de la Unión Europea. Y finalmente un rico abogado indio, Arun Jaitley, ministro de Comercio y posible futuro primer ministro de su país, un político algo más abierto que sus predecesores, pero muy poco convencido de los beneficios de la liberalización del comercio. Los cuatro forman el auténtico núcleo de esta cumbre, por supuesto sin olvidar nunca al representante chino.

Zoellick y Lamy han llegado a Cancún con un preacuerdo ambiguo en agricultura y con una total voluntad de no agredirse mutuamente. Los dos son formidables negociadores, adictos al trabajo y corredores de maratón (el norteamericano con una marca personal mucho mejor que la del francés). Uno es republicano y procede de una de las mayores empresas de inversión inmobiliaria de Estados Unidos, Fannie Maes, y el otro es socialista y un típico enarca (fue la mano derecha de Jacques Delors), pero los dos se profesan una mutua admiración y han logrado evitar los enfrentamientos personales que hicieron famosos a sus predecesores. Muchos creen que si ellos no son capaces de lograr un acuerdo antes de que Lamy abandone la Comisión, en 2004 y antes de que acabe el plazo de Doha, enero de 2005, nadie será ya capaz de revitalizar esta organización.

En Cancún, Zoellick y Lamy están respetando el pacto agrícola al que llegaron durante el verano y trabajan codo con codo para evitar que sus oponentes, Amorin y Jaitley, consigan más apoyos entre los 148 países miembros de la organización. Esta es siempre una labor básica en la OMC porque se trata de uno de los escasos organismos internacionales en los que los acuerdos se toman por consenso.

Amorim criticó ayer esa asociación de Estados Unidos y Europa, en teoría tan enfrentados en otros campos, y lamentó la calma con la que Washington y Bruselas pretenden encarar las quejas de los países en vías de desarrollo. "Cuando se lanzaron las negociaciones de esta ronda, hace dos años en Doha todos sentíamos una urgencia que parece haber desaparecido. Hay que cambiar esto y cambiarlo ahora". "En Doha decidimos llamar esta ronda la Ronda del Desarrollo, pero los palabras no tienen el poder mágico de transformar la realidad", protestó.

Varios manifestantes atacan con palos a la policía mexicana en una protesta contra la OMC en Cancún.
Varios manifestantes atacan con palos a la policía mexicana en una protesta contra la OMC en Cancún.REUTERS

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