España busca el apoyo de EE UU para albergar el reactor de fusión ITER
La decisión sobre uno de los mayores proyectos tecnológicos del mundo se prevé para mayo
La decisión sobre dónde y en qué condiciones va a construirse el ITER, el mayor proyecto tecnológico del mundo después de la Estación Espacial Internacional, encara su recta final. Mayo es la fecha prevista para decidir en qué país se ubicará este reactor experimental de fusión y España juega a fondo la baza de su alianza con EE UU para traerlo a Vandellòs. Su construcción y funcionamiento durante 20 años supondrá una inversión de 12.000 millones de euros y su objetivo es reproducir la reacción termonuclear del interior de las estrellas para obtener energía a partir de hidrógeno, una fuente inagotable.
La visibilidad del proyecto y su valor estratégico han empujado al Gobierno español a incluir el proyecto ITER (siglas en inglés de Reactor de Fusión Experimental Internacional) entre las peticiones planteadas por el presidente José María Aznar a su homólogo George W. Bush en el actual contexto de crisis internacional. El equipo que defiende la candidatura está convencido de que llega a la recta final "con posibilidades" de conseguir la sede "antes del verano". Sin embargo, la azarosa historia del proyecto no permite asegurar que se vayan a cumplir los plazos de decisión ni de construcción (cuyo comienzo está previsto para finales de 2006). En principio, Francia y Japón, que también optan a la sede, parecen las candidaturas con más posibilidades. Canadá también se ha postulado.
Pedro Morenés, Secretario de Estado de Política Científica y Tecnológica en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, niega que el emplazamiento de ITER forme parte de "una lista" de peticiones de Aznar como compensación al apoyo de España a la acción contra Irak, pero admite que se están desarrollando contactos con Estados Unidos para lograr su apoyo, así como con otros países.
EE UU se retiró del proyecto en 1999 y su regreso en febrero pasado ha coincidido con el moderado aumento de las bazas españolas. Su voto se prevé decisivo, sin olvidar el de los otros miembros del consorcio internacional que rige el megaproyecto: la Unión Europea, Canadá, Japón, Rusia y la recién incorporada China. A la sede optan Vandellós por España, Cadarache (Francia), Clarington (Canadá) y Rokkasho (Japón).
Los Juegos Olímpicos
¿Tan importante es ITER para un país como España? "Es como los Juegos Olímpicos de la tecnología", responde Antoni Gurgui, experto en fusión nuclear y director general de Industria en la Generalitat de Cataluña. "Es de una magnitud extraordinaria", coincide Morenés. Para Carlos Alejaldre, responsable del proyecto en España y director del Laboratorio Nacional de Fusión del Ciemat es "una oportunidad" para el sistema español de ciencia y tecnología. "Aunque el experimento fracasara, las derivaciones en otras ramas de la ciencia serían igualmente extraordinarias", dice. Por ejemplo, en investigación de nuevos materiales, superconductividad, electrónica de potencia o cámaras de ultravacío.
Desde el punta de vista político, todo empezó hace apenas un año. "Ahora vamos a por el ITER", dijo Ramón Marimón, entonces secretario de Estado de Política Científica, en abril de 2002, según recuerda otro ex alto cargo del ministerio. Pronunció la frase coincidiendo con la presentación oficial del proyecto de fuente de luz de sincrotrón que debe construirse en Barcelona.
Lo que al principio algunos interpretaron como una ocurrencia, se oficializó semanas más tarde, en mayo, ante la Unión Europea. Diez meses después la candidatura española compite "en igualdad de condiciones técnicas" con el resto de opciones, según recogía la revista Science tras la reunión de los negociadores de ITER en San Petersburgo celebrada el pasado febrero. La respuesta empezará a tomar cuerpo definitivo en mayo. En los días 11 y 12 la UE podría decidir si presenta una o dos candidaturas. Diez días más tarde, en Viena, podrían fijarse las condiciones para que antes de verano se tomara una decisión definitiva.
La estrategia española, según
Morenés, consiste en defender una doble candidatura europea. "Dos candidaturas refuerzan el éxito de Europa", sostiene. El Gobierno español entiende que España tendría mayores posibilidades en una competición mundial, en la que contaría con el apoyo de EE UU, que en el contexto exclusivamente europeo, en el que Francia tendría las de ganar pese a las reticencias de Bruselas a favorecer un país con una alta concentración en instalaciones nucleares y al temor de que el proyecto acabe siendo demasiado francés.
España opone a este último factor la garantía de "proyecto internacional" (no hay una masa de científicos locales capaz de apoderarse de él) y parece dispuesta a entablar conversaciones para compensar al país vecino, cediendo, por ejemplo, el suministro energético: la factura eléctrica prevista asciende a 40 millones de euros anuales. No sería esta la única compensación que España podría ofrecer a sus competidores, ya que están en juego contratos multimillonarios para el suministro de componentes y tecnología. Del proyecto se esperan frutos en superconductividad, nuevos materiales, campos magnéticos, robótica, electrónica de potencia, microelectrónica, comunicaciones avanzadas, microondas de potencia y cámaras de ultra alto vacío (la prevista para ITER sería una de las mayores del mundo con casi 1.000 metros cúbicos).
Para todo ello, Vandellòs ofrece un "entorno internacionalizado", señala Gurgui, y la proximidad con el sincrotrón de Barcelona, la otra gran instalación propuesta para Cataluña en muy poco tiempo. Con esta estructura se comparten "criterios de construcción y utilidad", además de posibles colaboraciones, añade Alejaldre.
La energía de las estrellas
El objetivo fundamental de ITER (camino, en latín) es reproducir a escala preindustrial la reacción de fusión nuclear que tiene lugar de forma natural en el interior de las estrellas, donde se fusionan los núcleos de hidrógeno para producir helio y una gran cantidad de energía. En la Tierra, sólo se pueden conseguir reacciones de fusión en condiciones artificiales.
En el caso de que se consiguiera se habría dado un paso de gigante en la carrera para encontrar una fuente de energía alternativa al uso de combustibles fósiles y a las actuales centrales nucleares de fisión. Con la fusión, aunque estos son extremos que deben ser probados, se dispondría de una fuente prácticamente inagotable de combustible (hidrógeno) y se minimizaría la generación de residuos.
El enfoque elegido para este reactor experimental es, al igual que en reactores anteriores mucho menores, el concepto tokamak, inventado en Rusia, por el cual el plasma de hidrógeno se confina con campos magnéticos en una vasija en forma de toro. El plasma es la mezcla de partículas cargadas que se produce cuando la materia se calienta a muy alta temperatura. Es muy difícil de manejar y el confinamiento magnético es la forma que los científicos ven más viable para lograr mantener un plasma de hidrógeno lo bastante caliente y denso, durante el tiempo suficiente como para que los núcleos atómicos se empiecen a fusionar y produzcan energía. Los campos magnéticos son creados por una red de imanes, minetras que otro imán (un solenoide) situado en el centro induce en el plasma la corriente eléctrica para mantenerlo caliente.
El ITER prevé utilizar dos isótopos de hidrógeno: deuterio y tritio. Será un reactor mucho menos radiactivo y generador de residuos que los de fisión nuclear.
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