Descubrimiento, ¿para quién?
La reflexión hecha pública por el editorial de EL PAÍS sobre el descubrimiento científico del genoma, tanto del parásito que produce la malaria como la del mosquito que lo transmite, toca uno de los puntos clave en la crisis actual: preguntarnos quién es el responsable de transformar el conocimiento en acciones que beneficien a los necesitados de dicho conocimiento.
La experiencia, infraestructuras y capacidad de gestión necesarias para que estos descubrimientos pasen al proceso de desarrollo de medicamentos están concentrados en el sector privado. ¿Podemos confiar en la industria farmacéutica multinacional para que desarrolle las medicinas necesarias para tratar las enfermedades que afectan a los pobres? Los hechos nos demuestran que, evidentemente, no podemos. Los Gobiernos son finalmente responsables de garantizar que las necesidades sanitarias de la población se satisfagan y deben tomar medidas si el sector privado o el mercado falla.
Puede que la noticia del descubrimiento del genoma deslumbre a las personas de países ricos y alimente el olvido de la realidad que en estos momentos se vive en torno a los medicamentos que ya existen para tratar la malaria. Si bien es verdad que existen resistencias altas y documentadas del Plasmodium a los medicamentos, no es del todo verdad que se hayan desarrollado resistencias a todos los medicamentos comercializados en la actualidad. El problema reside en que los medicamentos que pueden pagar los Gobiernos de los países endémicos no garantizan la curación, mientras que aquellos que podrían curar a su población enferma están fuera de sus posibilidades económicas. Es necesario un mayor compromiso de la OMS para inducir un cambio de protocolos en los países endémicos y negociar una bajada de los precios de las mejores opciones terapéuticas.
En el desarrollo futuro de nuevos medicamentos hay que intentar que no se vuelva a caer en los mismos errores de desarrollar medicamentos con pautas de administración complicadas y que no se adapten a los contextos en los que viven las personas que necesitan de ellos. En pocas palabras, hay que tener presente la realidad de las personas que viven en zonas endémicas de malaria.
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