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Reportaje:

La verdad está en la basura

Los desperdicios y los escombros esconden pruebas sobre los saqueos del Ejército israelí

Todo ha quedado por escrito. Las organizaciones de defensa de derechos humanos buscan entre los escombros los nombres de los soldados israelíes autores de las destrucciones, pillajes y robos cometidos durante su ocupación de las ciudades palestinas en Cisjordania. Listas de militares sospechosos, capaces de sonrojar a cualquier Ejército, se encuentran a buen recaudo, esperando poder ser utilizadas ante los tribunales.

'Mierdas de árabes, no os metáis nunca más con nosotros', reza una inscripción grabada con rotulador en un tabique de la sede de Mattin Group, una de las organizaciones de defensa de los derechos humanos más prestigiosas de Ramala. Esta frase, como otras muchas encontradas en el mismo local, tiene aparentemente una única firma: la unidad H1Z del Ejército israelí. El nombre de esta tropa también ha quedado escrito en las paredes.

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'Durante una semana, los soldados de este batallón pernoctaron y se instalaron en estas oficinas. Lo destrozaron todo. Mi despacho lo convirtieron en un montón inmenso de basura. Destrozaron ordenadores, utilizaron las disqueteras como ceniceros, rompieron libros y saquearon archivos. Y, entre otras cosas, se llevaron mil dólares que se encontraban en esta pequeña caja fuerte', asegura una de las responsables de Mattin Group, mientras rescata de un montón de escombros un pequeño cofre de hierro de color verde, con señales evidentes de haber sido forzado.

Los nombres de cada uno de los soldados de esta unidad, incluidos los mandos, que ocuparon las oficinas de esta organización, presuntos autores de actos de vandalismo, se encuentran registrados en las órdenes y partes del mando, que fueron abandonados, entre otros montones de documentos y basuras, al abandonar Ramala. Esta lista también se encuentra en un lugar seguro.

Lo sucedido en las oficinas de Mattin Group no es una excepción. Los nombres de las unidades del Ejército se encuentran en los muros de muchas de las casas que fueron ocupadas o destruidas durante las últimas ofensivas del Ejército israelí en Cisjordania. Los batallones dejaron sus firmas en los muros del campo de refugiados de Amari, en las afueras de Ramala, pero también en Yenín, Balata, Nablús, en Tulkarem, Qalqilia o Belén.

Los actos vandálicos y los saqueos tampoco han sido un hecho aislado. Abdin Saleh, 63 años, oriundo de Jerusalén, propietario de la relojeria Big Ben de Ramala, se quejaba que el escaparate de su tienda había sido destrozado en los primeros días de la ocupación por los soldados, que dispararon docenas de proyectiles contra los cristales y se llevaron un botín de 500 relojes. La protesta de este ciudadano se une a la de centenares de palestinos, que, una vez pasado el miedo, empiezan a denunciar haber sufrido robos por parte de los soldados israelíes durante los días de la ocupación.

'Es cierto que ha habido actos de vandalismo. Pero no a gran escala, como algunos pretenden', ha asegurado un portavoz del Ejército israelí, al tiempo que informa de que cinco soldados han sido inculpados por robo. Otro número indeterminado de expedientes están siendo tramitados.

Los intentos de los portavoces del Ejército tratando de minimizar estas conductas se estrellan ante las denuncias de la propia prensa de Israel, que asegura que soldados, especialmente durante su ocupación en Ramala, se dedicaron a saquear la ciudad. Robaron ordenadores, joyas o simplemente dinero. 'Deshonrosa conducta en guerra' es el título de un editorial del periódico Haaretz, editado en Tel Aviv. Allí se piden 'juicios y duras sentencias' contra los responsables de estos desmanes para preservar el 'buen nombre del Ejército y el honor del Estado'.

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