Altos cargos de Blair no desmintieron a la BBC que el informe sobre Irak era exagerado
El periodista Gilligan asegura ante el juez que se ajustó a las revelaciones del científico Kelly
Fue una jornada intensa para Andrew Gilligan, corresponsal de defensa de la BBC y autor del reportaje sobre presuntas interferencias políticas en el informe de los servicios secretos británicos sobre armas en Irak que desató una enconada batalla entre el Gobierno de Tony Blair y la radiotelevisión estatal. En su declaración ante el juez Brian Hutton, que dominó la segunda sesión de la investigación de la muerte del científico David Kelly, Gilligan aseguró que cotejó su polémica información con dos representantes del Gobierno, lo cuales declinaron la oportunidad que se les brindaba para desmentirla.
El Gobierno británico acusó un nuevo embate en la segunda sesión oral de la investigación del juez Hutton sobre las circunstancias de la muerte, el pasado 17 de julio, del experto en armas de Irak, David Kelly. Tras las declaraciones del día anterior de que dos jefes del espionaje británico protestaron por el elevado tono utilizado en el informe oficial para advertir de la amenaza que suponía Sadam Husein, ayer se desveló que dos altos cargos del Ejecutivo de Tony Blair no quisieron ni desmentir ni confirmar los datos a los que había tenido acceso el periodista de la BBC.
Es la primera vez que Gilligan admite públicamente que intentó apoyar la información proporcionada por Kelly con otras fuentes, cuya identidad no desveló. De acuerdo con su testimonio, "dos contactos en el Gobierno", con acceso al documento del pasado setiembre sobre armas de Irak, "no negaron" ninguno de los explosivos datos sobre interferencia política en la redacción de dicho informe. Uno de ellos incluso le animó a "seguir excavando" en la materia.
Gilligan presentó en la sala del Alto Tribunal de Justicia, con sede en Londres, las notas que recogió en su agenda electrónica durante la conversación con Kelly, el pasado 22 de mayo. Era su prueba más directa de que no exageró ni malinterpretó las palabras del científico quien, semanas más tarde, señaló ante una comisión parlamentaria que no reconocía sus palabras en los datos manejados en el reportaje de la BBC. Días después de declarar en el Parlamento de Westminster, el científico se cortó las venas en las proximidades de su vivienda, en el condado de Oxfordshire.
Hacer "más sexy" el texto
Gilligan reiteró ayer que fue Kelly quien sacó a relucir en la entrevista el nombre de Alastair Campbell, director de comunicación de Blair, y quien también hizo referencia al ultimátum de los "45 minutos", en referencia al plazo que necesitaría Sadam para lanzar un ataque biológico y químico. Reconoció, en cambio, que la expresión "hacer más sexy" el texto del documento emanó de él mismo y fue después aceptada por su entrevistado.
Según el corresponsal de Defensa de la BBC, Kelly acusó directamente a Campbell de forzar la inclusión en el documento de dicha frase en contra del criterio de los servicios de espionaje. "La mayoría de los agentes estaban descontentos con esto porque no reflejaba la opinión que habíamos concluido", escribió en su agenda electrónica reflejando las palabras del científico.
La hermética defensa de Gilligan quedó quebrada, sin embargo, al proseguir el interrogatorio. Entre los documentos presentados ayer, el juez Hutton entresacó una comunicación interna de un responsable de la BBC expresando dudas sobre el reportaje de su corresponsal de Defensa. "Es una buena pieza de periodismo de investigación, estropeado por imperfecciones en el reportaje. Nuestra principal carga ha sido su lenguaje poco preciso y la falta de juicio en algunas de sus frases", escribió el editor del programa a un alto cargo de la BBC.
Hasta la fecha, la radiotelevisión pública había defendido enérgicamente la labor de Gilligan y de otros periodistas cuyas informaciones se basaron en declaraciones off the record del asesor en armas de Irak del Ministerio de Defensa.
Gilligan admitió ayer que ese primer reportaje, que emitió en directo en la mañana del 29 de mayo, "no era perfecto". Aceptó que pudo interpretarse como una denuncia de que el Gobierno había mentido en aspectos relacionados con el informe de Irak. "No fue mi intención", dijo. No hay duda de que el Ejecutivo encontrará en este comunicado de la BBC buena munición para justificar su reclamación de disculpas por el reportaje.
En sus tres contactos con Gilligan desde 2001, Kelly se mostró "abierto y eficaz" y se comportó como un "maestro" entusiasmado de transmitir sus conocimientos. El periodista de la BBC no interpretó la denuncia del científico como un acto de mala fe contra el Gobierno, sino como una expresión de su opinión profesional sobre el documento elaborado originalmente por los servicios secretos. Porque, de acuerdo con Gilligan, Kelly consideraba una exageración la forma en que Blair expuso el grado de la amenaza potencial del entonces presidente iraquí. "El programa [de armas de destrucción masiva iraquiés] era muy pequeño", leyó de las notas recogidas en su agenda electrónica durante la última entrevista con el científico, "Sadam no podía matar a mucha gente incluso si todo hubiera marchado bien para él".
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