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Entrevista:JOHN MENDELSOHN | Director del Centro MD Anderson de Houston

'Los genes avisarán del riesgo de tener cáncer'

El MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Tejas (el 'centro de Houston', como lo llaman algunos de sus pacientes españoles) está considerado por los expertos del U. S. News & World Reports como uno de los dos mejores centros de investigación oncológica de EE UU. John Mendel-sohn ha sido su director durante los últimos seis años. Este bioquímico, que nació en Cincinnati (EE UU) en 1936, cruzó hace dos años el Atlántico con su proyecto, y el MD Anderson abrió una sucursal en España, concretamente en Madrid. Mendelsohn ha visitado esta ciudad para concertar el uso público del establecimiento y firmar un acuerdo con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que dirige Mariano Barbacid.

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Pregunta. ¿Qué papel esperan del CNIO?

Respuesta. En Tejas tratamos 65.000 pacientes de cáncer, de los que 20.000 son nuevos cada año. Ahí hacemos tanto investigación básica como clínica, y, lo más importante, buscamos cómo aplicar en los pacientes lo que aprendemos en los laboratorios. Tenemos a 10.000 pacientes en ensayos clínicos. En España nos queremos centrar en la atención clínica. Nosotros ya conocíamos a Barbacid por sus trabajos en Estados Unidos. Ahí tenía un gran prestigio. El CNIO nos puede aportar la parte de investigación de calidad que nosotros no estamos preparados para desarrollar en España todavía. En ese sentido, somos un matrimonio perfecto.

P. El centro de Barbacid está especializado en investigación genética del cáncer. ¿Qué novedades se pueden esperar en este campo?

R. Un cáncer se produce cuando una célula empieza a dividirse sin control. Ya sabemos que de los 30.000 genes que forman el genoma humano, aproximadamente 500 controlan el crecimiento y la división de las células. Hay seis o siete relacionados con cada tipo de cáncer. Nuestra aproximación al tema tiene tres frentes: reparar los genes dañados, reemplazarlos o impedir que se expresen y provoquen la proliferación celular.

P. ¿Por ejemplo?

R. Aparte de gestionar el MD Anderson, yo también he desarrollado labores de investigación. Desde 1981 trabajo en el receptor celular de una proteína, la EGF. La EGF es como la llave del motor de un coche, y el receptor el contacto. Ese motor hace que la célula se divida. Pero si conseguimos bloquear el receptor de la EGF, lo que sería como poner chicle en el contacto del motor, la división de la célula no arrancará. Otros trabajos prometedores intentan impedir la expresión de los genes, o utilizar vectores como adenovirus para introducir genes correctos en las células cancerosas.

P. ¿Y la prevención? Un equipo español acaba de publicar un estudio que permite predecir mediante un análisis genético el riesgo de padecer Alzheimer en algunas familias. ¿Qué opina de esta utilidad?

R. ¿Han hecho eso? Desde luego, el tema plantea una serie de importantes preguntas bioéticas. Primero, la privacidad. Está claro que, si tu jefe o tu compañía de seguros saben que tienes esa disposición, puedes tener problemas. Habrá que asegurar que tus análisis sean sólo tuyos. Pero los análisis genéticos también serán muy útiles. Los genes nos avisarán del riesgo de tener cáncer y permitirán que preparemos tratamientos individualizados. También ayudarán a los pacientes a adelantarse a los acontecimientos. Si sabemos que tenemos unos genes, o que éstos son defectuosos, podemos hacer algo para prevenir la enfermedad. Por ejemplo, si una mujer tiene el gen BCRA-1, que causa el cáncer de mama, puede plantearse incluso extirparse el pecho una vez que haya acabado de criar a sus hijos. También sabe que tiene que hacerse mamografías más a menudo.

P. Ello puede crear una gran angustia a las personas.

R. Sí, pero también se les puede ayudar. Hay que tener en cuenta que en el cáncer actúa una combinación de genes. Tenerlos no quiere decir que se herede la enfermedad. Tienen que actuar factores que los activen o inhiban. Sabemos, por ejemplo, que en una tercera parte de los cánceres de países desarrollados estos factores vienen del humo del tabaco. Así que si se tienen unos genes, ya sabemos la solución: dejar de fumar. En cambio, en países como China o Tailandia son más frecuentes los cánceres debidos a virus. El ambiente es decisivo.

P. ¿Cómo se tratará el cáncer en un futuro?

R. Yo tengo un sueño: que cuando un paciente venga a nuestro centro oncológico y le extirpen un tumor, lo enviemos a investigar (en España, eso se haría en el CNIO) y allí se le realice un diagnóstico genético. Luego, iremos a un armario donde tendremos 500 medicamentos, uno para tratar cada gen, y le daremos a cada paciente la combinación que necesita. Lo que buscamos es una atención multidisciplinar: que el patólogo, el cirujano, el oncólogo, el radiólogo y el radioterapeuta trabajen juntos. En Europa no hay, todavía, centros así.

P. ¿Habrá una cura para el cáncer?

R. Hay gente que se desespera al ver que la cifra de casos, la prevalencia, aumenta. Pero eso puede ser así porque la población envejece, y porque aumenta la supervivencia, así que parece que hay más casos, cuando lo que de verdad hay es más gente que sobrevive a la enfermedad. Nuestro objetivo es hacer del cáncer una enfermedad crónica.

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