Lula aplaza una histórica gira por África ante el bloqueo de sus reformas económicas en Brasil
Los sindicatos presionan al presidente para que frene los cambios en la Seguridad Social
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha visto obligado a posponer un histórico viaje a África, que tenía previsto realizar entre el 5 y el 12 de agosto, ante el momento crucial por el que pasan las reformas ecónomicas que había prometido. Las presiones de sectores sindicales y gremiales y la resistencia del Congreso para la aprobación del proyecto de reforma de la Seguridad Social hacían especialmente difícil la ausencia del país del mandatario brasileño, quien posiblemente realizará su gira africana el próximo mes de noviembre.
Los gobernadores de los Estados han anulado la cita que tenían prevista hoy con el presidente para discutir las peticiones del Poder Judicial sobre la cuestión de las jubilaciones, tema prioritario del Gobierno de Lula y que prevé un aumento de la edad mínima en que pueden jubilarse los empleados públicos, así como la reducción de sus pensiones.
Sin duda, como comentaba ayer en su editorial el diario O Globo, la luna de miel de Lula ha acabado al cumplirse los siete primeros meses de su mandato. Ahora le ha llegado la hora de la verdad y tendrá que sortear los impedimentos que empiezan a plantear los sindicatos, los principales movimientos sociales y el Congreso.
Es posible que en las próximas semanas, el Gobierno consiga que el Parlamento apruebe el texto del proyecto de la Seguridad Social. Para este próposito, Lula ha tenido que acabar aceptando las reivindicaciones propuestas por los jueces y magistrados, que amenazaban con convocar la primera huelga en la historia del país. Pero el mayor quebradero de cabeza, le está llegando al primer presidente de izquierdas del país, de donde menos se lo esperaba. Los movimientos sociales de izquierdas como el de los Trabajadores Sin Tierra y el de los Trabajadores Sin Techo están plantando cara. A ellos se están uniendo los más de setenta movimientos sociales de todo tipo que consideran que Lula está llevando a cabo una política económica de corte capitalista y que aún no ha llevado a cabo prácticamente ninguna de sus promesas electorales de profundo cambio social, comenzando por la tan esperada reforma agraria.
Movimientos sociales
En contra de lo que se esperaba con la llegada al poder del Gobierno progresista del Partido de los Trabajadores, el Movimiento de los Sin Tierra no sólo no ha paralizado las invasiones de tierras sino que las ha agudizado en todo el país con acciones mas violentas que nunca y que ya han llevado al Gobierno a amenazar con la intervención del Ejército. Lo mismo ocurre con el Movimiento de los Sin Techo, que están invadiendo edifícios en São Paulo y en otras muchas ciudades con acciones, a veces violentas, que han provocado ya la intervención de la policía.
Los dirigentes de ambos movimientos, que habían contado con el apoyo de Lula antes de llegar al poder, siguen afirmando que continúan confiando en que el líder izquierdista mantenga sus promesas de reformas sociales, pero que ellos van a seguir defendiendo los intereses de los más pobres y abogando por un cambio del actual modelo económico, que ellos consideran una mera continuidad del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
A los movimientos más radicales, se están también uniendo otros más dialogantes en el pasado como el de la Pastoral de la Tierra, capitaneado por la Conferencia Episcopal, los movimientos estudiantiles y los sindicatos. Juntos están creando una red nacional de articulación y preparan una jornada nacional de lucha para septiembre próximo .
Waldemar Rossi, ex metalúrgico como Lula y fundador de uno de los mayores sindicatos del país, líder del Partido de los Trabajadores y uno de los coordinadores del movimiento social unificado, ha sido muy explícito al referirse al mandatario brasileño: "En estos siete meses, Lula, sólo se ha preocupado del mercado financiero. Por eso, nos vamos a organizar para presionar en los sectores sociales. Precisamente, mi amistad con Lula me obliga a recordarle sus compromisos con unos movimientos que él mismo ayudó a crear", afirmó ayer.
Y ese va a ser el drama de Lula, obligado a vivir una especie de esquizofrenia entre su compromiso de mantener a freno el cambio y la inflación para que no se le hunda la macroeconomía y al mismo tiempo no defraudar las esperanzas puestas en él de millones de pobres que consideran que ha llegado su hora con el primer Gobierno progresista de la historia de este país.
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