Un avance que se sustenta en la mejora de los inmunosupresores
Los trasplantes de células del páncreas de un donante fallecido al hígado de un diabético nacieron en Canadá, en la Universidad de Alberta. Allí se logró en 1990 que un paciente dejara atrás su dependencia de la insulina. A Alberta acudió a principios de los años noventa un equipo del hospital Clínico San Carlos (Madrid), que el 29 de junio de 1992 llevó a cabo el primer trasplante de islotes de nuestro país. Le siguieron siete más.
Ninguno de los pacientes trasplantados logró dejar del todo la insulina. "En cinco casos sí logramos que los islotes producieran insulina y que los pacientes necesitaran inyectarse menos cantidad", explica Javier Arias, del equipo del hospital Clínico San Carlos. Sin embargo, los beneficios para la salud de los diabeticos fue muy notable porque se eliminaron los riesgos asociados: la ceguera o las amputaciones de extremidades.
El gran éxito de los trasplantes de islotes ha llegado con los avances alcanzados, tambien en la Universidad de Alberta, en los inmunosupresores que necesitan de por vida los enfermos que reciben las celulas del páncreas. "Hasta hace tres años, los inmunosupresores utilizados eran corticoides y ciclosporina, cuyos efectos secundarios no compensan las ventajas", explica Arias. Los nuevos inmunodepresores (basados en el sirolimus y también compuestos por tacrolimus y daclizumad) también deben ser tomados de por vida, pero sus efectos secundarios son mucho menores y el trasplante de islotes ya es viable en diabeticos no sometidos a otros trasplantes.
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