El guerrero risueño
El nombramiento le pilló con un pie en el escenario. Gilberto Gil andaba liado con la gira mundial de su disco homenaje a Bob Marley cuando le llamó Lula. Para hacerse una idea de lo que representa tener a Gil de ministro de Cultura habría que imaginar a Bob Dylan de máximo responsable cultural del Gobierno de Estados Unidos o incluso a Joaquín Sabina dejando sin despacho a Pilar del Castillo.
Gilberto Passos Gil Moreira no es un novato en política: en 1987 aceptó la Secretaría de Cultura de su ciudad y en 1988 fue elegido concejal. Sus estudios de Administración de Empresas (llegó a ejercer antes de grabar su primer disco) le podrían servir para enfrentarse a la maquinaria burocrática. Hijo de una profesora y un médico, nació hace 60 años en Bahía de Todos los Santos, en Salvador, la ciudad más africana de Brasil -Gil se autodefine como "negro mestizo"-. Pronto descubrió el acordeón y los ritmos de Luiz Gonzaga. Hasta que una noche, en la radio, la voz y la guitarra de João Gilberto lo cambiaron todo.
Junto a su amigo Caetano Veloso, Gil iba a encabezar el movimiento tropicalista. Los militares no entendieron que se cuestionaran los valores tradicionales y, tras tenerlos un tiempo entre rejas, decidieron enviarles al exilio en Londres. Durante su estancia en la cárcel, Gil buscó ayuda en la filosofía oriental, la alimentación macrobiótica y el yoga. Siempre fue un hombre espiritual. En la primera comparecencia del nuevo Gobierno apareció vestido todo de blanco. La explicación: su madre de santo -figura del sincretismo religioso- se lo había aconsejado con el fin de alejar envidias y malos espíritus.
El artista Gilberto Gil, admirado y querido, poco tiene que ganar en esta aventura, pero el ciudadano Gil no podía fallarle ahora a Lula. Cómo olvidar las marchas por la democracia, la militancia en el Partido Verde, el compromiso a favor del medio ambiente y la población más desfavorecida. Jorge Amado escribió sobre él: "Ciudadano libre, en permanente lucha para que la dignidad y la libertad sean reales y no sólo esperanza". Un guerrero risueño que parece cada día más tierno.
Babelia
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