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Reportaje:

EE UU-Cuba: la guerra sigue

Nuevos episodios de guerra sucia y espionaje mutuo prueban que los métodos de la guerra fría sobreviven en la isla

Sus nombres son Gerardo Hernández, Ramón Labañino, René González, Antonio Guerrero y Fernando González, y cada sábado, desde hace ya 350 días, son honrados como héroes de la patria en una localidad diferente de Cuba. Es un ritual que no falla. Llueva o truene, todos los fines de semana se realiza una manifestación multitudinaria en un pueblo o ciudad de la isla y Fidel Castro participa a menudo en los homenajes a estos cinco agentes de la seguridad cubana, presos en Estados Unidos por infiltrarse en los grupos del exilio y espiar en favor de Cuba.

La historia de estos hombres no es nueva. Desde el mismo triunfo de la revolución, en enero de 1959, comenzaron las intrigas cruzadas y las operaciones encubiertas de Estados Unidos en Cuba y de Cuba en Miami; la invasión de bahía de Cochinos, el apoyo cubano a las guerrillas en América Latina o los múltiples intentos de asesinar a Fidel Castro son sólo algunos episodios de esta guerra secreta que desde hace cuatro décadas libran ambos países.

En 43 años han sido neutralizados más de 600 planes para asesinar a Castro
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Hay quien piensa que con la desaparición del bloque socialista y el fin de la guerra fría las cosas entre La Habana y Washington se han calmado. Nada más lejos de la realidad. En los últimos años, numerosos casos de espionaje y de operaciones de inteligencia han sido destapados. Algunos son asuntos sonados, como el de la Red Avispa, a la que pertenecían los cinco agentes cubanos detenidos en Miami en 1998, quienes habían logrado infiltrarse en los grupos violentos del exilio. Otros son pequeños incidentes, como el que recientemente enfrentó al Gobierno de Fidel Castro con la Sección de Intereses de EE UU (SINA) en La Habana por el reparto de cientos de radios de onda corta. Las radios, distribuidas por funcionarios del SINA entre disidentes y cubanos de a pie, estaban presintonizadas para captar Radio Martí, la emisora anticastrista que desde 1984 financia Washington y que, según Cuba, es un arma para incitar a la subversión y la emigración ilegal de los balseros. La diplomática norteamericana Vicki Huddleston, máxima responsable del SINA, respondió: 'Lo que necesita el pueblo cubano es el libre acceso a una información libre, adecuada y verdadera'. 'No se porqué el régimen ataca a la SINA por unas radios portátiles que entregamos hace nueve meses', dijo. 'Son radios comunes y corrientes, donde uno puede escuchar cualquier cosa, lo mismo una emisora cubana que de España o Rusia'.

¿Derecho legítimo a repartir radios o acto de subversión? El caso de las radios gringas, siendo un incidente menor, es un buen reflejo de hasta qué extremo llega la guerra no declarada entre Cuba y EE UU. Para el Gobierno de La Habana, Cuba es el país más espiado y agredido del mundo. La gama de actos contrarrevolucionarios reportados es amplia: infiltraciones de comandos armados desde Miami, atentados con bombas perpetrados por exiliados formados por la CIA, investigaciones y presiones del mismísimo Departamento de Estado de EE UU sobre inversionistas extranjeros con intereses en Cuba y un largo etcétera.

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La otra cara de la moneda es Miami... y no es un secreto que los órganos de inteligencia cubanos tienen horadado al exilio duro como un queso gruyere. Sin ir más lejos, la semana pasada el FBI detuvo en La Florida al ciudadano cubano Juan Emilio Aboy, de 41 años, bajo la acusación de ser un miembro secundario de la Red Avispa. Dicha red de espionaje fue desarticulada en septiembre de 1998 en una operación que condujo al arresto de dos mujeres y ocho hombres. Cinco se declararon culpables y recibieron sentencias de entre siete años y cuatro años y medio. Los otros fueron a juicio a finales de 2000: tres fueron condenados a cadena perpetua y los otros a 15 y 21 años. Cuba los considera presos políticos y reclama su libertad.

El caso de la Red Avispa no es el único que ha saltado a la palestra en los últimos tiempos. Hace poco más de un año fue detenida en Estados Unidos una mujer que ocupaba un cargo relevante en el Pentágono y que supuestamente espiaba para Cuba. Y no mucho antes se había producido otro caso que conmocionó al exilio por sus connotaciones. Fue el de Mariano Faget, un alto funcionario del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos que también fue acusado de pasar información a la isla. Faget era un exiliado con pedigrí, nada menos que el hijo de quien fuera jefe del Buró de Represión de Actividades Comunistas durante la dictadura de Batista.

Para las autoridades cubanas, es un 'derecho elemental de defensa' penetrar y espiar a los grupos anticastristas de Miami que promueven la realización de actos violentos contra la isla, y más cuando, a su juicio, lo hacen con 'absoluta tolerancia' de Washington. 'En estos 43 años han sido descubiertos o neutralizados más de 600 planes para asesinar a Fidel, muchos fraguados por la CIA en complicidad con terroristas de origen cubano, así que es lógico que tomemos medidas preventivas', asegura Luis Báez, periodista cubano que acaba de publicar en España El mérito es vivir, libro que recoge una serie de entrevistas a agentes de la CIA que trataron de matar a Castro.

Washington asegura, por su parte, que ésas son cosas del pasado y que hoy Estados Unidos no alienta conspiraciones ni planes subversivos contra la isla. Su papel -repiten las administraciones tanto republicanas como demócratas- se limita a apoyar a los grupos disidentes y a cumplir las leyes vigentes en Estados Unidos; esto es, a aplicar el controvertido embargo, que dura ya 40 años, lo mismo que la guerra sucia en la que se desgastan la isla caribeña y su poderoso vecino del norte.

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