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61ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Pérez-Reverte abre las páginas de 'La Reina del Sur' bajo los acordes de un narcocorrido

El escritor charla con Carmen Posadas sobre el lenguaje y los personajes de su nueva novela

Amelia Castilla

Hubo tequila y corridos de esos que hablan de federales, pistoleros y hembras de corazón. Arturo Pérez-Reverte abrió ayer las páginas de La Reina del Sur (Alfaguara), en una charla con la escritora Carmen Posadas. El autor cartagenero habló del reto lingüístico que supuso poner voz a una mexicana, de su pasión por el mundo de las fronteras, la estética de camisas de seda de los narcos -'mejor vivir cinco años como rey que 50 como buey'- , del precio que uno paga por los sueños en un mundo donde todavía es posible la aventura y de su rendida admiración por las mujeres que pelean.

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Arturo Pérez-Reverte y Carmen Posadas entraron en la abarrotada Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes precedidos por la música de Miguel y Octavio Jaramillo. El escritor lucía traje oscuro y camisa blanca, y la escritora, vaqueros, tacones de aguja y americana de ante. Sobre la mesa reposaban una botella de tequila y agua. El autor de La carta esférica contó cómo un tipo que vive de contar historias quedó fascinado en una taberna mexicana, por la potencia narrativa que encierran tres minutos de canción. 'Lamenté carecer de talento para resumirlo todo en tres minutos de música y palabras. El mío iba a ser, qué remedio, un corrido de papel impreso'. Su vida como reportero, las fronteras que ha cruzado a lo largo de su vida, sus amigos, los guardias y los propios narcos llenaron su vida durante los últimos meses.

'¿Qué se siente siendo mujer?', le preguntó la escritora. 'Me he ido acercando mucho a ese personaje en todas mis novelas, y en la última casi lo rocé. La idea básica era saber qué tenía en la cabeza esa mujer cuando me miraba'. Al escritor cartagenero le gustan las mujeres que pelean o las que se rinden después de pelear largo rato. Le fascinaba la idea de una mujer que sobrevive en un mundo de hombres, y especialmente en el de los narcos, que es muy machista. Como ejemplo de la filosofía de éstos, habló de un caso real, el de unos sicarios que le regalaron a su jefe el día de su cumpleaños el cadáver de su enemigo.

'¿El ritmo puede afectar a la carpintería de la novela?', preguntó la escritora. La idea de Pérez-Reverte es que una novela es un problema narrativo y que el lector debe fluir por ella. Si se para a pensar qué bien lo ha hecho el escritor, malo. 'Esa aparente facilidad es difícil. Me guié por la estructura del corrido, su épica y sus personajes. He hecho cosas que no había hecho nunca. La historia requería correr, y todo eso, como escritor, me ha hecho moverme'.

Para buscar la documentación de la novela, el escritor tiró de su agenda periodística. No había museos del narcotráfico que visitar ni cuadros que explicaran la vida en Sinaloa, por eso se fue a las cantinas y a los bares y se emborrachó con la gente que puebla esos locales. Pagó facturas de hasta 2.000 dólares, hizo amigos y, una vez más, el escritor comprobó que la realidad supera a la ficción.

'La mujer de un narco era lectora mía, y eso me abrió muchas puertas', añadió Pérez-Reverte, que aseguró preferir a un narco con su pistola que a uno de esos 'canallas' que matan con cheques y que hacen que otros se la jueguen por ellos. 'No cabe duda de que, cuando eres lúcido, la vida acaba siendo un narcocorrido', concluyó el escritor, mientras los Jaramillo iniciaban los acordes de Camelia la tejana, la canción que dio origen a esta novela de más de 500 páginas.

Arturo Pérez-Reverte y Carmen Posadas, en el Círculo de Bellas Artes.
Arturo Pérez-Reverte y Carmen Posadas, en el Círculo de Bellas Artes.BERNARDO PÉREZ

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