El artista Daniel Canogar traslada a 'Ingrávidos' la experiencia espacial
"En esta sociedad del espectáculo todos somos astronautas", declara
El fotógrafo Daniel Canogar (Madrid, 1964) ha necesitado el vídeo para presentar en imágenes su último proyecto, Ingrávidos, sobre la exploración espacial y la figura del astronauta como metáfora de los cambios en las sociedades tecnológicamente avanzadas. "Todos somos astronautas", afirma ante proyecciones de parques de atracciones, en la exposición de la Fundación Telefónica, de Madrid (Fuencarral, 3), abierta hasta el 25 de mayo.
La investigación teórica que ha realizado Daniel Canogar para Ingrávidos, sobre "la compulsión de los humanos por salirse de su tierra, de su época, de su realidad más inmediata", aparece en el libro-catálogo, con diseño gráfico de Andrés Mengs. La exposición se presenta como "una investigación artística" que parte de "la atracción por la figura mítica del astronauta". "En la sociedad del espectáculo, todos somos astronautas", según Canogar.
El artista observa una confluencia entre los espectadores y los astronautas en relación con las nuevas tecnologías, con los experimentos de ingravidez y los cambios en la forma de percibir la realidad. Los astronautas en gravedad cero se relacionan con los usuarios de las atracciones gravitacionales en los parques temáticos o de los efectos especiales de las películas de ciencia-ficción. "El espectador cinematográfico vuela a pesar de estar sentado en su butaca. En los parques de atracciones recibe choques de ingravidez como dosis de adrenalina y se hace como un entrenamiento colectivo".
Canogar piensa que nos hemos convertido en astronautas, y así invita a entrar en las proyecciones de vídeo que forman la exposición Ingrávidos. A través de ocho ejemplos, el artista propone "distintos casos de astronautas en el planeta Tierra, donde buscamos experiencias de ingravidez, como volando en las montañas rusas". "Todos deseamos liberarnos del peso de la gravedad, un anhelo de escapar, pero al mismo tiempo da miedo irnos y dejar atrás la Tierra".
Las primeras imágenes entran en una torre de viento donde se hacen prácticas de caída libre. En estado de flotación, el artista piensa también en la utilización del cuerpo y el entrenamiento de los superhéroes de los cómics. La siguiente proyección une en la experiencia del agua los movimientos de las personas mayores con la utilización de los tanques de flotación neutral que utilizan los astronautas. En el siguiente vídeo aparecen cuerpos en la práctica del puenting entre espacios en blanco, como si se tratara del cosmos. En un tríptico se ponen ejemplos de parques de atracciones, con imágenes desequilibradas y al mismo tiempo familiares de vértigos, náuseas y fuerzas de aceleración.
La siguiente experiencia se centra en una torre de caída y sus comportamientos relacionados con los sistemas científicos, como la energía electromagnética, con sensaciones de ingravidez muy intensas. El artista encuentra una imagen de masturbación en la "obsesión compulsiva dentro de las máquinas".
Los parques de atracciones también facilitan la siguiente proyección, con un vídeo sobre un pulpo, donde filas de espectadores experimentan los giros. Como una fotografía "con movimiento interno", trata Canogar la experiencia de un puenting sobre un aparcamiento, con "la fragilidad del cuerpo entre grandes edificios como moles arquitectónicas". Recuerdan las imágenes de las Torres Gemelas, como "suicidios controlados".
La última pieza presenta montañas rusas y las estructuras para la velocidad y la ingravidez, una arquitectura "de gran belleza y poder visual". El artista, que declara haber probado estas sensaciones en distintos parques de Estados Unidos, donde ha realizado los vídeos, relaciona las técnicas de estos artefactos con las investigaciones de la NASA con los astronautas, en la utilización de las fuerzas electromagnéticas que se emplean para lanzar los carros o vagones.
Babelia
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