La Quinta de El Pito se abre al público para mostrar el lujo de la colección de los Selgas
Obras de El Greco, Tiziano y Goya conviven en Cudillero con una exquisita serie de tapices
El lienzo La Asunción de la Virgen, de El Greco, fue sustraído del palacio de El Pito (Cudillero), en Asturias, durante la guerra civil. Sus propietarios, los acaudalados hermanos Selgas, y sus viudas, las hermanas Fagalde, tardaron 39 años en localizar el óleo y en acreditar su pertenencia. El cuadro regresó de EE UU a la suntuosa mansión de Cudillero en 1978. Del Aníbal vencedor que por primera vez miró Italia desde los Alpes, pintado por Goya en 1771, se desconocía su paradero desde hacía dos siglos. En 1993, el entonces director adjunto del Museo del Prado, Jesús Urrea, lo identificó entre las 200 obras que adornan las dependencias del palacio de verano de los Selgas, que ahora abre sus puertas por primera vez.
Esta opulenta residencia familiar, sus espléndidos jardines versallescos y la magna colección de pinturas, tapices y artes decorativas que albergan sus pabellones conforman un conjunto de lujo y exquisitez que ha pervivido tal y como fue concebido en el último tercio del siglo XIX.
Desde ayer está abierta al público La Quinta de El Pito, a 55 kilómetros de Oviedo, donde la familia Selgas volcó, sin regatear medios, todo el refinamiento y grandiosidad de una burguesía culta y amante de las artes. Artesanos y artistas de diversas nacionalidades; obras pictóricas, escultóricas y suntuarias adquiridas en varios continentes, y especies vegetales exóticas confluyeron en esta localidad de pescadores y agricultores entre 1870 y 1896 como expresión del ascenso social y capitalista que sus promotores habían protagonizado en el Madrid de mediados del XIX.
Ni el palacio, ni los fondos artísticos, ni sus bellísimos jardines han sufrido modificaciones desde entonces. Sólo la huella de un disparo en un espejo -el único impacto de bala que sufrió el edificio durante la guerra civil- altera la solemnidad del conjunto.
El palacio, de inspiración clasicista francesa, fue financiado por los hermanos Ezequiel y Fortunato Selgas Albuerne. De ellos, fue el menor, Fortunato (1839-1921), historiador y arqueólogo, quien desarrolló con más intensidad las facetas artística, cultural, pedagógica y de mecenazgo que caracterizaron a la familia. Él hizo el diseño básico de la construcción y fue quien infundió en la dinastía el amor al coleccionismo. Las obras de la mansión, en las que intervinieron artistas, artesanos y especialistas venecianos, franceses, belgas y holandeses, dieron comienzo en 1870 y se prolongaron durante 26 años.
Los jardines, que ocupan 90.000 metros cuadrados y tienen un perímetro de tres kilómetros, fueron diseñados por Grand-pont, un jardinero francés, y realizados por Rigodeau, otro artesano formado en Versalles. Concebidos a finales del romanticismo y principios del modernismo, constituyen un parque botánico exótico -hay ginko bilowa asiáticos, tilos, coníferas, araucarias, sequoias, robles centenarios, camelios, hortensias, cedros del Atlas...-, jalonado por estanques con carpas japonesas, estatuas clasicistas, templetes, grutas e invernaderos con calefacción.
200 óleos
Los salones del palacio, con su mobiliario y cortinajes originales, y una primorosa decoración ornamental -los techos fueron pintados por Casto Plasencia y Manuel Domínguez-, albergan una de las más fastuosas manifestaciones de coleccionismo privado en Asturias. Sólo la pinacoteca la integran casi 200 óleos, fundamentalmente de las escuelas italiana, francesa, flamenca y española de los siglos XV al XIX, y entre los que hay lienzos de Murillo, Goya, El Greco, Rubens, Tiziano, Carducci, Lucas Jordan, Carreño Miranda y Picasso.
Toda la colección responde al gusto personal de Ezequiel y Fortunato, quienes reverenciaban el periodo artístico comprendido entre el Renacimiento tardío y el siglo XIX. Paisajes clasicistas, cuadros religiosos, retratos y series temáticas se mezclan con una magnífica colección de tapices de los siglos XVI y XVII y un rico conjunto de cristalería, porcelanas, esculturas, muebles de estilo, orfebrería, loza, cerámica, relojes, platería, grabados y abanicos, entre otros objetos del XIX.
Ezequiel murió soltero y los hijos de Fortunato -Ezequiel y Juan Selgas Marín, casados con las hermanas Carmen y Manuela Fagalde- fallecieron sin descendencia. Los bienes pertenecen en la actualidad a la Fundación Selgas-Fagalde, en la que participan el Principado de Asturias, el Arzobispado y la Universidad de Oviedo y el Ayuntamiento de Cudillero.
Las visitas, guiadas, se realizarán a lo largo de todo el año, con la salvedad de agosto y enero, y en cupos no superiores a 32 personas diarias, a quienes se les facilitará fundas para el calzado con el fin de preservar las ricas maderas de los suelos. El precio de la entrada será de seis euros. Las reservas alcanzan ya hasta el mes de noviembre. La Fundación Selgas Fagalde ha invertido nueve millones de euros en los últimos diez años para acometer la catalogación de la colección y dotar al recinto de avanzadas medidas de seguridad.
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