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Los expertos buscan cómo evitar el riesgo de los fármacos antisida

El fortalecimiento del sistema inmunológico sustituirá los antivirales

La prevención, las vacunas y el fortalecimiento del sistema inmunológico son las armas del futuro contra el sida, según los expertos reunidos en el séptimo Congreso Nacional que se clausuró el viernes en Bilbao. Aunque la comunidad internacional se enfrenta todavía al reto de llevar los antivirales a los países pobres, su uso debe ser temporal porque los efectos secundarios del tratamiento (daños hepáticos, metabólicos, óseos y nerviosos) pueden ser a largo plazo tan peligrosos como el propio virus, afirman los investigadores.

Los seis millones de nuevos casos de sida en el mundo que registró la ONU el año pasado demuestran que la prevención no está funcionando, sobre todo en los países más pobres. Mientras les llegan los tratamientos, hay que pensar nuevas estrategias. Una de las opciones, según Stefano Vella, ex presidente de la Asociación Internacional contra el Sida es el uso de geles microbicidas. Su fin es eliminar las células portadoras del VIH antes de que infecten las mucosas durante las relaciones sexuales.

Los geles tienen más ventajas. Son baratos, fáciles de aplicar y dejan el control de la prevención a las mujeres -las más afectadas en el Tercer Mundo por el sida- que podrían evitar las relaciones heterosexuales de riesgo sin tener que negociar el uso del preservativo con sus parejas, algo que en algunos casos (violencia doméstica, violación, prostitución) muchas veces no es posible. Aunque el gel actúe como método de barrera parecido al preservativo, se intenta lograr que mate las células infectadas, pero no los espermatozoides. "Hasta podríamos conseguir que la Iglesia los recomendase", comentó Vella con humor.

El enfoque de Jay Levy, de la Universidad de California en San Francisco, consiste en reforzar el sistema inmunológico de los afectados para que luche contra el VIH. Se trata de imitar lo que sucede en los pacientes no progresores, una minoría de los infectados que no desarrolla la enfermedad aunque no tome medicamentos.

"Con la infección por el VIH el sistema inmunológico se vuelve loco. Hay que reforzarlo y reconducirlo para que actúe contra el virus", explica Levy. Los estudios del científico abarcan dos frentes. Por un lado, en las células dendríticas productoras de interferón, potente y conocido antiviral que ya se usa para tratar otras enfermedades víricas, como la hepatitis C. Levy estudia su estimulación mediante la administración de otro compuesto químico, las citoquinas. Pero la idea más atractiva es emplear "el sistema inmune innato", explica. "Es el que está en las células de la piel, las mucosas, la boca. Actúa en segundos, y nos defiende, sin que nos demos cuenta, del 90% de los microorganismos de nuestro entorno", aclara. Según Levy, la clave de su funcionamiento está en los linfocitos CD8 y una sustancia, el factor antiviral del CD8, que se encargaría de combatir al VIH. El recuento de CD8 ya se usa como indicador de la progresión de la infección por VIH y el deterioro del sistema inmunológico, pero "eso se debe a su relación con el llamado sistema inmune adaptativo", que es el que se dedica al control de las infecciones una vez que el agente patógeno ha entrado en el organismo, explica Levy. Su teoría es que los linfocitos CD8 son "un puente" entre el sistema inmunológico innato y el adaptado. Factor desconocido

El problema es que, de momento, Levy no ha identificado qué molécula compone este factor. "Es probable que se encuentre como un precursor, y que sólo tome su forma activa en presencia del virus", indica. A largo plazo, el factor antiviral podría usarse para medir el avance de la infección por VIH en lugar de contar los linfocitos CD4 o el número de copias del virus, como se hace ahora. Su estimulación o suministración directa podría usarse como terapia. "Tiene otra ventaja: se trata de un compuesto natural, por lo que su toxicidad sería muy pequeña", añade.

Vella confirma la importancia de este abordaje de la enfermedad. "Si somos capaces de reforzar el sistema inmunológico para que él solo combata el VIH, podremos plantearnos estrategias como la interrupción controlada de la medicación. Se nos ofrece la posibilidad de establecer nuevos ciclos terapéuticos, con lo que se reducirían los efectos secundarios de la medicación y su coste", afirma.

Las lecciones de la vacuna

Científicos y ONG debatieron en Bilbao las conclusiones del intento de Aidsvax, el primer ensayo de vacuna contra el sida que ha concluido la fase III de experimentación (la que se hace a gran escala) y que acabó con un fracaso en febrero de este año.

José Esparza, director del proyecto de OMS y Onusida para buscar una vacuna, afirmó que la segunda parte del ensayo, realizada entre drogadictos tailandeses, acabará en septiembre, y anunció el ensayo de una nueva vacuna con 16.000 voluntarios también de Tailandia para finales de año.

"Sólo el hecho de que se llegara al final de las pruebas ya es un hito", afirmó Mayte Suárez, de la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el Sida (IAVI). "Se demostró que se puede reunir a un grupo de miles de voluntarios, mantenerlos durante años en el ensayo, y que las prácticas de riesgo no aumentan aunque sepan que parte de ellos está recibiendo una posible vacuna", afirmó.

IAVI está preparando su propio proyecto, que empezará su fase III el año que viene en Kenia, Uganda, Camerún y Ruanda. El ensayo se basará en inyectar virus de la viruela modificado para que incluya genes del VIH. La idea es que cuando estos genes se expresen y originen proteínas del VIH, el sistema inmunológico aprenda a reconocerlas y combatirlas.

IAVI recoge al menos otros seis proyectos, algunos de multinacionales, listos para empezar ensayos de fase III entre 2004 y 2005. "Esto es muy importante, porque supone que la industria se implica por primera vez en la búsqueda de la vacuna", resaltó Suárez.

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