Cintio Vitier recibe el XII Premio Juan Rulfo por su luminosa, intensa e inquietante obra
La entrega del galardón y la bienvenida a Cuba abren la Feria del Libro en Guadalajara
Gabriel García Márquez canceló a última hora su viaje a Guadalajara y no pudo, por tanto, estar en la inauguración de la XVI edición de esta Feria Internacional del Libro. Lo que no fue ningún obstáculo para que el pabellón en el que tenía lugar el acto se llenara hasta los topes para dar la bienvenida a Cuba, invitado de honor de esta edición, y para celebrar la entrega a Cintio Vitier (Cayo Hueso, La Florida, 1921) del Premio Juan Rulfo, uno de los galardones más importantes de la literatura latinoamericana.
Para contar de su estrecha vinculación con México, Cintio Vitier se remontó a una anécdota que ocurrió en su casa de Matanzas cuando tenía siete u ocho años. Se trataba de una cena en la que su padre rendía homenaje a José Vasconcelos, "símbolo entonces de la Revolución mexicana". Para presidir la reunión, la madre del chiquillo le había encargado que pidiera a su maestro de pintura una bandera mexicana. El pequeño Vitier cumplió el encargo y, en Guadalajara, en el año 2002, dijo: "Hoy les traigo también a ustedes, no por invisible menos real, aquella bandera infantil".
Las palabras de agradecimiento de Cintio Vitier fueron, sobre todo, la recapitulación de sus profundos lazos con México y el recuerdo de aquellos autores cubanos que influyeron profundamente en su trayectoria. En este sentido, empezó nombrando "a mi hermano Eliseo Diego, que lo recibió en 1993 y a quien me parece haber abrazado por última vez -si es que esta expresión tiene algún sentido- en el alegre ámbito de la Feria de aquel año". Vitier habló más adelante de José Martí, a quien ha dedicado gran parte de su obra ensayística, y de José Lezama Lima, con quien participó en la mítica revista Orígenes.
Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Pellicer, Sor Juana Inés de la Cruz y, especialmente, Juan Rulfo fueron los nombres que sirvieron de hilo conductor de las palabras de Cintio Vitier. Del autor de El llano en llamas -el "sobrio, liso, almado, resucitado en vida, increíble Juan Rulfo"-, el escritor cubano dijo que su realismo es "esencialmente ambiguo, en el que se mezclan la minuciosa lucidez y la maestría del autor con esa especie de sonambulismo de sus personajes, creándose otro estilo, siempre un poco inalcanzable en su doble soledad".
Poco antes de que el galardonado tomara la palabra, hablaron de su obra los escritores Noé Jitrik y Enrique Sainz. El primero lo hizo en representación del jurado que le otorgó el premio el 6 de julio de 2002, y desenfundó de inmediato toda una retahíla de adjetivos con la que pretendía resumir su inagotable obra. "Delicado, preciso, inquietante, luminoso" fueron algunos de ellos. Se refirió a su condición humanista, comentó de su fidelidad a la poesía, resaltó una obra que siempre ha vinculado literatura e identidad cultural.
Enrique Sainz recorrió minuciosamente la trayectoria de Cintio Vitier. Analizó su poesía, su obra narrativa, sus ensayos, sus traducciones. Comentó que para Vitier la palabra era, según expresó él mismo, "umbral de un advenimiento mayor e inabarcable", y dijo que había dicho de su poesía que era el "testimonio absoluto de que creemos en la vida ciegamente y sin condiciones". Comentó la relevancia que tuvo en su vida su conversión a la fe cristiana, y destacó que su obra había constituido "la búsqueda de un destino en la realidad y en nosotros mismos".
Antes de la entrega del Premio Juan Rulfo, diferentes personalidades políticas y académicas intervinieron para inaugurar de forma oficial esta edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara -la FIL, como se la conoce por estos pagos- y para dar la bienvenida a Cuba, el país invitado en esta ocasión.
Fomento de la lectura, difusión del libro como fuente de conocimiento y aprendizaje y como fundamento del espíritu crítico, lugar de encuentro para la cultura latinoamericana, espacio para facilitar la compra y venta de derechos, fiesta para el espíritu: éstos fueron algunos de los objetivos que se citaron como fuente de inspiración de una de las citas más importantes para el mundo del libro latinoamericano.
La delicada situación de las relaciones entre México y Cuba, después del incidente diplomático que protagonizaron Fox y Castro antes de la Cumbre de Monterrey, se ha convertido en el telón de fondo de la feria. La voluntad de que ambos países vuelvan a reencontrarse en el, por así decirlo, terreno neutral de la cultura es uno de los desafíos políticos de una cita que, como siempre y antes que nada, otorga todo el protagonismo al libro.
El empeño emancipador
Sari Bermúdez, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y representante de Vicente Fox, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, y Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, y representante de Fidel Castro, presidente de la República de Cuba, fueron los dos nombres con mayor peso político que participaron en la inauguración de la Feria del Libro de Guadalajara. Junto a ellos estuvieron Francisco Javier Ramírez Acuña, gobernador del Estado de Jalisco, y Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba, además de otras muchas personalidades que convirtieron en un pequeño infierno cada intervención, sobre todo porque todas se iniciaron con el protocolario saludo de cuantos estaban en la mesa, con sus cargos incluidos.
Empezaron a hablar los representantes mexicanos, y luego le tocó el turno a Alarcón de Quesada, que no tardó en hacer una rápida demostración de las habilidades retóricas que han caracterizado a la revolución cubana. Lo hizo citando a los representantes de la delegación cubana que han venido a Guadalajara. "Quiero mencionar", dijo, "a algunos de los compatriotas que están presentes en la sala...", y se puso a citar: Alicia Alonso, Silvio Rodríguez, Fina García Marruz, Eusebio Leal y, "como sería interminable continuar...", pues comentó que había muchos más, como los siete premios Nacionales de Literatura de Cuba.
Detrás de cada nombre que decía Alarcón de Quesada, salva de aplausos, gritos de "¡Cuba, Cuba!". Como en los viejos tiempos, aunque la carga de epítetos revolucionarios a estas alturas está muy contenida. Alarcón de Quesada habló de la pluralidad y vitalidad de la cultura cubana y subrayó que, "tras las restricciones impuestas por razones externas", la actividad editorial está en un proceso de sostenida recuperación.
Tras la ceremonia de inauguración, llegaba a la sala de prensa una carta abierta de la directiva del PEN de escritores cubanos en el exilio, en la que se llama la atención sobre la mínima participación en la feria de la cultura de fuera de la isla.
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