Un tinto de bobal

Que se puede hacer con la uva bobal algo más que atractivos rosados, frescos claretes y graneles vulgares lo han demostrado algunos bodegueros audaces, como Murviedro o Vicente Gandia Pla, aunque son la excepción en las zonas vitivinícolas de Valencia.

En la misma senda, Antonio Sarrión y su bodega Mustiguillo apuestan por este varietal. Claro que, prudentemente, Sara Pérez, la enóloga que elabora el vino, añade a la bobal casi un tercio de tempranillo y un poco de cabernet-sauvignon, lo que garantiza la estructura suficiente a un tinto con vocación de moderno y poderoso. Excelente roble nuevo francés, fermentación en tinas de madera, mesa de selección..., no se ha ahorrado nada para conseguir que Quincha Corral alcance la calidad suficiente. Y lo consigue, aunque sea a costa de cierta exuberancia sensual: aromas cálidos, compotados, encerrados en una madera excesiva que debe evolucionar para no sofocar la frutosidad. Mientras llega su momento, conviene airear el vino para apreciar sus componentes más finos, como los toques minerales y especiados. Sabroso, hay una concentración abusiva y unos taninos jugosos pero todavía duros. Un buen diseño que necesita estilizarse.