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Reportaje:

Alberti regresa a la URSS

Una exposición en el Instituto Cervantes de Moscú recupera los viajes del poeta y de María Teresa León a la Unión Soviética

Pilar Bonet

"Moscú recibe calurosamente a los queridos huéspedes, los escritores revolucionarios Rafael Alberti y María Teresa León". Estas palabras, pronunciadas a ritmo de gimnasta por el locutor del noticiario Soiuskinozhurnal (el No-Do soviético), acompañan las viejas imágenes. Corría el dramático año 1937 y el recibimiento que los colegas soviéticos daban a los españoles en el andén de la estación era el primer capítulo del gran viaje de Alberti y León a la URSS. En él les sería concedido el privilegio de conversar durante más de dos horas con el camarada Josef Stalin en el Kremlin.

Las imágenes fugaces de aquella llegada se guardan en el Archivo Central de Documentos Fotográficos y Cinematográficos de Rusia y se exhiben en la exposición que el Instituto Cervantes de Moscú inauguró ayer en memoria del centenario del escritor español. La muestra, que lleva por título Rafael Alberti-editor y su tiempo reúne documentos de procedencia tanto soviética como española. El conjunto es una aproximación panorámica a la figura del escritor que, pese a su intensa relación con la Unión Soviética y la traducción de sus obras al ruso, está muy lejos de gozar de la popularidad de Federico García Lorca en la Rusia de hoy. El grueso de los materiales españoles procede de la Fundación Alberti y de la colección particular de Gonzalo Santonja, director del Instituto de la Lengua Castellana de la Comunidad de Castilla y León, que ayer dio una conferencia sobre la labor editorial de Alberti. Santonja ha prestado seis ejemplares de la revista Octubre que datan de los años 33 y 34.

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Alberti y María Teresa León estuvieron en la URSS en numerosas ocasiones. Por primera vez en 1932 oficialmente para estudiar el teatro ruso. De aquella época, la exposición recoge una fotografía en la que Alberti aparece en la fábrica mecánica de Présnaya, en uno de los barrios moscovitas con más solera proletaria. "Para encontrar estos materiales gráficos nos hemos tenido que sumergir en un mundo soviético de los años treinta", dice el director del Cervantes de Moscú, Juan Carlos Vidal. "Lo curioso es que el material dedicado a Alberti estaba archivado bajo el nombre de María Teresa León", comenta Tatiana Pigariova, la gestora cultural del instituto.

Las filmaciones documentales, que en total duran sólo 10 minutos, recogen también escenas filmadas por cámaras soviéticos del Congreso Internacional de los Escritores en Defensa de la Cultura, que se celebró en Barcelona en 1937, y los festejos de entrega a Alberti del Premio Lenin en el Kremlin en 1965 .Un interesante aspecto de la muestra es el legado de la crítico y traductora Ela Braguínskaia, que acompañó a Alberti desde los años sesenta. Braguínskaia ha donado al Instituto Cervantes un total de siete cartas-dibujo de Alberti que datan de finales de los años sesenta. Una octava carta se la regaló al presidente del Gobierno, José María Aznar, durante una de sus visitas a Moscú, con la idea de que pasara a engrosar el patrimonio cultural español. En el facsímil de esta misiva, fechada en Roma en 1967, puede verse una mano sosteniendo una copa, en alusión a una botella de vodka que Braguínskaia regaló al poeta. Y junto a ella, el mensaje: "Me lo he bebido yo solo a tu salud".

Tachaduras y censura

En la exposición figuran traducciones firmadas y decoradas, entre ellas el primer libro de poesía de Alberti traducido al ruso, Campesinos españoles, en 1934. También está un cuaderno con notas originales (llenas de tachaduras y correcciones) para su discurso con motivo del aniversario de Gorki en 1968. Braguínskaia espera complementar en los próximos días la exposición con una colección de ejemplares de la revista literaria Treinta Días, que datan del año 36 y en las cuales la censura estalinista arrancó varias páginas con textos de Alberti. La causa no era el español, sino su traductor, Borís Pasternak, que había caído en desgracia en su propio país.

Recuerda Braguínskaia el aire distraído y ensimismado que Alberti tenía en su visita de 1977, cuando llegó a Moscú ya sin María Teresa León, para celebrar el 60º aniversario de la Revolución de Octubre, y durante una cena con directivos de la Unión de los Escritores; Alberti, ajeno a las discusiones sobre el eurocomunismo que se mantenían en la mesa, pidió a sus interlocutores que le consiguieran ginseng.

La muestra inaugurada ayer en el Cervantes de Moscú deja de lado los aspectos políticos de la figura de Alberti, sin pretender desarrollarlos en una reflexión sobre el intelectual de izquierdas y su relación con la URSS, y especialmente con el estalinismo. Esta relación se reflejaba en el periódico Pravda del 22 de marzo del 37, donde Alberti y León contaban sus impresiones de su encuentro con el líder soviético. Dos horas, señalaban, es "un plazo demasiado corto para comprender y expresar lo que es y lo que supone" el camarada Stalin. Éste les había impresionado por su "bondad, su conocimiento de la gente, su deseo de verla feliz".

El poeta y su esposa en el taller de la fábrica mecánica de Presnaia.
El poeta y su esposa en el taller de la fábrica mecánica de Presnaia.
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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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