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Restos de redes revelan actividad pesquera en la zona de vertidos del Besòs

El biólogo Joan Domènec Ros asegura que el fondo marino del lugar está muy contaminado

El litoral de Barcelona esconde una gran cantidad de porquería, que llega hasta allí desde los emisarios del Besòs, del puerto y del Llobregat. En la zona donde vierte la depuradora del Besòs se ha formado una montañita subacuática en la que abundan los metales pesados y la materia orgánica. El resultado es que hay pocas especies animales, pero las que sobreviven son espectaculares. El biólogo Joan Domènec Ros asegura que hay también abundantes rastros de redes de pesca, pese a que está prohibido pescar en este lugar.

La depuradora del Besòs limpia un agua contaminada por todo tipo de porquería y luego envía esta agua al mar. Hasta hace un año, los lodos que separaba del agua también iban al fondo marino. Ahora, sin embargo, se guardan, a la espera de poder destruirlos un día. Estos lodos contienen una cantidad más que notable de materia orgánica, pero también metales pesados tóxicos como el plomo, el cadmio, el cobre o el mercurio, según explicó el catedrático de Biología de la Universidad de Barcelona, Joan Domènec Ros.

Ros hizo una descripción minuciosa de la zona durante una mesa redonda sobre los vertidos fluviales celebrada en la Escuela de Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Barcelona y organizada por el Centro de Documentación y Debate de Ingeniería Civil y Medio Ambiente (CDDCMA) de la Universidad Politécnica. En el mismo acto intervinieron también el profesor de Ecología Francesc Sabater; Lluís Xavier Godé, de la Agencia Catalana del Agua, y José María Ruiz, de la Asociación de Profesionales de Medio Ambiente (Aproma).

A la zona donde se producen las emisiones de la depuradora han estado llegando durante años los productos contaminantes extraídos al agua en el proceso de depuración. Con el tiempo se ha formado una montañita de entre 1,5 y 2 kilómetros de diámetro y de casi dos metros y medio de altura. Esta montículo se halla a 55 metros de profundidad. En su entorno, explicó Joan Domènec Ros, se producen las situaciones típicas de los espacios muy contaminados: disminuye la variedad de fauna pero aumenta la biomasa. Es decir, los animales que pueden sobrevivir en este medio engordan que da gusto verlos, aunque dé mucho menos gusto olerlos o comerlos.

Ecologistas

'Los pescadores tienen que saber que aquello no es comestible', explicó el biólogo, 'por el olor y porque es zona prohibida de pesca, al igual que ocurre frente a otros emisarios como el del puerto y el del Llobregat'. 'Pese a ello', añadió, 'los rastros de redes de pesca en los fondos marinos de esta zona son evidentes y abundantes', aseguró Ros.

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El gerente de la Cofradía de Pescadores, Gonzalo Marcos, rechazó de plano la posibilidad de que los pescadores barceloneses realizaran estas prácticas prohibidas. Marcos aseguró que los pescadores son los primeros ecologistas y que respetan rigurosamente las normas de pesca y las zonas vedadas. Reconoció la posibilidad de que se produjera alguna excepción, pero no como una práctica reiterada, que es lo que se deduciría de los abundantes rastros de redes denunciados por Joan Domènec Ros. 'Además', añadió Gonzalo Marcos, 'los pescados tienen que pasar un control fitosanitario en la cofradía y estos peces no lo pasarían'.

Los datos aportados por Ros en la conferencia no fueron cuestionados por ninguno de los presentes, entre los que estaba un representante de la Administración catalana. Preguntado posteriormente por este diario, el catedrático de Biología confirmó todos los datos apuntados en su conferencia, incluidos los referidos a los rastros de redes de pescadores.

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