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El Banco Mundial admite que el programa contra el arsénico en Bangladesh no funciona

30 millones de personas beben agua envenenada y corren peligro de desarrollar cáncer

El agua de Bangladesh está causando el mayor envenenamiento de la historia. Unos 30 millones de personas, de una población de 130, beben agua con 2 miligramos de arsénico por litro, 200 veces más que lo recomendado sanitariamente. Ello significa cánceres de varios tipos a medio plazo. Ya hay casi 8.000 casos confirmados, según el hospital público de Daca, la capital. El Banco Mundial, que financió en 1998 con 32,4 millones de dólares un programa para mitigar el problema, reconoce a este periódico que 'los esfuerzos no han alcanzado el objetivo previsto', aunque no arroja la toalla.

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Cada uno de los 11 millones de pozos del país tenía que ser revisado para ver si contenía arsénico. La mayor parte aún no ha sido controlada. 'Se han hecho progresos significativos en ayudar al Gobierno ante el mayor de sus retos de desarrollo, pero es cierto que los esfuerzos no han alcanzado el objetivo previsto: el revisar e instalar rápidamente sistemas de agua potable en un área lo más amplia posible', dice a este períódico Zita Lichtenberg, responsable de comunicación del BM para el sureste de Asia. 'Hemos completado la verificación de medios tecnológicos para quitar el arsénico, y estamos en el proceso de que sean viables'.

La portavoz del BM alude a otro tipo de escollos: 'Se han hecho esfuerzos en reducir los intentos de algunos responsables del Gobierno y de empresas privadas de corromper la fase de adquisición de equipo, que ha causado importantes demoras'.

El número de víctimas resulta impreciso. 'Hay informes que sugieren que al año pueden estar muriendo por arsénico unos 20.000 bangladeshíes', señalan a este periódico fuentes de la OMS. La ONG Bangladesh International Action Network (BIAN) apunta que una de cada 10 muertes en el país puede derivarse del arsénico.

El envenenamiento por arsénico se manifiesta -entre los 5 y 10 años de exposición continua, según la OMS- en manchas negras en la piel, sobre todo en pies y manos (por eso los afectados confunden a veces los síntomas con la lepra). Las ronchas se endurecen en nódulos, y a veces se gangrenan. En todo caso, el cáncer es imparable. Abundan los de hígado, pulmón, riñón y vejiga.

El desastroso acceso al agua potable y la abundancia de aguas estancadas originó en los años setenta un gran programa de construcción de pozos artesianos (pozo cavado en un acuífero y accionado por una bomba) que auspiciaban Unicef y otros organismos internacionales. El proyecto logró reducir la mortalidad infantil por diarrea o cólera. Pero hasta 1992 los científicos no conocieron la amenaza del arsénico en las aguas subterráneas. Los médicos empezaron a atar cabos: los niños que habían sido salvados de las infecciones desarrollaban cánceres. El sistema de pozos ha acabado por revelarse como un peligro ubicuo. Cincuenta y nueve de los 64 distritos del país están contaminados, según el hospital público de Daca.

Un informe de Unicef de 1999 indica que un 3% de los pozos contenían arsénico, y que el acceso al agua potable había bajado en el país del 97% al 80%.

Cada trago acerca en Bangladesh al cáncer. La gente que creyó tocar el cielo cuando se inauguró un pozo en su aldea, la gente que pudo beber por vez primera un agua limpia, debe ahora ser convencida de que, aunque de momento no vea los síntomas, está bebiendo veneno.

Bangladesh (renta per cápita, 370 euros) sólo es rica en arsénico y desastre antiguo. País siempre amenazado, y nunca en vano: en sus 30 años ha sufrido el 25% de las catástrofes naturales de Asia. Arrasadoras inundaciones llegan cada año. Amplias zonas de Bangladesh y del vecino estado indio de Bengala tienen suelos altísimos en arsénico, sin comparación en el mundo. El arsénico se disemina en las tierras llanas del delta del Ganges, y la fertilización con fosfatos y el riego intensivo agravan el proceso.

La OMS recomienda no pasar de 0,01 miligramos por litro, y ése es el nivel permitido en la UE desde 1998. El máximo alcanzado tras el vertido de Aznalcóllar (Sevilla) fue 0,2 miligramos. El Gobierno bangladeshí permite 0,5 por litro.

¿Alternativas? Donde sea factible, indica la British Geological Survey, los pozos deben llegar a unos 200 metros de profundidad, pues en esas condiciones sólo se ha detectado un 1% de arsénico; donde sólo haya estanques comunitarios, el destinado a beber no puede ser usado para pescar o lavar, y conviene que el agua almacenada para consumo se filtre a través de arena y gravilla.

El BM afirma que el Gobierno elabora, con su apoyo, un mapa geológico de acuíferos profundos, para ver qué tipo de pozo conviene instalar según el área.

Bangladesh (renta per cápita, 370 euros) sólo es rica en arsénico y desastre antiguo. País siempre amenazado, y nunca en vano: en sus 30 años ha sufrido el 25% de las catástrofes naturales de Asia. Arrasadoras inundaciones llegan cada año. Amplias zonas de Bangladesh y del vecino estado indio de Bengala tienen suelos altísimos en arsénico, sin comparación en el mundo. El arsénico se disemina en las tierras llanas del delta del Ganges, y la fertilización con fosfatos y el riego intensivo agravan el proceso.

La OMS recomienda no pasar de 0,01 miligramos por litro, y ése es el nivel permitido en la UE desde 1998. El máximo alcanzado tras el vertido de Aznalcóllar (Sevilla) fue 0,2 miligramos. El Gobierno bangladeshí permite 0,5 por litro.

¿Alternativas? Donde sea factible, indica la British Geological Survey, los pozos deben llegar a unos 200 metros de profundidad, pues en esas condiciones sólo se ha detectado un 1% de arsénico; donde sólo haya estanques comunitarios, el destinado a beber no puede ser usado para pescar o lavar, y conviene que el agua almacenada para consumo se filtre a través de arena y gravilla.

El BM afirma que el Gobierno elabora, con su apoyo, un mapa geológico de acuíferos profundos, para ver qué tipo de pozo conviene instalar según el área.

Una niña bebe con una goma de un caño público en Daca, capital de Bangladesh, en 1996.
Una niña bebe con una goma de un caño público en Daca, capital de Bangladesh, en 1996.REUTERS

Una país sólo rico en desdichas

Bangladesh (renta per cápita, 370 euros) sólo es rica en arsénico y desastre antiguo. País siempre amenazado, y nunca en vano: en sus 30 años ha sufrido el 25% de las catástrofes naturales de Asia. Arrasadoras inundaciones llegan cada año. Amplias zonas de Bangladesh y del vecino estado indio de Bengala tienen suelos altísimos en arsénico, sin comparación en el mundo. El arsénico se disemina en las tierras llanas del delta del Ganges, y la fertilización con fosfatos y el riego intensivo agravan el proceso.

La OMS recomienda no pasar de 0,01 miligramos por litro, y ése es el nivel permitido en la UE desde 1998. El máximo alcanzado tras el vertido de Aznalcóllar (Sevilla) fue 0,2 miligramos. El Gobierno bangladeshí permite 0,5 por litro.

¿Alternativas? Donde sea factible, indica la British Geological Survey, los pozos deben llegar a unos 200 metros de profundidad, pues en esas condiciones sólo se ha detectado un 1% de arsénico; donde sólo haya estanques comunitarios, el destinado a beber no puede ser usado para pescar o lavar, y conviene que el agua almacenada para consumo se filtre a través de arena y gravilla.

El BM afirma que el Gobierno elabora, con su apoyo, un mapa geológico de acuíferos profundos, para ver qué tipo de pozo conviene instalar según el área.

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