Rioja contra chapapote

Una persona, oculta tras un número, se hizo ayer con una de las botellas de vino tinto de Rioja más grandes del mundo por la bonita suma de 14.000 euros. Se desconoce la identidad del dueño -o dueña-, que no acudió a la sala de la calle de Serrano donde se celebraba la subasta. Pero se sabe que reside en Madrid.

La botella, de 27 litros de capacidad y 80 centímetros de altura, contiene un caldo de la añada de 1952, embotellado en vidrio fabricado en Italia. La etiqueta, en tonos dorados y rojos, lleva la palabra chateau. Data de la época en que Francia aún no había prohibido emplear el término equivalente a castillo en los vinos no franceses.

La puja por la gran botella fue breve, pero emocionante. La emoción no residió en la usual letanía de cifras, que arrancó desde los 6.000 euros del precio de salida; se hallaba más bien en el propósito de la subasta: aportar fondos para la prevención de catástrofes como la que azota a las playas de Galicia por el fuel derramado por el buque Prestige. Era una cuestión de corazón más que de cuartos. Pero los cuartos tampoco abundaron. "Se han desafiado las leyes de la economía doméstica al convocar una subasta en plena cuesta de enero", bromeó un asistente. Quizá por ello, el deseo del subastador, Dalmau Cebrián, XI conde de Creixell, de crear, tras la puja, una fundación medioambiental para Galicia sólo obtuvo, tras el remate, un bienintencionado impulso.